Cataluña. Todas las soluciones son democráticamente malas

Si se descarta el tripartito, todas las soluciones para constituir un gobierno en Catalunya son malas y eso, tarde o temprano, se paga. Es así porque la democracia para ser eficaz, que es lo que la justifica, debe ser representativa e inclusiva. Si no tiene estas dos condiciones, ni es democracia ni sirve para gobernar bien. Estas condiciones elementales se olvidan porque los partidos, con la necesaria ayuda de los grandes medios de comunicación, han convertido la política democrática en un simple juego de poder y la han reducido a una mecánica que consiste en llegar a ella, y todo lo demás no cuenta. Estamos años lejos de las prácticas más comunes en Europa.

Por ejemplo, ahora mismo, Holanda ha tardado 6 meses en poner de acuerdo a los partidos para configurar un programa de gobierno. Y ésta es una primera clave. Un programa que ha sido conocido a lo largo del proceso de elaboración y que será público y al alcance de todos los electores. Es una coalición formada por la extrema derecha, que ganó las elecciones, pero que renuncia a presidir el gobierno para facilitar el acuerdo al partido liberal, al partido demócrata cristiano y al partido de los campesinos y ganaderos, el BBB, que obtuvo unos extraordinarios resultados electorales.

Está claro que en España esta condición de inclusividad y representatividad poco la tiene el gobierno Sánchez, como lo constata el hecho de que no haya logrado aprobar presupuesto, que es, no lo olvidemos, la razón primigenia de todo gobierno, y que cuando no lo logra al menos hace cuestión de confianza o convoca nuevas elecciones. Lo que se está haciendo en Madrid está muy cerca de la ficción democrática, pero lo que se quiere hacer en Catalunya puede ser peor si prospera la idea de Illa de gobierno en solitario, imitando a Collboni en el Ayuntamiento de Barcelona.

Illa quisiera gobernar con sólo el 31% de los escaños, el 27,9% de los votos, que apenas representan al 17% de los electores. Esto no sería democracia, sino una parodia de la misma sólo posible por la dictadura de los partidos, la partitocracia, y la existencia de una ciudadanía mayoritariamente pasiva, y unos liderazgos sociales de vuelo gallináceo. En estas condiciones, Illa no puede gobernar y eso es una evidencia, repitámoslo, democrática.

Puigdemont quiere dar un doble salto mortal. Ser presidente con el voto a favor de ERC, la CUP y, nada podría impedirlo, de Aliança Catalana, y lo que es más importante, la abstención del ganador, el PSC, para que pudiera formar gobierno en una segunda ronda de votaciones. Desde el punto de vista de la legitimidad y la legalidad, haría exactamente lo mismo que el gobierno Sánchez. Sería más representativa que la de Illa en solitario, pero evidentemente daría lugar a un gobierno muy extraño, si bien en este caso, como en el hecho holandés, lo importante sería no tanto que votaran a Puigdemont como que se pusieran de acuerdo en un programa concreto de gobierno y lo explicaran. Si esto lo lograran tendríamos algo tan apañado como pueda ser el caso holandés. Si sólo se trata de votar a personas, el desastre está garantizado.

En el fondo existe un problema clave. ERC, el partido que puede determinar cuál sería el tipo de gobierno que se haga, se ha roto. El actual presidente de la Generalitat se va a casa. Al igual que la secretaria general, Marta Rovira, y Junqueras, ¡ay Junqueras!, que primero hace una carta ofreciéndose para lo que sea necesario a los ciudadanos y al día siguiente, visto el revuelo interno, dice que también se retira, pero… deja la lleva abierta a volver muy pronto en el congreso que anuncian que será noviembre. Muchos meses en el vacío para el partido que tiene la respuesta al gobierno de Catalunya, con el agravante de unas elecciones europeas dentro de cuatro días que afrontará en plena crisis y debe seguir haciendo política en Madrid y, por tanto, apoyando a Sánchez (o no) con una alianza que ha sido decisiva en su debacle. ¿Qué camino acabará escogiendo ERC y cuándo? Porque si, claro, ahora favorece al gobierno de Illa o al de Puigdemont y en noviembre hacen un congreso que no piensa lo mismo, el desbarajuste político será monumental.

Solo hay dos caminos. Uno, el holandés: una negociación entre partidos que garantice una representatividad suficiente con base a pactar un programa electoral claro, concreto y al alcance de todos los ciudadanos. Esto, o hacer lo que con puridad democrática procede: si el mandato de los ciudadanos no ha sido suficientemente claro, como parece, o resulta inviable de cumplir, hay que volver a llamar a la ciudadanía para que decida. Estos son los valores y riesgos de la democracia de verdad.

Por cierto, que ERC tiene una forma fácil de resolver ahora su callejón sin salida: que sin esperar al congreso haga una consulta a todos los afiliados para decidir qué opción toman. Esto también sería practicar la democracia.

Creus que es podrà formar govern a la Generalitat o s'anirà a unes eleccions anticipades?

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