Un estudio del Pew Research Center, “5 datos sobre la opinión pública en España a medida que se acercan las elecciones” nos aporta, en uno de sus apartados, datos de interés sobre la diferente percepción de la realidad que se tiene en Cataluña respecto a la que se tiene en el resto de España. La encuesta, llevada a cabo antes de las elecciones, contó con una muestra de 1.069 entrevistas, suficiente para el conjunto español, pero limitada en cuanto a significación para la submuestra catalana. Por lo tanto, sus resultados tienen que ser apreciados con circunspección. Con todo, la tendencia sí que se puede considerar sólida. La percepción desde Cataluña es mucho más negativa en relación con la situación y perspectivas del conjunto español.
Para empezar, una aplastante mayoría de nueve de cada diez catalanes afirman que están insatisfechos con el funcionamiento de la democracia española, mientras que la percepción de insatisfacción de quienes viven fuera de Cataluña es del 63%, una magnitud crítica importante pero muy por debajo de la catalana. Es obvio que la democracia española tiene un grave problema, y este es extraordinariamente grande en Cataluña.
Aproximadamente dos tercios (64%) de los habitantes de Cataluña no están de acuerdo con la idea de que el estado funciona en beneficio de todos los ciudadanos, mientras que la proporción en el resto de España que mantienen esta misma posición es significativamente menor (53%).
Dos tercios de los catalanes ven más negativamente la situación económica de España, mientras que esta visión solo es compartida por el 53% del resto del país.
Los catalanes también son menos optimistas cuando piensan en el futuro del sistema político español, porque cuatro de cada cinco (82%) tienen una percepción negativa del futuro, mientras que para el resto de España, si bien la cifra continúa siendo alta – siete de cada diez (72%) – esta presenta una diferencia de 10 puntos porcentuales respecto a la percepción que se da en Cataluña.
Como mínimo se pueden sacar dos conclusiones: La percepción del funcionamiento de la democracia española no es buena en general, el futuro no se ve mucho mejor, y en el caso catalán todas las apreciaciones son peores.