De la inviabilidad de la independencia a las amenazas de Puigdemont a Sánchez: 10 puntos clave

El 29 de noviembre de 2024, durante un acto celebrado en Castellterçol, el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol desacreditó formalmente el proyecto independentista al afirmar que Cataluña «nunca será independiente». Recordó que, desde su juventud, no creía en la viabilidad de esta vía y abogó por construir una Catalunya autónoma y sostenible, preservando la lengua, la cultura y la educación. Pujol instó a los partidos independentistas a garantizar la supervivencia y vitalidad del país.

De esta declaración se desprenden varias consideraciones relacionadas con el escenario político actual y la última «amenaza» de Carles Puigdemont a Pedro Sánchez, exigiendo que éste se someta a una cuestión de confianza. Lo analizamos en 10 puntos clave:

1. Control socialista total en Cataluña

Por primera vez en la historia, el Partido Socialista, mediante el PSC, gobierna en solitario tanto en la Generalitat como en el Ayuntamiento de Barcelona. Los centros de decisión catalanes están bajo el control de poderes con sede en Madrid, situación inédita que diluye la autonomía catalana. Es más, Cataluña es el único enclave potente de Sánchez en España y Cataluña.

2. Minorías parlamentarias sin oposición real

El gobierno catalán se mantiene gracias a minorías parlamentarias que sólo son posibles por la ausencia de oposición efectiva de los partidos independentistas. Estos actúan como subordinados del poder socialista, desdibujando su función política de construir una alternativa catalanista en el actual gobierno.

3. Apoyo sin contrapartidas

ERC ha hecho presidente a Salvador Illa y Junts ha hecho presidente a Pedro Sánchez, pero este apoyo decisivo no se ha traducido en ningún beneficio sustancial para Catalunya Esto evidencia la condición subordinada de los partidos del procés.

4. Un presidente sumiso al socialismo

Con todo el respeto por su persona y sólo como consideración política: el actual presidente de la Generalitat, Salvador Illa, ha sido un miembro disciplinado del aparato socialista a lo largo de su carrera. Su sumisión refleja un claro sometimiento a la lógica del PSOE. Cuando medidas como la reforma fiscal de Sánchez han perjudicado intereses catalanes, como la pérdida de inversiones de Repsol en Tarragona, Illa no ha actuado para defender el territorio.

5. El catalanismo político, arruinado

El proceso ha desmantelado la hegemonía del catalanismo político, que había predominado desde 1980. Este liderazgo sólo se interrumpía circunstancialmente, como en el período del tripartito, cuando ERC cambiaba de campo. Ahora parece totalmente desmantelado.

6. El catalanismo cultural, desvirtuado

El catalanismo cultural ha sido desplazado por una nueva ideología progresista basada en el wokismo, el feminismo de género y las teorías de Judith Butler. Las referencias históricas no van más allá de la II República española, ignorando todo lo previo y propio de Cataluña. Todo ello ha mermado los fundamentos de la lengua y la cultura catalanas. TV3 ha abandonado su papel como herramienta de cohesión cultural, mientras el catalán retrocede de forma alarmante en el uso social y en la escuela.

7. Fracaso de los pactos independentistas

Promesas como la amnistía, un nuevo sistema de financiación, el traspaso de Cercanías o la ampliación de competencias para la policía catalana siguen sin materializarse. El Estado, en cambio, gana terreno en ámbitos como el control del 112. Incluso una realidad que avanza, el corredor mediterráneo resulta claramente insuficiente en su último tramo del Puerto a la frontera, que necesita una vía de ferrocarril exclusiva para mercancías.

8. Los partidos independentistas, centrados en sí mismos

El independentismo político ha abandonado su misión para centrarse en la propia supervivencia. Las «amenazas» como la cuestión de confianza que Puigdemont exige a Sánchez son sólo estrategias para ganar tiempo sin afrontar los problemas reales. Quien día pasa, años empuja es su lógica.

9. Una Cataluña que se destruye desde dentro

Cataluña está en un proceso de desintegración interna y externa. Lo que no sirve para cumplir con su misión histórica: garantizar el bienestar de los catalanes de hoy y la continuidad del país como pueblo.

10. Reforzar lo que somos

La solución implica reconstruirnos como realidad cultural, histórica e institucional. Es imperativo trabajar para fortalecer  Catalunya desde sus bases.

El futuro del país depende de la capacidad de superar las divisiones y reconstruir una propuesta que sirva realmente a los intereses de la ciudadanía catalana. La cuestión es: ¿qué hacer para conseguirlo? En muchas ocasiones nos hemos formulado esta pregunta a lo largo del pasado; en ocasiones la respuesta ha sido inviable, pero muchas más se han concretado con acierto. Hay que ver cuál es la capacidad de las actuales generaciones frente al reto.

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