La absolución de Trapero, formalmente bienvenida, como no podía ser de otra manera, es en términos políticos una patata caliente para el independentismo por varias razones.
Cuestiona el discurso de la falta de independencia de la justicia española, que muestra que es suficientemente independiente para presentar contradicciones tan importantes como las que puede haber entre la exposición motivada de esta sentencia de la Audiencia Nacional y la del Tribunal Supremo, que condenó a años de prisión a varios responsables del 1 de octubre. También pone de relieve la debilidad del esquema de interpretación de una parte de los jueces y las fuerzas políticas españolas en la consideración de lo que fue el 1-O. Sin embargo, hay que subrayar que es muy diferente considerar si Trapero tuvo responsabilidades o no en ese asunto al juzgar si el asunto era en sí mismo un delito o no lo era. Son dos cosas muy diferentes.
El escenario que ahora queda dibujado es que Trapero actuó correctamente, pero los hechos producidos desde la perspectiva de la legalidad española fueron graves, si bien su gravedad no guarda relación con el mando del Mayor de los Mossos. Ahora Trapero es el Mosso d’Esquadra que ostenta el grado máximo, el de Mayor y por tanto no es que le abran la puerta a volver, es que difícilmente podrían hacer otra cosa más que aceptar que se reincorpore al mando, lo que está por ver que el interesado esté dispuesto a aceptar. La realidad es que el que era jefe y actual Mayor de los Mossos tenía decidido y acreditado que estaba dispuesto a detener a todo el gobierno de la Generalitat si así le hubiera indicado la justicia. La reflexión es muy clara si ni siquiera el número 1 de la policía catalana está dispuesto a jugar la carta de la independencia, no digamos ya la mayoría del cuerpo. ¿Cómo alguien puede pensar que esta independencia es un objetivo político a un plazo razonable? Obviamente no lo es, y en este sentido hay que recordar la reciente advertencia de Mas Colell en el sentido de que Europa nunca jugará esta carta. Por lo tanto, este escenario perjudica sobre todo a JxCat y favorece a ERC, muy necesitada de circunstancias favorables, dado que su aproximación y voluntad negociadora con el gobierno Sánchez a estas alturas todavía no ha comportado ningún fruto, no ya en el terreno político, sino ni siquiera en el económico.
Lo ocurrido con Trapero no es otra cosa que el corolario que nos dice: las próximas elecciones deberían centrarse en lo que realmente nos afecta más durante los próximos 3 o 4 años: la lucha contra la pandemia y la seguridad sanitaria, la recuperación económica y el acceso y uso de los fondos de reconstrucción, así como la forma más eficaz de superar los estragos sociales producidos. Hacia donde se decante el eje de los debates señalará la madurez de los partidos políticos catalanes y de la misma sociedad, porque hoy la única mentalidad ganadora posible es la que caracterizó a los alemanes en 1946, y a Cataluña en 1940 y el 12 de septiembre de 1714: San Pancracio, salud y trabajo.
De paso, la absolución de Trapero deja totalmente maltrecho el informe de la Guardia Civil y del coronel De los Cobos, que la sentencia descalifica considerando que desorganizó el dispositivo policial. Hay también en esta derivada un efecto colateral nada menor que no beneficia en nada la profesionalidad de la benemérita.
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