Despierta! El peligro de Europa está en el sur

Mientras Europa mira hacia el este, obsesionada con Rusia y Ucrania, en su flanco sur se cuece una amenaza mucho más cercana y silenciosa. Al otro lado del Mediterráneo, en la franja árida del Sahel, los grupos yihadistas están transformando una región entera en un campo de entrenamiento y desestabilización. Y lo que parece hoy una crisis africana, mañana puede ser un incendio europeo.

Un desierto convertido en frontera

El Sahel —esa franja que se extiende de Mauritania a Sudán— es hoy una de las zonas más inestables del planeta. Lo que en el mapa parece lejos, en la realidad es la primera línea de seguridad del sur de Europa, separada por unas pocas horas de avión y un mar cada vez más poroso.

Tras la caída de Gadafi en el 2011, las armas y milicias libanesas inundaron el desierto. Malí, Níger y Burkina Faso se han convertido en santuarios del terrorismo islámico, donde operan grupos como Jama’at Nusrat al Islam wal-Muslimin (JNIM), afiliado a Al Qaeda, y el Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS), vinculado a Daesh. Se añaden milicias locales y redes criminales que se financian con tráfico de personas, armas y droga.

El resultado: estados descompuestos, gobiernos militares, golpes de Estado sucesivos y ejércitos incapaces de controlar el territorio. Un polvorín con la mecha encendida apuntando hacia el norte.

Malí: el epicentro del colapso

El caso más grave es Malí. El grupo JNIM ha lanzado una «guerra económica» para asfixiar a Bamako, bloqueando las rutas de suministro de carburante. La ciudad vive colas kilométricas por la gasolina, mercado negro y enfrentamientos en las gasolineras. El aeropuerto se cerró temporalmente y se suspendieron clases escolares y universitarias.

Las tropas del gobierno intentan escoltar convoyes militares con suministros, pero los yihadistas bloquean carreteras y provocan escasez de alimentos y electricidad. Varias embajadas, como las de Estados Unidos o Italia, han evacuado parte de su personal. Solo la española mantiene presencia. Rusia ha prometido ayuda -200.000 toneladas de combustible y alimentos-, pero sin calendario ni garantías. Mientras, el riesgo de que Bamako caiga es real.

Si esto ocurre, Malí podría convertirse en el primer estado plenamente yihadista de África, un “nuevo Afganistán” a tres días de las costas españolas. Y, detrás, Burkina Faso, Níger e incluso Mauritania podrían seguir el mismo camino.

Efectos directos sobre Europa

Presión migratoria desbordada

Según Frontex, más del 40% de la inmigración irregular hacia Europa en 2024 procede directa o indirectamente del Sahel. Cuando el hambre y la guerra se juntan, millones de personas buscan una salida y la ruta hacia el Mediterráneo es la más corta.

Tráfico de drogas y armas

El Sahel se ha convertido en el corredor atlántico de la cocaína: entra por Guinea-Bisáu, atraviesa Malí y sale hacia el Mediterráneo. Las mismas rutas sirven para el tráfico de armas, que terminan financiando a los grupos radicales.

Radicalización e infiltración

Las redes yihadistas utilizan las rutas migratorias para infiltrar agentes o simpatizantes, manteniendo contacto con comunidades vulnerables ya establecidas en el sur de Europa. Es un terrorismo de baja intensidad, pero de alto impacto simbólico.

Vacío de poder y riesgo geopolítico

La retirada de Francia (Operación Barkhane) ha dejado un vacío que Rusia llena a través del grupo Wagner y contratistas militares. China, mientras, avanza económicamente. Europa, absorta en su política interna, ha abdicado de su papel y ha dejado su frontera sur en manos ajenas.

Europa, ciega frente a su flanco sur

Miopía estratégica

Bruselas mira hacia el este y olvida el sur. «Europa defiende Ucrania con drones y olvida que su frontera real comienza en Níger», advierte un analista francés. Mientras, el Magreb se desestabiliza y el Mediterráneo se convierte en un puente abierto.

Fatiga poscolonial

Los antiguos imperios -sobre todo Francia- temen ser acusados ​​de neocolonialismo y prefieren retirarse antes que ser criticados. El resultado es que Moscú y Pekín ocupan el vacío.

Falta de liderazgo político

Ningún gobierno europeo quiere reconocer que la seguridad de Sevilla, Marsella o Cagliari depende del control del Sahel. En Madrid, el tema no figura en la agenda, aunque España es la primera frontera afectada. Sánchez ignora de forma irresponsable la situación.

Desconexión emocional

El Sahel no despierta compasión mediática: no hay ciudades bombardeadas como en Gaza o Kiev, solo desiertos y pueblos lejanos. Pero es en esta lejanía aparente donde se está decidiendo la seguridad del Mediterráneo.

El abismo bajo el Mediterráneo

Si Mali, Burkina Faso y Níger se hunden, 20 millones de personas podrían verse obligadas a huir, según la Unión Africana. Europa afrontaría una crisis migratoria sin precedentes, nuevos atentados orquestados o inspirados desde el Sahel y una guerra por procuración entre Rusia, China y Occidente en el corazón de África.

Sahel no es “África” en el sentido lejano de la palabra. Es la frontera real del sur de Europa. Ignorarlo equivale a dejar que el caos llegue a la orilla norte.

Si el Sahel cae, el Mediterráneo no será una frontera, será una extensión del conflicto. El peligro no viene del frío del norte, sino del calor del sur.

Si el Sahel cae, el Mediterráneo no será una frontera, será una extensión del conflicto. El peligro no viene del frío del norte, sino del calor del sur #Sahel Compartir en X

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