Escribo este artículo el 3 de noviembre de 2025, pocas horas después de que Carlos Mazón haya anunciado su dimisión como presidente de la Comunidad Valenciana. Creo que debería haberlo hecho mucho antes, porque lo mínimo que se puede decir es que la gestión de todo lo que sucedió con la DANA fue muy desafortunado y lleno de errores.
Lo que sucedió con la DANA fue muy deplorable, pero lo ocurrido durante este año (desde el 29 de octubre de 2024) que ha seguido a los hechos ha sido moralmente mucho peor. No se han producido nuevas muertes, pero se ha evidenciado una utilización obscena de los acontecimientos por puros intereses políticos, sin importar resolver los problemas de los damnificados.
El PSOE ha sido el principal protagonista de la “vendetta”, el impulsor fundamental de la extrema politización de unos lamentables sucesos en los que quienes debían recibir especial atención eran las víctimas. Estas han sido utilizadas como arma política en la lucha por el poder. Si algo muestra este episodio es que las víctimas pasan a formar parte del decorado político, cada partido las cita cuando le conviene, pero no existe una política de verdadero acompañamiento, reconocimiento y justicia.
Ha sido una muestra de la degradación de la política a la que hemos llegado: la priorización del cálculo partidista por encima de la verdad, la ética y el cuidado de la población. Se trataba de liquidar a un personaje, sin tener ni la mínima dignidad de reconocer que las culpas eran compartidas y los errores cometidos eran de muchos. Revela una irresponsabilidad colectiva: el centro estatal y el poder regional entienden la política como relevo de cargos y negociación de sillas, no como servicio de la ciudadanía. Y si Mazón debía dimitir, algunos del Gobierno Central también deberían hacerlo.
La responsabilidad política implica asumir tanto lo que se hace bien como lo que se hace mal. Mazón ha priorizado durante todo un año la supervivencia política frente a la transparencia, ha dilatado las explicaciones y tratado de mantener el control institucional hasta el final. Pero los demás también. Especialmente los responsables de las instituciones estatales. No son pocos los expertos que consideran que, más allá del retraso en los avisos del día de la DANA, buena parte de la culpa corresponde a los gobiernos de Madrid por ir dilatando años y años la realización de unas infraestructuras reconocidas como necesarias desde hace mucho tiempo.
También ha evidenciado la degradación del periodismo. Una muestra más de que la mayor parte de medios de comunicación son hoy los portavoces o la correa de transmisión de partidos políticos. Los hay de toda línea, pero con gran predominio de los afines a partidos de izquierda. Lo importante en este periodismo no es el dato, la realidad completa, sino solo esa parte que interesa explicar. Lo que en castellano llaman “el relato, sin importar la dato”.
Las declaraciones de muchos políticos, especialmente las insultantes y siempre desgarradoras de personajes como Gabriel Rufián, han avivado el fuego y la locura ha llegado incluso a la población. Es comprensible la indignación, pero se está llegando a la pérdida del sentido común y el respeto más elemental. Hoy mismo, 3 de octubre, en los noticiarios de televisión se veía como una persona que había perdido a su madre en la DANA insultaba a la periodista Maribel Vilaplana, que ese día almorzó con Mazón, cuando iba a declarar el juzgado, como si ella hubiera sido la culpable de su muerte.
Lo ocurrido indica que la ética no es solo una asignatura pendiente. Se ha dejado desde hace años fuera del temario. Si realmente queremos una política digna, es necesario cambiar de paradigma: priorizar la verdad, la responsabilidad y el servicio público.
Ha sido una muestra de la degradación de la política a la que hemos llegado: la priorización del cálculo partidista por encima de la verdad, de la ética y del cuidado de la población #DANA Compartir en X
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