Colau planea prohibir la circulación al 33% de los vehículos que circulan por Barcelona

Con certeza, el titular habrá parecido una exageración. ¿Cómo puede ser que se quiera evitar que circule la tercera parte de los vehículos que actualmente lo hacen por Barcelona? Pues la cifra corresponde exactamente a la realidad. El Plan Metropolitano de Movilidad Urbana 2019-2024, sitúa enero de 2022 como fecha posible para prohibir la circulación por el interior del espacio de Barcelona, limitado por las rondas, a todos los vehículos que disponen de la etiqueta amarilla de la Dirección General de Tráfico. Es decir, los diesel matriculados entre los años 2006 y 2013 y los de gasolina del 2000 al 2006.Por lo tanto, dentro de poco más de un año los coches de etiqueta amarilla vivirán con el riesgo de suprimirles el derecho a circular por Barcelona, ​​sin que ello signifique que dejen de pagar todas las cargas que soportan: fiscalidad, seguros, etc. Una tercera parte de los barceloneses con coche pagarán por tenerlo cerrado el garaje.

Es un paso más en la «cruzada» de Ada Colau y los Comuns, con la aquiescencia del PSC con quien gobierna en coalición, contra el coche. Pero ahora ya no se trata de una pequeña parte del parque, sino de un espesor excepcionalmente grande, uno de cada tres . Naturalmente esta medida ya tiene un efecto inmediato que es la pérdida de valor de estos coches en el mercado de segunda mano. Este es ya de entrada el primer coste de los chistes de Ada Colau. Que la medida se aplique en enero o meses después es irrelevante porque el daño ya está hecho.

¿Cómo es posible que una persona piense en plena pandemia en crear un problema tan grande a un número tan grande de familias que ven como además de estar en ERTE o en paro o tener un negocio cerrado o subsistir a duras penas, encima le obligarán a prescindir del coche o a comprarse uno nuevo que sin duda alegra a las grandes empresas automovilísticas? De hecho el planteamiento de Colau parece que vaya de la mano de la bajada de ventas de vehículos nuevos. ¿Qué mejor manera para incitar a la compra que prohibir el 33% de los vehículos que puedan circular por Barcelona?

Aparte de hechos de este tipo, se producen otras alucinantes.

Colau ha decidido que alquilará pisos turísticos para familias vulnerables. Si lo dejáramos aquí diríamos «hombre, qué buena idea!», Pero la realidad es que, como muchas otras iniciativas de la alcaldesa, esta medida sólo se aplica a 22 paupérrimas viviendas que no tienen ningún impacto sobre la magnitud del problema, por las que además el Ayuntamiento pagará por cada una de ellas ¡1.400 euros al mes ! Ya me diréis si este es un enfoque racional del uso del dinero y de los problemas de la vivienda.

Mientras todo esto sucede, en Barcelona cada vez más se produce una división profunda entre la parte de la ciudad duramente afectada por la pandemia, que es sobre todo el área central y los barrios donde había un fuerte impacto turístico, con la otra que más o menos va haciendo en función de la renta y la tasa de paro de sus residentes. A pesar de esta situación, el nuevo Plan de Barrios de Barcelona obvia la naturaleza de este problema, y ​​se concentra en territorios que sin duda tienen muchas necesidades pero que no están abocados a convertirse en un agujero negro como buena parte del área afectada por el descenso del turismo. El nuevo Plan de Barrios 2021-2024 de Colau destinará 150 millones de euros a barrios que ya gozaban de este programa y añade nuevos: el Verdum, Can Peguera, el Turó de la Peira, la Prosperidad, Carmel, Can Baró y el Pueblo Seco; en total son 24. De estos 24 barrios, sólo 2, el Raval y el Gòtic sur, forman parte de este Plan

En lugar de concentrar al menos durante estos 2 primeros años los recursos en el área urbana derrumbada por coronavirus y en riesgo de degradación, lo dispersa entre 24 barrios, con una inversión que se distribuirá a lo largo de 4 años y que supondrá un valor medio de 1,5 millones por barrio al año . Una cifra que no permite abordar a fondo ninguno de los grandes problemas. Es simplemente la perdigonada que permite subsidiar una parte de la población para captar el voto.

Barcelona merece otro tipo de política.

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