No es ninguna sorpresa, el gobierno de Barcelona es un defensor acérrimo de la prostitución como trabajo sexual. Que no se estudie en la FP ni en las universidades, no es inconveniente para que los Comunes de la alcaldesa tengan a gala hacer esta rotunda afirmación, que ahora se ha hecho evidente y formalizada en los debates en el Congreso.
Como es sabido se ha aprobado en el Parlamento la proposición de ley para prohibir el proxenetismo en todas sus formas y sancionar a los clientes de la prostitución. Esta propuesta del PSOE salió adelante por mayoría y sobre todo gracias al apoyo del PP, que como puede verse, cada vez más le salva los platos a los socialistas. Pero en esta ocasión se produjo un hecho infrecuente. Ya no sería noticia que UP votara contra su propio gobierno, esto es un plato habitual en la mesa del Congreso, y en este sentido la gobernación española ha hecho una importante aportación a la ciencia política: cómo es posible gobernar y al mismo tiempo estar en el oposición en una aplicación brillante de una de las características de la física cuántica, la posibilidad de que una partícula ocupe dos posiciones simultáneamente.
Pero, no nos perdamos en disgregaciones, la noticia del Congreso fue que el grupo de UP votó dividido porque los diputados de la familia política de Colau se opusieron a la norma del PSOE que sí apoyaba al resto de miembros de UP. Y, además, explicaron las razones de su radical discrepancia en eso de prohibir la prostitución. Consideraron la propuesta de los socialistas «moralista, paternalista, punitivista, porque no escucha a todas las mujeres, no tiene garantías, mezcla tráfico de personas con prostitución». Colau sostiene que hay mujeres que se dedican a la prostitución, disponiendo de otras opciones, porque es un trabajo que les gusta. La diputada socialista, Adriana Lastra, les contestó que «el comercio con el cuerpo de las mujeres es el último residuo del sistema esclavista». Como se puede contemplar, el “diálogo” entre los aliados no se está de nada y las bofetadas entre el feminismo, ahora por la prostitución antes por los trans , cada vez más se asemejan a la pugna entre leninistas y trotskistas. Lo que no está claro es quien hace cada papel.
Pero no es sólo en materia de prostitutas donde radica el enfrentamiento, también en el porno existen grandes diferencias. Porque la alcaldesa de Barcelona, como no podía ser de otra manera, es una acérrima defensora del porno, motivo por el que la capital de Cataluña acoge cada año, lo hará dentro de poco otra vez, uno de los mayores salones del porno de Europa, con grandes exhibiciones en vivo y directo donde la juventud puede educarse en prácticas que, según los malintencionados, estimulan después las violencias en manada. Se trata de gente que no sabe ver la vertiente creativa y liberadora de esta práctica.
Pues bien, lo que hace Colau y su feminismo redentor de hombres, hasta el extremo de crear el Centro de las Nuevas Masculinidades que se compromete a remodelar el cerebro a quienes realizan los cursos pertinentes, lo que para el otro lado del feminismo es pecado mortal. Precisamente una de sus más caracterizadas y agresivas portavoces, la escritora Laura Freixas, publicaba un artículo de absoluta descalificación, “La batalla del porno”, en La Vanguardia. Mucho nos tememos que esta feminista, dura castigadora de todo lo que puedan ser hombres, a pesar de sus méritos en este terreno, nunca gozará de la oportunidad de hacer el pregón de la Mercè en Barcelona.
Cuando Colau habla de su modelo de ciudad y dice que es único, tiene toda la razón del mundo y es necesario incorporar en su descripción el progreso para conseguir que Barcelona sea una de las capitales europeas de la prostitución y el porno. Voluntad para lograrlo no le falta, con la aquiescencia de su segundo y representante socialista, Collboni, y la oposición colaboradora de ERC, con Maragall a la cabeza.