Guerra y crisis de Europa: los 7 factores peligrosos

Es una evidencia que cuando finalice el actual mandato de la presidenta de la Comunidad Europea, Ursula von der Leyen, Europa tendrá una crisis profunda en su uniónSiete son los factores más peligrosos:

  1. El primer factor crítico es la guerra de Ucrania y la supeditación absoluta de la CE a la estrategia de EE.UU.. El gran peligro radica en que a lo largo de un año se han ido superando sucesivamente todas las líneas rojas autoimpuestas en cuanto al tipo de ayuda militar a otorgar a Ucrania para evitar convertirse en un conflicto que implicara a la OTAN. Porque, hagamos memoria, todo empezó con un programa de armas defensivas de escaso alcance y ayudas sanitarias. Sucesivamente, los recursos armamentísticos fueron a más en cantidad y capacidad operativa, hasta llegar a una línea roja fácilmente superada con la entrega, o la promesa de hacerlo, de tanques de última generación: los Leopard 2 alemanes, los Challenger2 ingleses y los Abrams americanos. Lo que parecía intraspasable era dotar a las fuerzas aéreas ucranianas de los modelos F-16, pero ahora ya estamos cerca también de superarla, porque Reino Unido y Países Bajos patrocinan una coalición para proporcionar un centenar de estos aviones a Kiev. Sin embargo, la llave la tiene EEUU porque esa entrega estaría condicionada a que Washington al mismo tiempo proporcionara a los países donantes el más moderno F-35.

Conclusión paso a paso nos están llevando a un escenario bélico en el que en cualquier momento puede romperse el equilibrio de contención y situarnos en una escalada bélica muy superior, lo que necesariamente significa el uso de armas nucleares tácticas por parte de Rusia.

Pero además de los problemas bélicos y económicos que conlleva la guerra, la UE sufre otros factores de crisis.

  1. Uno de ellos radica en las grandes diferencias en cuanto a las posibilidades de ayudas públicas para afrontar la crisis energética. Y aquí Alemania juega con una gran ventaja que puede desequilibrar la industria europea a su favor.
  2. El problema de la inmigración. El acuerdo de Dublín que obliga a atender a los inmigrantes en el país de llegada significó más un conflicto que una solución. Véase sino el problema que sufre Italia y el contencioso que tiene abierto con Francia, algo inédito de la constitución del Mercado Común. Alcanzar un nuevo acuerdo es una necesidad evidente.
  3. Las diferentes posiciones en relación a China . La beligerancia a la que quiere arrastrar a EEUU choca con el freno de mano que tiene puesto Alemania, consciente de que su industria no puede perder ese gran mercado.
  4. Las diferencias sobre el pacto de estabilidad que enfrenta a Alemania y al norte con los países del sur junto a Francia.
  5. Todavía no está resuelta la culminación de la Unión Bancaria, que es vital pero que está pendiente desde el 2016.
  6. Por último, una cuestión clave que afecta al elemento más emblemático de la Unión en el momento actual, la agenda verde, que cada vez encuentra más resistencia a su aplicación y sobre todo a los plazos en los que se desea realizar. La victoria en Holanda de un país nuevo de base rural que se opone a las restricciones que ahogan a ganaderos y agricultores ha sido un toque de alerta que crea otras manifestaciones distintas en este sector, como ha sido la revuelta de los agricultores polacos ante la entrada masiva de cereales ucranianos. Sin embargo, siendo el campo la punta de lanza de la resistencia a la agenda verde, la cuestión no queda resuelta, ni mucho menos, porque tal y como está planteado, el programa significa cargar sobre las espaldas de la gente unos costes crecientes sin contrapartidas que afectarían, como siempre, a las rentas inferiores y a buena parte de la clase media. El PPE de la mano de su presidente, Manfred Weber, ha alzado la bandera por primera vez de la revisión de la agenda verde. Una cuestión a la que se ha añadido insospechadamente el presidente Macron y que ha supuesto una respuesta muy dubitativa por parte Von der Leyen.

Todos estos factores son altamente disgregadores y conflictivos cogidos uno a uno, pero en su conjunto generan una masa crítica que puede romper la UE.

Ésta será la agenda que deberá asumir Pedro Sánchez a partir del 1 de julio, cuando le corresponda la presidencia rotatoria de la UE. Las demandas que la realidad le imponen van mucho más allá de afrontar el tema de la inmigración que, siendo una cuestión importante, no es ni mucho menos la más peligrosa. El presidente español tendrá que hacer mucho más si no quiere que dentro de medio año Europa viva sumergida en una crisis de proporciones jamás vistas.

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