Es la eterna comparación entre las dos grandes capitales del estado. La admiración hacia Barcelona, que marcó buena parte de la segunda mitad del siglo pasado, ha dejado pie a una primacía madrileña, que muchos catalanes no se reconocen. El propio Gerard Piqué, nada sospechoso de déficit de catalanidad, lo reconocía en unas espontáneas declaraciones hace pocos días, que han reavivado el debate.
El problema es que el diagnóstico no está claro, y sobre todo es difícil porque está envenenado por la perspectiva política. El independentismo siempre verá en Madrid todos sus males y ninguna virtud, y a la inversa, quienes en Cataluña son partidarios de la unión ven en Madrid las virtudes que Barcelona ha perdido en estos últimos años. Pero todavía está el otro eje entre gente de derecha y progreso, porque en Madrid gobierna el gran estandarte del PP, Isabel Díaz Ayuso, y en Barcelona Ada Colau, que concita las iras de un amplio aspecto electoral.
El País, en su edición del pasado domingo, publicaba una amplia comparativa, aunque presentaba algunas limitaciones porque se quedaba, en algunos casos, en la superficie del dato y, en algunos otros, presentaba un sesgo estadísticamente poco elegante. Por ejemplo, Barcelona tiene mejor esperanza de vida que Madrid, pero utilizando en el caso de la capital de Cataluña datos de 2018 y omitiendo los de 2020, que corresponden al exceso de mortalidad provocado por la pandemia.
Por eso desde Converses hemos pensado que podía ser útil una mirada más atenta, que empezamos hoy ,con datos de carácter económico.
La renta por persona de ambas ciudades, que determina las condiciones de vida, es muy similar. La media se sitúa en los 16.386 euros en el caso de Barcelona y 16.700 en Madrid, referido al 2018. Si, en lugar de realizar el examen a escala individual, lo hacemos por hogares, haciéndolo equivalente a la familia , aunque no sea exactamente lo mismo, entonces la diferencia a favor de Madrid crece sin llegar a ser considerable: 42.283 euros en su caso, por 39.557 euros en el caso de Barcelona.
Sin embargo, una diferencia significativa la encontramos en la desigualdad. Madrid es claramente más desigual que Barcelona; es decir, la diferencia entre la renta más elevada y la más baja, la distancia entre ambas, tiene mayor magnitud. Esto lo expresa de forma sintética el Índice de Gini que va de 0 a 100 puntos, cuanto mayor es más desigual es el área observada. En el caso de Madrid, es de 38,54 por 36,23 en el caso de Barcelona. Más de 2 puntos de diferencia en esta escala denotan ya significación. Cabe añadir que, de acuerdo con los datos de este índice, ambas capitales presentan una mayor desigualdad que la media española, que se sitúa en el 0,33.
Estas diferencias también se perciben si consideramos los ingresos por unidad de consumo menor del 60% de la media, que es el indicador de pobreza relativa, o riesgo de pobreza. Para Madrid es de 17,08%, mientras que para Barcelona se sitúa en el 15,44%. En el otro extremo, el porcentaje de población de ingresos por el mismo concepto mayores del 200% de la media; es decir, que triplican los ingresos de la misma. En Madrid corresponde a una cuarta parte de la población el 25,37%, mientras que en Barcelona no llega, el 24,59%. Éste sería el perfil estilizado de la situación económica, ligeramente más favorable en Madrid, pero también con una desigualdad ligeramente superior.
La segunda parte de la cuestión es cómo nos ha ido después de la covid, y aquí el resultado sí que es contundente y favorable a la capital española porque el PIB del 2020 en relación al 2019 cayó un 13,81% en Barcelona, mientras que sólo lo hizo un 9,62% en Madrid. Por tanto, la ciudad condal sale del período más duro de la pandemia con un handicap importante que, de no superarse, acentuará a favor de Madrid la diferencia entre ambas capitales.