El objetivo reiteradamente confeso de Ada Colau es que en el 2030, solo faltan 7 años, 1 de cada 3 calles del Eixample sea lo que llama un eje verde. En realidad será una calle peatonal con trazas de plantaciones que en modo alguno configuran un espacio verde.
Esta acción es evidente en el centro de la ciudad, en Consell de Cent y otras calles, pero también se entiende en la periferia del Eixample, como se pone de manifiesto ahora con el crecimiento de la manzana de Poblenou, la primera que se inició en la calle Almogàvers entre Juan de Austria y Pamplona, y que ahora se extenderá a las calles entre Badajoz y Roc Boronat.
También queda claro con esta ampliación, lo que pasará en Consell de Cent, Comte Borrell y Girona. Los coches no podrán circular, pero las bicicletas y patines sí que podrán hacerlo con plena autorización municipal. La única exigencia será que estos vehículos personales vayan a la velocidad de los peatones.
Naturalmente es una norma imposible de cumplir. Primero, porque no la respetarán, como es evidente. Segundo, porque no hay nadie que la haga respetar porque la Guardia Urbana sigue siendo una especie en riesgo de extinción y, por tanto, desaparecida de las calles. Y aún una tercera y lógica razón, si una bicicleta va a paso de peatón sencillamente cae, no puede circular porque para mantener el equilibrio necesita, como es obvio, un mínimo de velocidad.
Pero todo esto les da igual a Janet Sanz y a los geniales planificadores del Ayuntamiento, porque su especialidad es crear un mundo imaginario y después querer que la realidad se adapte a éste, algo que evidentemente no ocurre nunca.
La idea de que de esos ejes verdes nada, se hace también patente con esta ampliación del Poblenou. ¡Afecta 10.000 m², una hectárea, y al mismo tiempo anuncian a bombo y platillo que habrá 100 árboles! Es decir 1 árbol cada 100 m2. Ya me contará el verdor que esto significa. Lo que sí queda claro y es rotundo es que se va liquidando sistemáticamente la posibilidad de circular en coche por Barcelona y eso afecta a quienes vienen de fuera a trabajar o a hacer gestiones y también a los propios residentes.
Lo que todavía estamos pendientes de saber por mucho que lo reclamamos es el coste total de la supermanzana. ¿Es cierto que puede significar del orden de 700 millones de euros? En todo caso podrían empezar por decirnos a cuánto les sale cada m² de calle transformada. 25.000, ¿30.000 euros? No se puede entender una reforma de esta dimensión sin saber la cantidad de dinero que se está hipotecando. Y todavía una segunda cuestión: ¿qué valoran que significará el aumento del mantenimiento de estas calles especiales? Porque si este hecho no se contempla, es evidente que tendremos entonces no serán “ejes verdes” sino calles degradadas.
La manzana de Poblenou también pone de relieve otro factor de degradación que afectará a algunas de estas calles como es la práctica sistemática de botellones que alteran gravemente la vida de la vecindad.
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