El debate presidencial de ayer debía ser el primero de tres, realizándose los otros pasado el verano. Pero después del resultado, no está nada claro que se produzcan. El primer interesado en los debates públicos ha sido siempre Trump porque confía en sus habilidades de comunicación y su experiencia en televisión. Sin embargo, en esta ocasión el equipo de campaña de Biden veía una oportunidad para relanzar al actual presidente a la reelección, dado que, si bien muy ajustado, las encuestas reiteran en su gran mayoría la victoria de Trump por 1 o 2 puntos y, lo que es más importante, su triunfo con 3 o 4 de los 5 estados clave.
Dado que los márgenes son muy ajustados, los demócratas del equipo de campaña pensaban que un papel bien ajustado de Biden, ligado a las estridencias del candidato republicano, podía invertir el resultado que ahora presentan las encuestas. Ésta fue la razón principal por la que en los últimos días el presidente dejó todas sus tareas presidenciales como candidato y se cerró con sus colaboradores para preparar el debate, algo que no hizo Trump. El resultado ha sido pésimo para los intereses demócratas; basta con haber seguido en directo el debate o leer a los titulares de la mayoría de los medios de comunicación para constatarlo.
Un diario tan poco republicano como El País, en su edición americana, titulaba que «los demócratas entran en pánico por los visibles errores de Biden en el debate ante Trump«. Y ésta ha sido una tónica generalizada. Congresistas demócratas, que se han negado, eso sí, a dar su nombre, han sugerido la retirada del presidente y la presentación de un nuevo candidato, una solución extrema difícilmente viable, pero que dice mucho de qué ambiente se respira en los ámbitos demócratas. John King, de la CNN, se hizo eco muy pronto de estas corrientes que pedían la sustitución de Biden.
Las redes sociales han registrado un alud de comentarios y memes sobre las confusiones y dubitaciones del candidato demócrata. La CNN también ha insistido en esa idea del pánico entre las filas demócratas. Un colaborador de Biden, si bien anónimo, señaló que el debate fue una auténtica pesadilla porque estaba viendo cómo se perdían las elecciones a cámara lenta.
La Casa Blanca ha intentado justificar parte de los signos externos de Biden como la voz ronca, los labios temblorosos o las dudas en sus intervenciones, atribuyéndolos a un resfriado. Sin embargo, es evidente que da pie a pensar que es cierto que el presidente presenta un importante deterioro cognitivo. Por ejemplo, una frase ha hecho furor: la que dijo “por fin hemos ganado en Medicare”, que es el programa de ayuda a la salud del gobierno federal, cuando en realidad lo que quería decir es que habían logrado ganar a la covid-19.
La intervención ha sido calificada de “suicidio político” y de desastre, y eso lo escribía un diario tan encarnizadamente demócrata como The New York Times. Judicaba que «Joe Biden se ha visto sobrepasado por la situación en todo momento». El Washington Post, además de subrayar que Trump había soltado todo tipo de falsedades y que el presidente había reaccionado con dureza acusándole de delincuente convicto y cascarrabias, también destacaba la actitud vacilante de Biden.
USA Today, el diario más leído de EEUU, apuntaba por su parte que nada había salido bien de la estrategia del bando demócrata. Y The Wall Street Journal consideraba que el presidente se había mostrado inestable en todo momento y señalaba que Trump había mantenido la compostura en gran medida.
Los medios de comunicación internacionales han ido por la vía del fracaso de Biden. The Guardian, el equivalente de El País en España, señalaba que “la voz ronca de Biden y su tendencia a divagar y la dificultad para terminar sus respuestas tienen a sus aliados profundamente preocupados por su incapacidad de vencer a Trump”. Mientras que el francés Le Monde señalaba su incapacidad para hacer frente a las preguntas que se le han hecho a lo largo del debate y también coincidía en que Trump había sido más coherente y más combativo. El diario de referencia alemán Spiegel habla de la caída del presidente y señala que todo se ha convertido en un gran desastre.
Más allá de las opiniones de los medios y de las redes sociales, hay que ver a partir de ahora el efecto de todo esto en las encuestas, pero de entrada el balance señala que al menos Biden no ha logrado reducir la distancia que le separa de Trump, si no lo ha aumentado significativamente, perdiendo toda esperanza de renovar la presidencia.