Desde este mes de julio hasta octubre, la política en Cataluña y España puede alcanzar momentos vertiginosos.
La incertidumbre de la epidemia sigue siendo grande, porque la multiplicación de focos hace crecer el riesgo del descontrol de alguno de ellos, como ha sucedido en Lleida. También porque hay avisos serios en L’Hospitalet y, por extensión, en Barcelona, y de interrogante en la Segarra sobre la cooperativa de Guissona, que presenta muy poca transparencia con los datos. La evolución de la epidemia lo condiciona todo y hace tambalear toda perspectiva de recuperación económica. ¿Qué turismo puede venir a un país donde es obligatorio el uso de mascarilla en todo por el riesgo de contagio?
Las elecciones permanecen con la incertidumbre de la fecha, si bien la más probable es el 4 de octubre. Si se espera más, existe el riesgo de verlas alteradas por la segunda ola del Covid-19. Mientras tanto, hay una notable inestabilidad dentro de los partidos o al menos en parte de ellos. Puigdemont ha lanzado un ukase al PDeCAT y le ha hecho la jugada de sustraerle la titularidad de JxCat, dejando a los postconvergentes en la intemperie. En el ámbito del catalanismo más centrista, el PNC desprecia la negociación con Units y la aplaza hasta que no haya convocatoria de elecciones, como si éstas pudieran estar pendientes meses y meses. De hecho, es una forma de presionar contra la candidatura de Batlle: dejar pasar el tiempo esperando a que se acabe difuminando, si Units no actúa para convertirla en una apuesta sólida.
Los días 17 y 18 de julio habrá la decisiva reunión del consejo de la UE para decidir el plan de recuperación next generation UE, donde España se juega mucho y todo está muy indeterminado, tanto que posiblemente habrá una segunda reunión. Sánchez depende de una forma decisiva de los condicionantes que se establezcan para recibir las ayudas.
También debe arrancar justo pasado el verano la negociación por los presupuestos, sujetos a la evolución de la epidemia y de los acuerdos de Europa. Nunca como ahora los diputados catalanes en Madrid han tenido tanto peso y nunca como ahora tienen tan poca significación política, más cuando los ocho de JxCat pueden quedar en bandos diferentes si al final se rompe la relación entre Puigdemont y el PDeCAT; y detrás de todo esto hay un gran interrogante que va creciendo con el paso del tiempo.
¿Podemos tiene encaje en la actual política europea sin renunciar a todo su proyecto? ¿Lo puede hacer sin continuar con la actual pérdida de votos? ¿Puede sobrevivir Sánchez sin Iglesias?