Occidente, entre la polarización y la pasividad política

Un reciente estudio de dos economistas del MIT y de Harvard, Shakked Noy y Aakaash Rao, titulado El Negocio de las Guerras Culturales, intenta explicar parte de la polarización política que se ha ido extendiendo por Estados Unidos de forma progresiva en las cuatro últimas décadas a través del contenido de los informativos de televisión.

Según los autores, hay determinados contenidos que enganchan a la audiencia y otros que la hacen huir. Entre los primeros se encuentran el crimen, la inmigración, los asuntos raciales y los de género, así como la crítica hacia las élites. Sin embargo, entre los segundos aparecen la economía y la sanidad.

En Estados Unidos, pues, las cadenas de televisión han preferido centrarse en la primera categoría, las que son objeto de las disputas ideológicas, a fin de capturar a los telespectadores. Asimismo, los políticos han tendido a dar cada vez mayor importancia a estos temas.

Otros investigadores estadounidenses de las Universidades Northwestern y de Chicago establecen que en los últimos años, las redes sociales han tomado el relevo de la televisión. Pero gracias a la personalización del contenido en tiempo real que se logra mediante los algoritmos de las grandes plataformas de internet, el efecto polarizador se incrementa exponencialmente.

De hecho, como explicábamos recientemente, de todas las variantes de algoritmos sociales, la peor sería la “tipo TikTok”, que premia no el contenido que recibe más comentarios o “me gusta”, sino aquel ante el que los usuarios pasan más tiempo aunque sea de forma pasiva. Y resulta que este contenido es con diferencia el más dañino de todos, ya que es el que recompensa de forma desmedida los mensajes negativos hacia los miembros que no forman parte del grupo ideológico del usuario.

John Burn-Murdoch, periodista especializado en análisis de datos, apunta que la politización de las redes sociales también explica por qué son las mujeres jóvenes (el perfil demográfico que más tiempo le dedica) las que más radicalmente se han posicionado en la agenda cultural, causando la mayor desviación respecto al votante medio. Un desvío escorado hacia la izquierda woke.

Sin embargo, estas observaciones solo explican la mitad de la actual sociología política occidental. La otra cara de la moneda es la pasividad respecto al poder instalado a pesar de sus escasos resultados (muchas veces rotundamente negativos).

¿Cómo es posible que los votantes españoles no hayan todavía castigado no solo al presidente socialista Pedro Sánchez, sino también al jefe de la oposición popular, Alberto Núñez Feijóo? En el ámbito europeo, ¿por qué Ursula von der Leyen fue reelegida para un segundo mandato al frente de la Comisión?

Una posible explicación, avanzada por ejemplo por el economista Marc Vidal, es la creciente red de dependencia financiera que las instituciones de poder occidentales van tejiendo en torno a los ciudadanos: pensiones, sanidad pública, pero también y cada vez más subvenciones y subsidios de todo tipo, cuya cima sería la renta garantizada universal. 

De todas las variantes de algoritmos sociales la peor sería la tipo TikTok, que premia no el contenido que recibe más comentarios o me gusta, sino aquél ante el que los usuarios pasan más tiempo aunque sea de forma pasiva Compartir en X

 

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