Cataluña: desastre demográfico. La Generalitat impasible el gesto (2)

Uno de los factores centrales de la crisis demográfica catalana es la bajísima tasa de fertilidad. En 2010, la fecundidad ya estaba por debajo del nivel de reemplazo: la catalana media tenía alrededor de 1,4 hijos a lo largo de su vida. Quedaba lejos el baby-boom de los años 70, cuando era común tener 2 o 3 hijos. Durante el breve repunte de mediados de 2000, Cataluña alcanzó un Índice Sintético de Fecundidad de 1,5 (en 2008), pero desde entonces la tendencia es descendente.

En la última década, la tasa de fecundidad se ha desplomado aún más: actualmente ronda tan sólo los 1,1 hijos por mujer, un mínimo histórico. De hecho, en 2023 el indicador coyuntural de fecundidad tocó los 1,10 hijos por mujer, y solo 1,06 entre las mujeres de nacionalidad española, considerando, además, que las católicas practicantes son las que permiten superar la media del 1 pelado o incluso menos, porque tienen una fertilidad superior, si bien no llega a la cifra de reemplazo que claramente superan las mujeres musulmanas con 3,2 hijos por mujer.

Esta cifra de Cataluña está muy por debajo del umbral de reemplazo generacional (2,1) y sitúa a Cataluña entre las regiones con menos nacimientos por mujer del mundo desarrollado.

Por ponerlo en contexto, la media de la Unión Europea (UE) ronda los 1,5 hijos por mujer, con países como Francia cerca de los 1,8 hijos por mujer, gracias a políticas familiares más sólidas. Incluso países de nuestro entorno como Suecia o Reino Unido se mantienen alrededor de 1,6-1,7 hijos por mujer. España, en su conjunto, figura entre los más atrasados ​​de Europa con solo 1,12 en 2022, cuando en 2020 tenía 1,19, y Cataluña se alinea con ese nivel bajo (en 2020 Cataluña registró 1,21).

La comparación global es aún más llamativa: la media mundial de fecundidad es de aproximadamente 2,3 hijos por mujer (2023), el doble que la catalana. Es decir, Cataluña tiene hoy una de las tasas de natalidad más bajas del planeta, comparable a la de Italia o Malta, e incluso inferior a la de muchas sociedades envejecidas de Europa del Este.

Esta «infertilidad estructural» -como la han llamado algunos demógrafos- se explica por múltiples causas sociales. Entre ellas se encuentran el retraso de la maternidad (cada vez se tiene el primer hijo a una edad más avanzada), las dificultades de conciliación entre trabajo y familia, la inestabilidad laboral de los jóvenes, el difícil acceso a la vivienda, la menor formación de parejas estables y, en general, la falta de apoyos públicos a la maternidad y la paternidad, y también por una cultura contraria a la maternidad y a su significado.

En Cataluña (y España) las mujeres han pasado de tener casi 3 hijos en los años 70 a tener solo 1 actualmente, en gran parte por estos factores sociales.

El resultado es una fecundidad crónicamente baja. Mientras que países como Francia o Suecia, con fuertes políticas de apoyo a las familias (guarderías asequibles, bajas parentales generosas, ayudas económicas), han logrado mantener tasas de 1,7-1,9 hijos, en Cataluña las familias siguen percibiendo obstáculos importantes por tener hijos. Esta brecha en políticas familiares se refleja directamente en la diferencia de natalidad.

Menos nacimientos cada año

La consecuencia directa de la baja fecundidad es el descenso continuo de nacimientos. Tras el máximo de nacimientos alcanzado en 2008, cuando nacieron 89.024 bebés en Cataluña, la cifra anual de nacidos vivos no ha dejado de caer. En 2010 todavía se registraban alrededor de 75.000 nacimientos al año, pero a partir de entonces comienza una década de descenso pronunciado. Cataluña encadena año tras año récords a la baja en número de nacidos, reflejando esta «huelga de cunas» demográfica.

La caída es notable tanto en cifras absolutas como relativas. En 2008 nacieron casi 89.000 niños; en 2023 solo fueron 54.182, el nivel más bajo de los últimos 30 años.

Esto significa un descenso acumulado de 35.000 nacimientos anuales en quince años (-40%). Solo en la última década (2013-2023) la natalidad catalana se redujo en torno a un 6% cada tres años. Desde 2009, el número de nacimientos disminuye de forma continuada: de promedio, 1.740 nacimientos menos cada año durante la última década.

De hecho, prácticamente cada nuevo año ha sido más bajo que el anterior en lo que a partos se refiere. Hubo caídas abruptas, entre 2012 y 2013, cuando los nacimientos pasaron de 77.400 a 71.600 (seis mil bebés menos en solo un año), coincidiendo con la resaca de la recesión económica. Tras 2014, el descenso se ha mantenido en unas pocas centésimas o pocos miles menos cada año, pero acumulativamente han llevado la natalidad a mínimos históricos.

En términos relativos, la tasa bruta de natalidad (nacimientos por cada 1.000 habitantes) se ha desplomado. En 2009 era de 11,4% (es decir, 11 nacimientos al año por cada mil habitantes); en 2023 bajó a tan solo 6,8%.

Esto refleja que, incluso con una población catalana algo mayor hoy que hace diez años, nacen muchos menos niños proporcionalmente. Cataluña ha pasado a tener una de las tasas de natalidad más bajas de Europa, similar a la de Italia o Grecia. En otras palabras, la base de la pirámide poblacional se estrecha cada año: ingresan menos niños en las cohortes jóvenes, algo con consecuencias futuras (menos estudiantes, menos jóvenes en el mercado laboral dentro de 20 años, etc.). Las proyecciones oficiales auguran que esta tendencia continuará en los próximos años si no se produce un drástico cambio.

Cataluña: desastre demográfico. La Generalitat, impasible el gesto (1)

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