Progresivamente van surgiendo informaciones que ponen en evidencia lo que de hecho ya se sabe en cifras, el abandono de los ancianos en las residencias, y como resultado, la elevada mortalidad. Falta de recursos médicos, el veto a ser trasladados a los hospitales, porque sencillamente se prohibió evacuar a los usuarios de las residencias hacia estos centros. También en los hospitales la gente mayor que llegó por vías directas sufrió, debido al colapso, una discriminación por edad que los condenaba inexorablemente a la muerte.
En la Fiscalía hay más de 150 causas abiertas, pero hay serias dudas de que, con la actual orientación política de la fiscal del estado, prosperen las causas que tengan como responsable la administración y, por tanto, muchas de ellas. Es sintomático en este caso que mientras en Francia se haya incoado ya expedientes judiciales que afectan a altos cargos de la administración, en España los fiscales hayan rechazado sistemáticamente toda denuncia en este sentido.
Cabe recordar, que todo lo que ahora se hace evidente, tanto por la mortalidad como por varios informes como este último de Amnistía, fue negado por las administraciones públicas estatal y autonómica, a pesar de los numerosos testigos en contra. De hecho, en ese momento fueron muy pocos los pronunciamientos que criticaban la situación aportando información concreta. El primero de ellos, que fue recibido con críticas, fue el de la asociación e-Cristians, ahora se hace patente que lo que sucedió es todavía mucho más grave que lo que alertaron aquellas primeras voces.
Este informe de Amnistía, como todos los anteriores, cuestiona el papel del vicepresidente Pablo Iglesias que tiene bajo su responsabilidad política la asistencia social y por lo tanto el sistema de residencias, que si bien corresponden a competencias autonómicas, hay que recordar que éstas fueron suspendidas a través de la declaración de mando único por parte del gobierno español, asumiendo la dirección central.
Lo que preocupa en el informe de Amnistía Internacional no es sólo lo que ha pasado, sino que la experiencia no haya servido para nada porque no se han adoptado las medidas necesarias para enmendar la situación.
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