Los datos en tiempo real que nos proporciona uno de los servicios de CaixaBank Research nos permite ver cómo acabamos el año en Cataluña en relación a dos conceptos básicos para la economía, es decir, el bolsillo de todos, como son el consumo presencial y los salarios. Y la realidad es que no acabamos el año de forma brillante ni con una tendencia positiva.
El consumo en términos interanuales en octubre de 2023 fue en España de 1,9%, mientras que en Cataluña fue 6 décimas inferior. De hecho, a partir de enero de este año el crecimiento del consumo presencial en Cataluña ha tendido a ser inferior al de España y con tendencia a reducirse. La cota actual es la más baja desde junio de 2019, descontando el periodo de cóvid, y uno de los más bajos desde 2018. Además, la tendencia tanto en el caso español como catalán, pero sobre todo en el nuestro, es decreciente.
También resulta significativa la situación en función del grupo de edad, porque resulta que el grosor central de la población activa, la que va de 30 a 49 años, es donde cae más el consumo presencial, mientras que la situación es mucho mejor para a los mayores de 65 años, es decir, los pensionistas, porque crecen en relación al octubre del año anterior en cuanto a su consumo, un 7%, por tanto, muy por encima de la media catalana, y es el que permite que ésta mantenga un claro signo positivo.
Y aquí está todo un toque de atención que, si nos fijamos en otros datos, constataremos que no es circunstancial. Cada vez más el peso de las pensiones es mayor en la economía catalana. Es un signo de envejecimiento, evidentemente, pero sobre todo es también un toque de atención porque significa que nuestra economía es menos brillante de lo que creemos.
Por ejemplo, en Barcelona, donde se concentra la actividad en principio tecnológicamente más avanzada, de los tres componentes que determinan la renta (salarios, excedente empresarial y transferencias, que en la práctica significa básicamente pensiones), las pensiones ya superan en cantidad el excedente empresarial. Y éste no es un signo de salud económica y menos para un país que se considera emprendedor. Es lógico que se produzcan escenarios de este tipo en comarcas como la Terra Alta, pero habría que reflexionar más y más a fondo que esto se dé en Barcelona, aunque ni mucho menos con la intensidad de aquellos territorios económicamente más deprimidos. Es todo un signo.
En relación a los salarios, también en España crecen más en el último año, de octubre a octubre, que en Catalunya. Respectivamente, un 4,2% en España y un 3,9% en Cataluña. Además, la tendencia es divergente porque en Cataluña manifiesta una clara orientación a la disminución.
En este caso, el grupo que ve una mejora más sustancial de su salario es el de edad más joven, el que llega hasta los 29 años, que alcanza un 7% mientras que el grupo central de 30 a 49, lo hace con un 4 %. Los asalariados de mayor edad, de 50 a 64 años, ven incrementar sus ingresos claramente por debajo de la media, con un 3,2%.
Las mujeres ven mejorada su retribución en una proporción claramente mayor que los hombres, un 4,1% respecto a un 3,7% y además ésta es una tendencia que viene siendo habitual desde 2017 con contados períodos de excepción.