AIReF ha hecho públicos los resultados de la composición del PIB por comunidades autónomas del cuarto trimestre de 2021. El crecimiento está encabezado por los que más cayeron el año anterior y a consecuencia del impacto turístico. Concretamente el PIB creció en las Baleares un 11,8%, Canarias 8,8%, seguido de Cataluña en 6,5% y la Comunitat Valenciana 6,4%. Son cifras claramente por encima de la media española del 5,2%, que es exactamente la que logró Madrid. Por tanto, un buen resultado para Cataluña que le permite encarar con optimismo el año actual. Sobre todo confiando en que la bonanza turística le permita una clara recuperación, que es lo que augura el informe presentado este jueves por la Cámara de Comercio de Barcelona. En consecuencia, desde el punto de vista del crecimiento de las macromagnitudes, el horizonte es claramente positivo.
Pero, al mismo tiempo, Cataluña es la comunidad autónoma, junto con Canarias, de las que se tienen datos, que presenta unos niveles más elevados de exclusión social de acuerdo con el informe de Cáritas llevado a cabo por la fundación Foessa, que habitualmente elabora sus estudios. El índice de exclusión social realizado por esta organización, se elabora de acuerdo con 37 indicadores que van desde el empleo a la educación, pasando por la vivienda y la capacidad de consumo, entre otros factores. El informe se ha llevado a cabo sobre 10 comunidades autónomas españolas porque de las restantes (Aragón, Santander, Navarra, Galicia, Extremadura y Baleares) no se dispone de datos.
Cataluña y Canarias ocupan el primer puesto con un 29,1% de población en exclusión social, 6 puntos más que la media española. Madrid se sitúa en el 22,3%, Andalucía 26,3%, y claramente superada por Cataluña. Y las mejores son País Vasco con 16,3%, Asturias 15,9%, Castilla León 17,9%. Es un pésimo resultado y demuestra que existe una acusada diferencia entre el crecimiento de las macromagnitudes y su repercusión social, fenómeno ciertamente peligroso.
El problema número uno en cuanto a generar esta situación de exclusión es la carencia de ingresos, bien porque no se tiene trabajo o porque las rentas de ayuda no llegan, en definitiva, paro y falta de colchón social. El segundo bloque es la condición de extranjería. Abunda mucho más entre las personas inmigradas. Pero, atención, porque el tercer bloque, y ésta es una observación que se reitera en el tiempo, es consecuencia de las familias con hijos. Aquellas que tienen descendientes menores de 18 años en los hogares sufren de forma más acusada la exclusión social. Más, incluso, que los hogares monoparentales, que normalmente son presentados como un foco de pobreza.
Una vez más la absoluta carencia de ayudas a la familia contribuye al desastre social y de manera particular en Cataluña. Parece mentira que no se haya implantado ayuda alguna, a pesar de la abundancia de datos que indica las consecuencias negativas que tienen para muchas personas el hecho de tener hijos.
El estudio también permite constatar cómo el ingreso mínimo vital del Estado y la renta garantizada de ciudadanía no cumplen con su misión. La primera sólo alcanza un 13% de las personas en situación de pobreza severa, mientras que la segunda, la catalana, sólo lo hace en un 28%. Una vez más se pone de relieve la incapacidad de las administraciones para resolver problemas incluso cuando existen recursos para hacerlo.
En resumen, el problema de la elevada tasa de paro, la situación de la inmigración, el abandono de las familias con hijos y la ineficacia de las administraciones, concentran las causas de la destrucción social que después de seis oleadas de covid ha operado en Cataluña y de cómo el crecimiento del PIB envía un mensaje equivocado sobre el bienestar real de la población.