La ayuda de 200 euros de una sola vez para los hogares de rentas bajas estará más que gastada cuando llegue a hacerse efectiva. Si bien las peticiones ya se pueden empezar a formular, existe el verano de por medio y la administración tiene sus ritmos, que como los de la iglesia no son de este mundo. Hasta octubre la burocracia no se pondrá en el trabajo para revisar si las peticiones se ajustan a las condiciones establecidas y se puede recibir los 200 euros de ayuda.
En principio la medida afecta a 2,7 millones de personas, pero, como en el caso del ingreso mínimo garantizado, entre los que se calcula que lo recibirán y los que realmente lo reciben, existe un mundo de diferencia. Las condiciones son muy exigentes.
Los ingresos por hogar deben ser inferiores a los 14.000 euros anuales, por tanto, con una sola persona que trabaje y perciba el salario mínimo ya no tendrá derecho a la compensación. O si trabajan las dos y cada una de ellas gana 7.500 euros al año, tampoco será posible la ayuda. Como se puede ver son condiciones que estrangulan mucho y aún más si se considera que deben tener un patrimonio que no supere los 43.196,4 euros , o sea que si uno tiene un pisito de propiedad en un barrio marginal y en un estado depauperado, ya se puede ir olvidando de los famosos 200 euros.
El procedimiento no deja de ser curioso, porque en lugar de examinar las peticiones en la medida en que van entrando, se acumulan todas y no empiezan a revisarse hasta que haya finalizado el plazo de presentación, que es a finales de septiembre, esto hace que el grueso del trabajo se inicie en octubre y que en consecuencia la pelota de los pagos vaya a finales de año.
Si consideramos que hasta el mes de mayo los alimentos y bebidas no alcohólicas se han incrementado un 11%, la vivienda, la luz y combustibles un 17,5%, el transporte un 14,9% y que el incremento de lo que necesita además un hogar medio a consecuencia de esta dinámica de precios son 260 euros más mensuales, queda claro que la ayuda se queda muy corta y aún lo será más cuando se perciba.
Este hecho ayuda a entender porque entre las explicaciones siempre tan positivas del gobierno para controlar la inflación y los resultados que se obtienen sobre la economía de los hogares, tengan valoraciones bien distintas, porque el gobierno prescinde de los plazos para que el dinero llegue realmente a quien los necesita y si la medida es suficiente o no, algo que ya vemos que en este caso claramente no lo es.
La paradoja de todo ello es que al mismo tiempo el gobierno nada en la abundancia económica a consecuencia de lo que duele a la economía de las personas, la inflación, porque de forma automática le hace aumentar los ingresos de los impuestos, de tal modo que en el primer período del año el Estado ya había recaudado del orden de 100.000 millones de euros, un récord histórico de recaudación. Es lógico, por tanto, que se levanten voces diciendo que la ayuda más racional sería devolver una parte de ese plus que cobra el Estado gracias a la inflación que sufren los ciudadanos y paliar así los estragos económicos que soportan.
En principio la medida afecta a 2,7 millones de personas, pero, como en el caso del ingreso mínimo garantizado, entre los que se calcula que lo recibirán y los que realmente lo reciben, existe un mundo de diferencia Share on X