Barcelona tiene dos patronas de larga tradición popular: la Virgen de la Merced, al inicio del otoño, que es la de mayor dimensión histórica y más arraigo, y la de Santa Eulalia, que es la fiesta mayor del invierno. En torno a ellas, a lo largo del tiempo, el pueblo ha ido celebrando año tras año fiestas que han generado costumbres y tradición.
No es un hecho extraordinario, ya que todas las poblaciones de nuestro país tienen en torno a una identidad religiosa la celebración popular, lo que las ha transformado en un patrimonio cultural y tradicional. A veces, este patrimonio ha llegado hasta el extremo de casi perder el vínculo que lo conecta con la creencia religiosa, como la gran celebración de la Patum de Berga.
Con todo, lo que es evidente es que la fiesta en la calle tiene un correlato también popular de signo religioso, cuyo centro suele ser la misa, que puede ir acompañada de otras manifestaciones. Por ejemplo, en el caso de la Mercè, este domingo 22 de septiembre, la procesión de las 18:30 horas se trasladará desde la Basílica hasta la Catedral. Además, como es lógico, habrá la misa del día 24.
Todo esto ha convivido a lo largo de los años con la fiesta en la calle en perfecta armonía. Pero he aquí que llegó Colau al Ayuntamiento y, con ella, la gente de IC. En 2015 decidieron suprimir la mención de la celebración litúrgica en el programa de fiestas. El año pasado, Collboni mantuvo esta censura, si bien estaba muy cerca la celebración electoral, y muchos pensaban que, este año, se volvería a la normalidad.
Y parecía que así era. La Vanguardia, este sábado, de una manera destacada, informaba que el programa oficial de las fiestas de la Mercè, que distribuye el Ayuntamiento, recuperaba la mención de la misa, poniendo fin así a la interrupción de Colau. Cabe decir que ya el año pasado Collboni hizo acto de presencia en la misa y probablemente lo repetirá este año.
Sin embargo, en esta ocasión, representa una fuerte contradicción porque no transcurrieron ni 24 horas desde aquella información de La Vanguardia, cuando el mismo diario informaba que la inclusión de la mención de la misa en el programa respondía a un “error técnico”, y que el alcalde ya había ordenado la retirada tanto de las páginas de la web como del programa.
Las razones que aduce Collboni, en ningún caso explican en qué consiste el error técnico, porque si copiaban el programa del año anterior, la misa no estaba presente y, por lo tanto, alguien la introdujo. Sería necesario que el Ayuntamiento nos explicara en qué ha consistido esta equivocación, porque el argumento que dan para quitarla es inconsistente.
Señala que lo hace “atendiendo a su vocación popular y laica”. Pero, ¿se quiere un evento más popular que la misa de la Mercè, con siglos ininterrumpidos de celebración y con un gran calado humano en la ciudad? ¿Qué entiende Jaume Collboni por popular? ¿Qué reconocimiento le merecen las tradiciones de nuestra ciudad?
No se puede ser alcalde de Barcelona si no se aprende a ser respetuoso con lo que es y ha sido a lo largo del tiempo, si no se reconoce la historia de la ciudad. ¿Hay que recordarle al alcalde de Barcelona qué significa “laico” en el ámbito en el que él lo aplica? Laico significa neutralidad de las instituciones, que estas no tienen ninguna confesión religiosa, pero que las respetan y las acogen. Laico no tiene nada que ver con laicismo, que significa la exclusión religiosa y, por tanto, también cultural, que es lo que ha aplicado Collboni.
Así, el alcalde revela su opción por el laicismo como guía para la gestión de la ciudad. El programa de las fiestas de la Mercè acoge multitud de celebraciones, la mayoría organizadas por el mismo Ayuntamiento, pero otras que responden a iniciativas populares y ciudadanas. La celebración religiosa es una de ellas, y es la única excluida. ¡Qué paradoja!: lo que da nombre a la celebración está cancelado por voluntad de la alcaldía.
Después, Illa, secretario general del PSC, desde el otro lado de la plaza Sant Jaume, nos hablará del humanismo cristiano. Es su opción, pero lo que no es una opción es que desde un lado de la plaza se nos diga esto, y desde el otro se cancele toda referencia a la celebración por antonomasia, la de mayor tradición de las fiestas de la Mercè: la misa en honor de la patrona. Las dos cosas a la vez, por parte del mismo partido, el PSC, no son posibles.
O bien el humanismo cristiano es un brindis al sol, o bien la cancelación de nuestras tradiciones y costumbres porque tienen un trasfondo religioso no puede coexistir con él. En este punto, Salvador Illa y el propio PSC tienen la necesidad de dar una respuesta.
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Y lo proximo de sr illa es la independencia y si no ya lo veran.