El florecimiento humano: datos contra ideologías
Uno de los estudios sociológicos más ambiciosos jamás realizados -tanto por el alcance temporal como por el número de participantes y países implicados- ha sido recientemente publicado en Nature Mental Health bajo el título Global Flourishing Study (GFS). El estudio, impulsado por instituciones como Baylor University, Harvard y Gallup, constituye una herramienta clave para entender dónde y cómo florece el ser humano. Nos hemos referido a él en otro punto clave, pero por su importancia consideramos que es necesario un conocimiento directo y más detallado.
El alcance del GFS
- Muestra : 207.000 participantes en 22 países, representando el 64% de la población mundial (incluidos Argentina, México, España, EE.UU., Japón y Nigeria).
- Ámbitos evaluados: salud física y mental, felicidad y satisfacción vital, propósito y sentido, relaciones sociales, carácter (virtudes como la gratitud o el perdón), y seguridad económica.
- Seguimiento: anual durante cinco años, para captar las variaciones a lo largo del tiempo.
Resultados destacados
- Países con más florecimiento humano:
Los tres primeros del ranking son Indonesia, México y Filipinas. Un dato que sorprende si solo se tiene en cuenta el nivel de renta, pero que se comprende mejor observando dos rasgos comunes: una fuerte religiosidad (musulmana en el caso de Indonesia, católica a los otros dos) e instituciones políticas poco eficientes o corruptas. Sin embargo, la religión actúa aquí como fuente de cohesión y sentido.
Por el contrario, países desarrollados como Suecia o Estados Unidos obtienen buenas puntuaciones en seguridad económica, pero muestran un rendimiento bajo en relaciones sociales, propósito y carácter. Por ejemplo, entre dos países asiáticos, Indonesia lidera el florecimiento general, mientras que Japón ocupa los últimos puestos en la mayoría de indicadores.
- Edad y bienestar:
En contra del tópico del modelo en U (felicidad más alta en juventud y vejez), el estudio muestra que el florecimiento aumenta a partir de los 50 años. Los jóvenes (18-49 años) manifiestan menos equilibrio, menos paz interior y menos optimismo. Es un dato coherente con otros indicadores que señalan cómo nuestra época castiga especialmente a las nuevas generaciones, y esto pone en cuestión el modelo liberal-progresista dominante. - Factores clave:
- Religiosidad: asistir regularmente a servicios religiosos se correlaciona con un mayor sentido de propósito y mejores relaciones sociales.
- Experiencias infantiles: las adversidades durante la infancia (pobreza, violencia, inestabilidad) tienen un impacto negativo en el florecimiento adulto, si bien algunas personas desarrollan resiliencia.
- Estabilidad familiar: los que están o han estado casados, sin ruptura, y las personas viudas, mantienen los niveles más altos de bienestar. Esto sugiere el peso fundamental de las relaciones estables y los roles familiares bien definidos.
Una visión contraria al relato dominante
El GFS aporta evidencia empírica sólida que cuestiona la lectura feminista de género, especialmente en su versión más radical. Su tesis implícita —que el hombre es opresor por naturaleza y que es necesario combatirlo desde la identidad femenina— entra en conflicto directo con las condiciones que realmente favorecen el bienestar humano.
Desde el feminismo de los derechos civiles, pasando por la lucha por la igualdad legal y de oportunidades, hasta la actual fase de denuncia sistemática de la masculinidad, la deriva ideológica se ha ido radicalizando. El punto culminante de esta deriva se encarna en el movimiento 4B, nacido en Corea del Sur y conocido como “el movimiento de los cuatro NO”:
- no tener citas (biyeonae)
- no mantener relaciones sexuales (bisekseu)
- no casarse (bihon)
- no tener hijos (bichulsan)
Algunas versiones añaden otras negaciones: sin maquillaje, sin moda, sin cuidar el aspecto. Se trata de un rechazo globalizado a la feminidad tradicional, a la maternidad y, en especial, a la relación heterosexual.
A la sombra de la victoria de Trump, el movimiento 4B reapareció brevemente en las redes sociales de Estados Unidos. Se generó un entusiasmo efímero en TikTok e Instagram, y varias voces mediáticas recomendaban «desconfiar» de relaciones con hombres votantes de Trump o seguidores de podcasters como Joe Rogan
Pero el fenómeno se desvaneció en cuestión de semanas. Su implantación duradera en Occidente parece poco probable. El movimiento 4B es un producto de la sociedad surcoreana —altamente competitiva, con tasas de natalidad en colapso y grandes desigualdades de género— y probablemente morirá donde nació.
Sin embargo, su emergencia —aunque efímera— pone de manifiesto un choque cultural profundo sobre el género, la sexualidad, la pareja y la maternidad, especialmente en las democracias ricas. Este choque es el trasfondo de varias crisis actuales: la soledad, la recesión sexual y la caída de la natalidad.
Algunos lo han definido como heteropesimismo, un sentimiento creciente de desconfianza y frustración respecto a las relaciones con el otro sexo, especialmente entre mujeres jóvenes. Es una secuela directa de un feminismo construido sobre el resentimiento y el antagonismo.
Las ciencias sociales y los estudios rigurosos como el GFS muestran con datos que la realización humana no se encuentra principalmente en la riqueza material, sino en una red de valores relacionales, espirituales y comunitarios. Por el contrario, el feminismo de género y su rama extrema, el movimiento 4B, postulan exactamente lo contrario: aislamiento, ruptura, desconexión.
Es evidente que vivimos una época de crisis. Pero también es evidente que uno de los grandes responsables, que domina todavía el discurso cultural y político en Europa, tiene nombre y apellidos. Y su ideología no es la solución, sino parte del problema.
El punto culminante de esta deriva se encarna en el movimiento 4B, nacido en Corea del Sur y conocido como el movimiento de los cuatro NO Compartir en X