Corrupción energética: lo que Sánchez no quiere que sepas del “Gran Apagón”

El Gobierno Sánchez aparece día sí, día también, en los medios de comunicación —con la clamorosa excepción de La Vanguardia— relacionado con algún presunto caso de corrupción.

Pero la corrupción gubernamental va mucho más allá de las cuestiones puramente económicas. Corrupción es abuso de poder para obtener beneficios personales, de forma ilegal o poco ética. Puede manifestarse como sobornos, fraude, nepotismo, malversación de fondos o manipulación normativa para favorecer intereses privados a costa del bien común. Y, de forma especialmente grave, corrupción es también engañar u ocultar la verdad para eludir una responsabilidad punible. Es el caso del gran apagón.

La corrupción no solo deteriora el funcionamiento institucional, sino que socava la confianza ciudadana, frena el desarrollo económico y acentúa la desigualdad.

Desde el primer día, el Gobierno se ha interesado por dos cosas contradictorias:

  • Asegura no conocer las causas del apagón y afirma que tardará meses en investigarlas. Esta postura le permite dosificar la información en los medios, orientando la opinión pública hacia la tesis que finalmente quiera presentar como oficial.
  • Y al mismo tiempo, pese a declararse ignorante de las causas, se apresura a exculpar ciertas energías —concretamente, la fotovoltaica y la eólica— asegurando que no tienen nada que ver con el fallo. Es más, las presenta como imprescindibles para el sistema, a pesar de que no cuentan con capacidad para modular su vertido a la red, a diferencia de otras renovables como la hidráulica o la termosolar.

¿Por qué esa voluntad de proteger determinadas energías? Algunos bienintencionados afirman que es por razones ideológicas, como si se tratara de una cruzada de buenos contra malos. Pero no es así.

Lo que el Gobierno pretende es ocultar su doble responsabilidad en el desastre del 28 de abril:

  1. Responsabilidad mediata: un modelo energético que ha cebado hasta la hipertrofia las inversiones en solar y eólica para poder presumir —“¡somos los primeros!”— como antes se hizo con los kilómetros de AVE o el crecimiento del PIB. Se buscó crecer rápido, sin reparar en las consecuencias: no se incentivó el almacenamiento, imprescindible para gestionar los picos de producción de energías que no pueden modularse. España está a la cola en inversión en baterías. Un error garrafal, que ahora se paga caro: por miedo a un nuevo 28-A, cada día se pierde una enorme cantidad de electricidad renovable que no se conecta a la red.
  2. Responsabilidad inmediata: el colapso coincidió con unas pruebas encargadas por el Gobierno a Red Eléctrica para medir la carga máxima de renovables que el sistema podía admitir. Sin esa condición crítica, los problemas menores ocurridos —como un fallo en un punto de producción o una bajada de suministro desde Francia— habrían sido absorbidos sin mayores consecuencias. Pero más del 60% de la energía que circulaba en ese momento era solar y eólica, sin capacidad de adaptación.

Beatriz Corredor, presidenta de Redeia (la matriz de Red Eléctrica), tiene sobre sus espaldas el peso del primer cero eléctrico de la historia española. Guardó silencio cuando debía dar explicaciones. Y luego apareció en entrevistas a página entera en medios afines, mintiendo al asegurar que las renovables no tuvieron nada que ver. Culpa a las energías convencionales de no controlar bien la tensión, pero lo cierto es que su aportación era minoritaria.

Afortunadamente, sus afirmaciones —y las de la ministra del ramo, Sara Aagesen, y el propio Sánchez— están desmentidas por los datos estadísticos: hasta el mismo 28 de abril, las centrales de ciclo combinado (las más flexibles del sistema) apenas eran utilizadas.

Del 1 al 28 de abril, el uso medio diario fue de 9,77 centrales, con cifras frecuentes de 7 a 9. A partir del 29 de abril, el panorama cambió radicalmente: la media diaria se duplicó, alcanzando las 20,5, con cifras frecuentes de 17. Desde entonces, Red Eléctrica se ha apresurado a conectar todas las centrales de ciclo combinado y nucleares disponibles, malgastando energía renovable no utilizada y elevando el precio de la electricidad, que pagamos todos.

Esa rectificación masiva confirma que el origen del apagón fue un uso desmesurado de solar y eólica sin respaldo. Si no fuera así, ¿por qué operar ahora con un modelo tan irracional económicamente?

El Gobierno es responsable de los daños causados. Y debe rendir cuentas y depurar responsabilidades.

Esa rectificación masiva confirma que el origen del apagón fue un uso desmesurado de solar y eólica sin respaldo. Si no fuera así, ¿por qué operar ahora con un modelo tan irracional económicamente? Compartir en X

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