La Seguridad Social sigue engrosando su déficit, que crece sin cesar. Aquí no hay ninguna novedad, en todo caso ésta puede radicar en que el gran agujero se va cubriendo a base de ingresos del estado, es decir, vía impuestos.
La novedad es ésta: estamos cambiando el sistema en el que se fundamenta la Seguridad Social por la puerta trasera, sin decirlo. En teoría, nuestro sistema de protección social se fundamenta en el reparto, con el que las cuotas que se pagan sirven para subvenir las cotizaciones. Pero esto ya no es así desde el 2010. Hace 13 años que los déficits de caja se pagan con aportaciones extraordinarias del estado. Está claro que es muy distinto que sean 880 millones de euros, que es lo que se aportó a la Seguridad Social en el 2010, a que sean 48.000 millones de euros, que será la previsión para este año. De hecho, en ese momento 1/4 parte de las pensiones ya se contribuyen vía impuestos. Porque el gasto ha crecido a un ritmo muy superior a los recursos propios, y sigue haciéndolo, sin que las soluciones aplicadas hasta ahora hayan resuelto el problema.
El déficit de la Seguridad Social que se paga vía impuestos representa ya el 4% del PIB y, atención, el 33% de los ingresos tributarios vitales totales del estado. Por tanto, ya no es cierto que estemos ante un sistema basado en aportación de las cuotas de las personas que trabajan, sino también a base de los impuestos. Y esto tiene todo otro significado. De hecho, para equilibrar la situación actual cada contribuyente debería aportar otros 2.500 euros a la Seguridad Social.
Y este dedicar 1/3 parte de los ingresos tributarios a las pensiones se complica si se tiene presente que, de acuerdo con el último informe de la OCDE Tax Policy Reforms 2023, España es uno de los países en los que más se ha incrementado la fiscalidad del período 2015-2020, una dinámica que además ha continuado desde esa fecha.
Para situar cifras, el incremento fue de un 5,86% en el caso de España, muy lejos del 2,47% de Italia, del 2,54% de Alemania, y ya no digamos del -1,97% de Francia. De hecho, España (con la excepción de Lituania) es el país de Europa que más ha incrementado la presión porque otros que están en esa condición son Chile, Israel, Nueva Zelanda y Corea del Sur. Por tanto, se produce una doble complicación: la Seguridad Social cada vez necesita una mayor proporción de los ingresos fiscales para mantenerse, a la vez que la presión aumenta. Cabe decir que el grueso de este aumento recae precisamente sobre los salarios a través del IRPF y de las cotizaciones de las personas que trabajan, que cada vez más soportan una mochila más pesada. Y esto era antes de los efectos de la inflación, porque después de 2020 la recaudación fiscal se ha visto multiplicada por el fenómeno inflacionario dado que el gobierno se ha negado a recortar ese efecto de sus exigencias fiscales.
Discursos aparte, la realidad pura y dura es que los asalariados soportan cada vez un mayor peso para pagar las actuales pensiones y el resto es gasto del estado. Y que el gasto crece y se multiplica en detrimento del gasto en el sector joven de la población, que va desde las escuelas al mal estado de las universidades, pasando por la cifra tan elevada de paro juvenil.
Está claro que, como señala la encuesta del CIS, el principal votante de Sánchez es el jubilado, porque pese a que sus políticas sean progreso, su electorado es el más envejecido de todas las opciones.
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[…] las familias con hijos. De esta manera no solo favorece la desigualdad, sino que profundiza el gran déficit de la Seguridad Social, a la vez que comete una gran injusticia (¿no habíamos quedado que el signo de identidad del […]