La tercera ola de la Covid-19 ha comenzado con las UCI próximas a la saturación y colapso. En Cataluña nada menos que el 36% de sus camas están ocupadas por enfermos Covid-19, mientras que el resto de atención hospitalaria de otras patologías, que lleva un retraso no recuperado desde la primera ola de marzo y abril, vuelve a sentir los efectos de su postergación ante las urgencias de la pandemia.
Mientras tanto, la gran esperanza de la vacuna se diluye por una inexistente planificación. Una vez más nos han engañado. ¿Dónde paran los 13.000 puntos de vacunación anunciados por el propio presidente del Gobierno, que ahora permanece desaparecido? ¡Qué contraste con las comparecencias en los momento más difícil de Merkel, e incluso de Compte o Macron!. Sánchez cree que escondiéndose cuando las cosas van mal conseguirá que su persona no quede unida al tercer desastre gubernamental sobre la Covid-19.
Media Europa ya está totalmente confinada y más países se añadirán por las altas cifras de contagio, pero también porque la mutación británica del SAR- COC-2 es un 50% más contagiosa. Parece que prospera la idea primaria de que al no ser más mortífera no entraña más riesgo. Es una concepción equivocada. Precisamente, si la mortalidad fuera superior seguramente la propagación tendería a disminuir. Una capacidad de contagio del 50% significa un crecimiento exponencial y, por tanto, una multiplicación de los casos hospitalarios, enfermos graves y muertes.
En las actuales circunstancias el gobierno español, también el de la Generalitat (pero no todos los gobiernos autonómicos) ya saben que las medidas actuales no permitirán la reducción necesaria, ya saben, en el caso de Cataluña, que diez días son insuficientes, pero intentan ir trampeando mientras la situación se hace insostenible. Cuanto peor sea el escenario epidemiológico más difícil será la vacunación, que no genera inmunidad hasta una semana después de la segunda dosis. En estas circunstancias perderemos el primer semestre del año y el verano, porque la población inmunizada por la vacuna estará lejos del 60% necesario y que Illa, engañando una vez más, aún promete. Y es que el problema de fondo radica en que no se dispone de un plan estatal de vacunación digno de tal nombre. En Cataluña se pretende cubrir con un absurdo modelo, que las enfermeras vacunen en su tiempo libre! Esto no es una emergencia epidemiológica, sino una trágica tomadura de pelo.
Hay que asumir la realidad por dura que sea si queremos preservar vidas, trabajo y empresas, si queremos recuperar una cierta normalidad.
Y asumir la realidad significa empezar de nuevo en este términos: hay que empezar de nuevo y hacerlo bien.
- Es necesario que el gobierno español establezca un confinamiento global de al menos tres semanas para cortar la propagación Covid-19 y la implantación de la mutación británica. Esta decisión debe venir acompañada de una serie de decisiones.
- Se establecerán medidas suficientes para compensar de manera adecuada las actividades económicas y los puestos de trabajo. Se trata de los ERTE, pero no sólo de ellos, sino de compensar el lucro cesante de empresarios y autónomos en unos términos que permitan su viabilidad futura. No es cierto que no se dispongan de suficiente dinero. En el SURE europeo, todavía quedan 9.000 millones para utilizar por parte de España, de los 24.000 inicialmente disponibles. Podemos gastar 3.000 millones al mes para compensar durante 2 meses, y esto es más del triple mensual de lo que se ha venido gastando en estos últimos tiempos, y aún quedarían 3.000 para disponer. En lugar de un desangramiento lento para la economía, que no consigue vencer al virus, hay que echar uno masivo e importante que sitúe los casos por debajo de 50 por cada cien mil habitantes. Además hay que remodelar el presupuesto del estado en base 0 para asignar el máximo de recursos a la sanidad, el sostenimiento de la actividad económica y a la reconstrucción. Los ayuntamientos, especialmente de las grandes ciudades, sobre todo Barcelona, que dispone de competencias especiales, destinarán también recursos a esta tarea.
- En paralelo, para no gastar dinero en vano, hay que organizar la planificación de la vacunación a escala estatal (porque además necesitamos que no queden autonomías reducto del coronavirus) para asegurar la vacunación de 25 millones de personas el 31 de junio. Esta cifra representa el 60% de la población mayor de 9 años, lo que unido a la dinámica de inmunidad natural lograda, nos situaría en la inmunidad de grupo alrededor de 70%, que es la necesaria para asegurar la mínima transmisión del virus e ir recuperando la normalidad favorecida por el verano. A su fin, a finales de septiembre, se habría logrado la inmunización total. El plan, por tanto, debe garantizar de una forma razonablemente homogénea para todo el estado unas 150.000 vacunaciones diarias (una cifra equivalente a la de Israel, que lo hace con un esfuerzo mucho mayor, dado que su población y, por tanto, su sistema sanitario, está dimensionado para menos de 10 millones de habitantes). Para Cataluña significaría llevar a cabo 22.000 vacunaciones diarias. Pero como una buena parte de las vacunas disponibles, sobre todo los primeros meses, son de doble imposición hay que asegurar el doble de esa cifra.
- Hay que incentivar toda la tecnología que permita una mayor seguridad en el transporte público y en los espacios cerrados , comercios, espectáculos, gimnasios, relacionados con la calidad del aire libre de concertaciones víricas. También representa una oportunidad científica, tecnológica e industrial.
- No sería suficiente este control si no se llevaran a cabo dos planificaciones exhaustivas más. Una, el plan de pruebas que garantiza la rápida identificación de los casos una vez alcanzada la cifra de control y levantado el confinamiento. Los requerimientos incorporan la disposición de los resultados en un máximo de 24 horas. Se requiere también un control efectivo de fronteras, nada fácil pero necesario, que puede verse aliviado por acuerdos en el marco de la UE y de países terceros.
- Un segundo plano estrechamente vinculado al anterior es el del efectivo control de los positivos y el cumplimiento de su confinamiento, incluidas las compensaciones económicas para las personas con necesidades perentorias. Sin este plan, los test de contagio devienen inútiles. Es esencial confinar personas, no territorios, en el futuro, que cada vez serán menos gracias a la vacunación masiva.
- El establecimiento de un Centro de Control de Enfermedades Contagiosas realmente dotado de los recursos necesarios y la legislación adecuada para hacer frente a este tipo de contingencia, responsable también de prever la reserva de medios necesarios.
- Es condición ineludible iniciar una auditoría científica independiente para examinar las políticas llevadas a cabo, identificar los errores y los aciertos, de manera que sea una base de trabajo para el futuro inmediato y lejano.
- Y, dirigida por personal, la protección civil debe disponer de jefes competentes y debe contar con una amplia participación de personal voluntario. Su misión de alerta y acompañamiento de las medidas puede ser muy útil si es sistemática y bien hecha para ayudar a la prevención y al control social de la propagación. Es un servicio civil excelente para encuadrar a la juventud en la pedagogía de la responsabilidad social.
- Todo el conjunto de medidas deben disponer de una estrategia colateral dirigida a desarrollar conocimientos y aplicaciones económicas que nos aporten ventajas competitivas.
La idea de que el confinamiento total es muy costos en la situación que estamos responde a una deficiente análisis económico, que no tiene en consideración los costes de oportunidad derivados de:
- Un mal funcionamiento de la economía por las restricciones más leves.
- Costes hospitalarios y de UCI que determina una situación de afectación por la Covid, como venimos soportando desde octubre
- Costes para la población con secuelas que no puede trabajar. Este costes «invisibles» también deben considerarse a la hora de contemplar la racionalidad económica del actual escenario: o morimos desangrados lentamente o provocamos un shock salvador.