La fotografía que los servicios de comunicación del Gobierno han difundido de Bolaños y su rostro sonriente entregando los preceptivos obsequios simbólicos al Papa, cuando este concede una entrevista privada, ha sido el eje informativo de este martes de campaña andaluza. En la fotografía se observa además la nutrida delegación española formada por cuatro mujeres y dos hombres, para mantener así junto a Bolaños la sacrosanta paridad.
La nota informativa que acompaña esa fotografía señala literalmente “hemos intercambiado alguna opinión en relación con lo importante que es proteger a las víctimas”, un sobreentendido de que se trata solo de las víctimas que presuntamente ha cometido la Iglesia. El ministro aseguró que para nada habían hablado de la nueva ley del aborto del Gobierno, pero sí de los abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia. No consta la versión de la Santa Sede, aunque no es habitual que se produzca después de visitas privadas como esta, lo cual facilita al visitador que dé su versión de los hechos.
Para el mundo católico el Papa tiene un margen de confianza extraordinario, insólito en la vida civil y política. Es lógico que así sea porque para un católico el Papa no es el equivalente de un gobernante más, sino más bien el vicario de Cristo en la Tierra. La historia demuestra que hay papas claramente fallidos, no tanto porque registren fracasos, sino porque su actuación no encaja con lo que la propia Iglesia propone. Pero estos hechos nunca han comportado dudar de la gracia, es decir, el don de Dios que posee cada Papa. Dos frases expresan bien esta idea “el Papa es el Papa“ y “el Papa no se toca”. Estos son dos imperativos católicos. Es decir; el Papa no puede ser objeto de crítica como cualquier otro gobernante, pero eso no excluye que puedan suscitarse interrogantes, y la visita de Bolaños en estos momentos es uno de ellos. ¿Por qué la Santa Sede concede al ministro que mejor representa al Gobierno después de Sánchez en una fecha donde coinciden hechos tan significativos como los siguientes?:
- Las elecciones andaluzas, cuando lo habitual es que el Santo Padre nunca reciba visitas políticas en el período electoral de un país. Se podrá aducir que se trata de unas elecciones regionales, sí pero, que se dan en la autonomía más poblada de España y que posee a ojos vista una clara interpretación a escala española.
- Recibe a Bolaños cuando el Gobierno, ninguneando al Tribunal Constitucional al no esperar la sentencia sobre el recurso de la actual ley del aborto, lanza una nueva que es inconstitucional en todo lo anterior y añade con aspectos peores el control de quienes no quieren practicar abortos entre los médicos, y el aborto de menores sin conocimiento paterno, sin reflexión y sin informar de las posibles alternativas.
- También se produce cuando el Congreso de los diputados ha aprobado una propuesta de acuerdo encargando Defensor del Pueblo la indagación del delito de pederastia, pero solo en el ámbito católico que, por su propia naturaleza, es presuntamente inconstitucional al discriminar por razón de la confesión religiosa, cosa que prohíbe el artículo 14 de la Constitución. También la propia Constitución, en el artículo 9, garantiza que los poderes públicos no tomarán medidas arbitrarias, es decir, que toda decisión será razonada, y no es el caso del acuerdo del Congreso que no explica por qué el delito se ciñe únicamente a los católicos. Sería como si se hubiera aprobado una indagación del mismo perfil sobre las okupaciones, pero solo las que realizan los gitanos. La indignación habría conmovido las paredes del Congreso, pero por lo visto en el caso de los católicos no es así, hecho que en buena parte se explica por la propia tibieza de la Iglesia al acoger sin problemas ni palabras a los autores de tanto desafuero.
- Y todavía hay otra razón como es que el próximo 26 hay convocada una gran manifestación en Madrid, precisamente con el motivo central de la nueva ley del aborto y también de las otras leyes que ha aprobado en poco tiempo este Gobierno, como la eutanasia y el suicidio asistido, o la ley educativa que castiga a la enseñanza concertada impartida mayoritariamente por escuelas católicas. También restringe y condiciona el derecho de los padres a la educación moral y religiosa de sus hijos, algo que además nunca ha sido aceptado por este Gobierno, de acuerdo con las declaraciones de las ministras del ramo, la actual y la precedente, la autora de la ley.
Con todo este bagaje es lógico preguntarse a quién sirve esta visita, y cómo después la Iglesia puede predicar con credibilidad lo que predica en relación con aquellas materias, hablar de la necesidad del testimonio cristiano en las homilías con las que el sacerdote se dirige a los laicos congregados, y a la hora de la verdad, los máximos responsables de la propia institución eclesial desorientan a sus fieles, porque no dan testimonio ante los máximos responsables de aquellas normas.
Decir que no hace falta repetir lo que ya se ha dicho en otras ocasiones es una forma como otra de hacerse trampas al solitario, porque lo importante no es que se haya dicho o escrito, sino toda pedagogía que se hace con las afirmaciones relacionadas con la doctrina católica. Así parece que Bolaños después de todo lo que ha hecho este Gobierno, puede pasearse por el Vaticano como por su casa, sonriendo a derecha e izquierda, marcando la agenda de la conversación, reiterando el foco de la pederastia en la Iglesia católica, y remarcando que no se ha hablado para nada de tratar del aborto, es lógico que las filas de la Iglesia, cada vez más vacías, la gente encuentre a faltar significantes encarnados en la realidad.
Los obispos, no digamos el Papa, porque el Papa no se toca, saben perfectamente que el encuentro con Cristo se produce a través de una presencia, del encuentro del testimonio con otro cristiano, y sobre todo con la propia Iglesia, que hace vivir la experiencia de fe en la que comienza todo. Pero en una institución eclesial que se pone de perfil en el espacio público en todas estas cuestiones, es un milagro que el encuentro se produzca. Claro está, y es un consuelo, que para los católicos los milagros existen y se siguen produciendo.