Consideración de Cataluña (10) De la expansión a la bajada económica (1975-24)

Después de haber analizado en un artículo precedente las causas profundas del declive de Cataluña en una perspectiva histórica larga, es pertinente observar ahora su reflejo en un período más cercano pero igualmente decisivo: el último cuarto del siglo XX hasta la actualidad.

Este arco temporal, que abarca el fin del franquismo, la Transición democrática, la entrada en la Comunidad Económica Europea y en el euro, y diversas crisis globales —desde el choque del petróleo hasta la crisis del 2008 y la pandemia—, muestra cómo el ciclo económico catalán ha oscilado entre fases de expansión y de estancamiento, con un balance desigual.

Los años difíciles de la Transición (1975-1985)

Tras el espectacular crecimiento de los años sesenta, la crisis del petróleo de 1973 y la inestabilidad política de la Transición marcaron un punto de inflexión. Entre 1975 y 1985 el PIB por habitante de Cataluña se estancó o incluso retrocedió. La inflación y el paro alcanzaron niveles récord en Occidente, poniendo en evidencia las dificultades de adaptación de una economía que había sido motor industrial, pero que sufría ahora el declive de sectores tradicionales. Aquel período supuso un freno brusco al dinamismo anterior.

Modernización y expansión europea (1986-1992)

Con la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea en 1986, Cataluña inició una etapa de modernización y apertura. Entre 1986 y 1992, el PIB catalán creció a un ritmo del 4,7% anual, mientras que la población solo aumentaba un 0,3%. El resultado fue un incremento del PIB por habitante del 4,4% anual: un registro excepcional que no se ha repetido. La integración europea dinamizó la industria y los servicios, y el paro se redujo después de los picos de la década anterior.

Los años noventa: recesión y estabilización

La crisis del Sistema Monetario Europeo y el estallido de la burbuja inmobiliaria del 92 frenaron el impulso. En 1993, el PIB cayó y el paro superó el 20%, una cifra que Cataluña compartía con la media española. Con todo, el crecimiento medio anual durante la década fue de un 2,5%, con un aumento del PIB per cápita del 2,3% gracias al crecimiento demográfico moderado. Fueron años de reestructuración y consolidación, con la mirada puesta en la futura moneda única.

La euforia del euro y la debilidad estructural (2000-2007)

La entrada en el euro coincidió con una nueva expansión. Entre 2000 y 2007, el PIB catalán creció un 3,7% anual, impulsado por la construcción y consumo. Sin embargo, el modelo de crecimiento fue intensivo en mano de obra e inmigración: la población aumentaba un 2,2% anual, en gran parte gracias a la llegada masiva de trabajadores extranjeros. El resultado: el PIB por habitante solo crecía un 1,5% anual. Se trataba de un crecimiento aparentemente vigoroso, pero sustentado en empleo de baja productividad, preludio de las debilidades que estallarían con la crisis de 2008.

La Gran Recesión: fractura y retroceso (2008-2013)

En 2008 marca el punto de inflexión. El estallido de la crisis financiera global y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria provocaron una caída histórica. En 2009 el PIB catalán se desplomó y el paro pasó del 7% al 24% en 2012. Entre 2007 y 2013, el PIB por habitante disminuyó un 2,1% anual, un bajón más fuerte aún que el del PIB global. Incluso mientras la economía caía, la población seguía creciendo por el efecto inercial de la inmigración. Solo al final del período se inició un leve retroceso demográfico. La crisis erosionó de forma profunda el tejido social y la confianza en el futuro.

Recuperación y estabilidad antes de la tormenta (2014-2019)

A partir de 2014, la economía catalana volvió a crecer con fuerza: un 2,9% anual de media hasta 2019. La mejora del contexto europeo, las reformas laborales y la estabilización demográfica permitieron que el PIB por habitante aumentara un 2,4% anual. El paro cayó cerca del 10%, niveles similares a los de antes de 2008. Fue la mejor etapa de mejora del bienestar medio en dos décadas. Parece, con perspectiva, el último ciclo de crecimiento “limpio” antes de los choques globales posteriores.

La pandemia y la pospandemia: crecimiento sin prosperidad

En 2020, la COVID-19 provocó la mayor caída económica en tiempos de paz: un -12,3% del PIB en un solo año. El golpe fue más duro que en la eurozona por la dependencia de sectores como el turismo y la restauración. Sin embargo, la población todavía creció un 0,8%, y el PIB per cápita retrocedió un -13%.

El bienio 2021-2022 trajo un rebote intenso (+6,8% anual de media), pero la guerra de Ucrania y la inflación de 2022 truncaron la recuperación. En 2023, el PIB catalán creció un 2,6% más que la media europea, pero insuficiente para compensar el aumento demográfico. Entre 2019 y 2023, el PIB real solo creció un 0,7% anual, mientras que la población lo hacía un 0,9%. El resultado es una pérdida acumulada de renta por persona del -0,3% anual: Cataluña ha recuperado el volumen total de PIB pero no el bienestar medio.

Un balance incómodo

A finales de 2023, el PIB catalán superaba ya en un 2,7% el nivel prepandemia, pero la población era un 3,8% más alta. El bienestar per cápita es, por tanto, inferior al de 2019. La paradoja es clara: más economía, menos prosperidad individual.

En términos históricos, Cataluña ha vivido una sucesión de ciclos que alternan expansión y caída, con un resultado final de rendimiento decreciente. La economía se ha abierto y modernizado, pero al precio de una productividad estancada y de una renta media que crece cada vez más lentamente.

El espejo de estos cincuenta años muestra una lección: sin ganancias de productividad y una política demográfica coherente, el crecimiento puede continuar, pero la prosperidad no. No necesitamos más inmigración, lo que necesitamos es más productividad, y un añadido más. La práctica histórica señala que los comportamientos de nuestras élites económicas traducen los aludes inmigratorios en una propensión al negocio de baja productividad.

Cataluña ha crecido en volumen económico, pero no en prosperidad: más PIB, menos renta por persona. #EconomiaCatalana #PIB #Bienestar Compartir en X

 

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