Se reunió este pasado miércoles en Madrid una amplia representación empresarial y política para reclamar una vez más la finalización del Corredor Mediterráneo. Se reunieron 1.300 personas procedentes sobre todo de Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía, así como los presidentes o representantes de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, el de Murcia, Fernando López Mira, y la consejera de Fomento de la Junta de Andalucía, Marifrán Caraz. Una vez más la Generalitat no estuvo presente. Ni acudió Pere Aragonès, ni tampoco se dignó a enviar a ningún consejero, aunque para Cataluña este corredor es una reivindicación histórica.
No se entienden las actitudes del gobierno catalán porque por un lado se dedica a ponerle la alfombra roja al gobierno español, y por otro practica gestos de este tipo por cuestiones que no son políticas, en el sentido de partidistas, sino de interés general. Es una mala forma de relacionarse con nuestros vecinos. No ir a estos actos económicos, como hace pocos días ya ocurrió con el encuentro en Zaragoza, no es hacerle un pulso al estado, sino un desprecio a las comunidades vecinas y un echarse piedras en el propio tejado. No es que sean gesticulaciones vacías de contenido, es que son actos contrarios a los intereses y necesidades de Cataluña .
El Corredor Mediterráneo es una obra prevista desde hace 25 años, y si se hubiesen cumplido los plazos haría una década que estaría terminado. No ha sido así y cada gobierno de turno ha ido llenándose la boca de compromisos y al mismo tiempo incumpliéndolos. Sánchez no es la excepción, el pasado año Luís Ábalos, ministro de transportes, anunció que la obra estaría en pleno funcionamiento en el 2025. Ahora, poco más de 12 meses después, Sánchez ya lo retrasa un año y lo sitúa en el 2026. Pero personas conocedoras del estado de los proyectos consideran que Sánchez enreda una vez más al personal, porque hay tramos en los que la obra no ha sido comenzada y en otras que ni siquiera está licitada. Eso sí, la ministra que, recordémoslo, es del PSC, no se pudo estar de declarar que en el 2023 ya se podrá viajar más rápido desde Murcia, Albacete y Cuenca hacia Madrid y todo el norte de España. Es una forma curiosa de entender el Corredor Mediterráneo.
Hay presupuestados 1.700 millones de euros para el 2022, pero como ya advirtieron los presidentes de las patronales, esto sirve de poco si después la ejecución es mínima. Porque éste es uno de los males que ha sufrido el Corredor Mediterráneo: Presupuestar y no ejecutar .
En estos momentos no se entiende que este eje que tiene un claro efecto multiplicador al considerar que cada euro invertido tiene un retorno de 3,5 euros en el PIB, y que conectaría Europa con las comunidades que producen el 45% del PIB español, se alarga y se retrasa, y que esta pésima actuación del gobierno español no comporte un alud de reclamaciones y protestas por parte de Cataluña.
Ahora mismo, en las negociaciones sobre los presupuestos , ni ERC ni JxCat, de la CUP y los Comuns, no han aprovechado la ocasión para forzar unos acuerdos inapelables en cuanto al cumplimiento, como sería una comisión de vigilancia para revisar el ejecución de las obras. Si no se realiza una acción de este tipo, el plazo prometido por Sánchez, y que significaría llegar al final del proyecto 30 años después de haberse acordado, será una vez más una promesa en falso.