Es una evidencia ignorada. El futuro de Barcelona depende de la actividad sostenida que es capaz de generar y no está escrito en ninguna parte que su centralidad no pueda decaer. Depende de la actividad y de la accesibilidad. Si ambas van a menos, Barcelona pinchará. Ya está ocurriendo.
Si se hace más inaccesible el área central, objetivo explícito de Ada Colau, es evidente que la actividad que en ella se desarrolla se reducirá. Basta con ver la lista de obras para constatar que este problema ya es patente, porque al mismo tiempo no se ha modificado el modelo de transporte público para que haga posible una mejor accesibilidad.
Pero no se trata sólo de ese problema, que es el principal pero no el único. Otros factores operan a favor del vaciado del Eixample. Constatémoslo:
La principal área actual de expansión de Barcelona está ubicada en la más absoluta periferia, en la Zona Franca. Y su conexión natural es con Hospitalet que ha emprendido una revolución urbanística que aumentará con la cobertura de la Gran Via. La definitiva luz verde en el gran complejo de oficinas y centros de actividad de Porta Diagonal en Esplugues, que generará 234.800 m² de techo, implica la localización de actividades centrales fuera del núcleo de Barcelona.
Además se añadirá un BioClúster de Innovación y Salud y relativamente cercano a él. Existe la mala idea de trasladar el futuro Hospital Clínic detrás del hotel Rey Juan Carlos I. Y aquí hay que hacer una llamada de atención: el traslado del Clínic puede provocar un agujero negro de actividad en este ámbito de la Izquierda del Eixample. Basta con recordar lo que le ocurrió al barrio de la Rivera cuando se trasladó el Mercado Central de Frutas y Hortalizas del Born a la Zona Franca. Durante décadas toda esa zona de Barcelona se degradó. Cuando se pierde de repente una actividad exportadora, las consecuencias siempre son negativas. Es un error el traslado del Clínic tan lejos del Eixample, en lugar de aprovechar el gran espacio de la Escola Industrial. Mientras, ésta, al igual que la Cárcel Modelo, está concebida como equipamiento de muy baja intensidad que contribuirá al vaciado de la ciudad.
Las crecientes dificultades para acceder al centro harán proliferar las localizaciones alternativas en la periferia o fuera del término municipal de Barcelona. Y esto se verá acentuado por una tendencia imparable: la reducción del trabajo presencial. Es cierto que ha habido un regreso a las oficinas desde el año 2021, pero también es cierto que hay mucha más gente trabajando en casa ahora que en el 2019. Y por ahí irán las cosas, acentuadas por la dificultad de acceder a las oficinas del centro de la ciudad.
Nueva York ya sufre este problema, la generalización de 3 días de trabajo en el trabajo y 2 en casa ha generado un impacto negativo en Manhattan, que podríamos decir que es el equivalente del Eixample de Barcelona, a escala de la gran ciudad americana, por un valor que se cifra en 12.400 millones de dólares al año, porque estos dos días de menor presencia en el centro a la semana derivan en un menor gasto en este área.
El problema de Barcelona en ese sentido es doble. Cada vez existen más alicientes para que la gente no vaya a trabajar al centro y este hecho se une a la tendencia preexistente. No hay ningún estudio de cómo puede repercutir en la vida económica de la ciudad y es una manifestación más de cómo el gobierno municipal se mueve con pensamientos irracionales.
Quizá algunos piensen que todo ello se puede salvar a base de turistas. Cabe decir que es dudoso que el valor añadido de una actividad y otra sea equivalente y también cabe decir que no es deseable que el Eixample de Barcelona tenga como futuro convertirse en un parque temático.