Es un hecho cotidiano que se multiplica en informaciones en los medios de comunicación y cartas al director de los daños que está ocasionando el llamado urbanismo táctico de Ada Colau, que no es otra cosa que crear obstáculos al uso del vehículo privado en Barcelona. Unos obstáculos que no consisten sólo en colores y hormigón de línea Maginot situados en las calles de mayor circulación, sino que se han extendido por toda la ciudad, donde también crean efectos contraproducentes graves. Nos referimos a aquellas periferias de Barcelona poco habitadas que por esta razón no tenían ni zona verde ni zona azul porque no había problema de aparcamiento. Este hecho se da en varias fronteras de la ciudad, al norte, al este y al oeste, y favorecía la localización de determinadas actividades económicas y el acceso a las universidades, pero sobre todo tenían otra función que ahora el ayuntamiento se ha «cargado». Actuaban como park and ride espontáneos. Los que trabajan en la ciudad y viven fuera conducían hasta estas zonas, aparcaban su coche para no entrar con él en la ciudad y utilizaban el transporte público. Era la manera espontánea en que la gente intentaba corregir el grave déficit de este tipo de aparcamiento alrededor de Barcelona. Ahora, al aplicar la zona azul en estas calles, esta función desaparece y se genera una nueva dificultad en la ciudad para la gente que vive y trabaja, y a la actividad económica que no mejora la contaminación, porque en todo caso estimula la utilización del vehículo privado para muchos que no tienen otro recorrido. El problema de fondo de Ada Colau es que, a pesar de presidir el área metropolitana, parece que no sabe que resolver el problema de la contaminación de Barcelona, que dice que es su bandera, sólo es posible en el marco de un planteamiento de la circulación y el transporte metropolitano.
Contra todos estos absurdos ahora se han levantado medio centenar de entidades muy diferentes que van desde organizaciones grandes como el Gremio de Hoteles, Fomento del Trabajo o la CECOT, pero a la vez multitud de pequeñas organizaciones profesionales de todo tipo (agentes comerciales, carniceros, ferreteros, libreros y un larguísimo etcétera), para formar la Plataforma Pro Movilidad Libre. El manifiesto de estas entidades plantea que el uso del coche es, en la mayoría de los casos, una necesidad profesional y que no se puede actuar de espaldas a este hecho como está haciendo el gobierno de Barcelona en Comú y el PSC. Por su parte, el RACC, con motivo de la Semana Europea de la Movilidad, ha publicado a toda página en los periódicos 12 propuestas, todas ellas prácticas, dirigidas a lograr una movilidad sostenible compatible con el progreso social y económico, que en realidad son por la vía positiva y propositiva una enmienda a la totalidad de lo que está haciendo Ada Colau.
La bola de nieve como respuesta a la insólita política del ayuntamiento contra sus propios ciudadanos y contra su economía en el peor momento desde la Guerra Civil de la vida de la ciudad le acabará pasado una seria factura.