Barcelona vive una de las etapas más desconcertantes de su reciente historia. La capital catalana, que durante décadas fue sinónimo de dinamismo, innovación y ambición cívica, se ha convertido en una ciudad que se afana por reconocerse. La degradación del espacio público, la pérdida de liderazgo económico y cultural, la creciente inseguridad y la inacción ante los retos sociales y ambientales son síntomas de un mal más profundo: una crisis de gobernanza y de proyecto compartido.
El actual gobierno municipal es el más débil que Barcelona ha tenido en democracia. Gobierna con 10 concejales sobre un total de 41, es decir, con menos de un cuarto del plenario. Es una minoría que, por sí sola, no puede aprobar nada sustancial sin depender de alianzas circunstanciales, pactos fragmentarios o silencios cómplices. Este hecho, lejos de ser un mero problema aritmético, se ha convertido en una parálisis estructural.
Los barceloneses ven cómo el consistorio vive inmerso en una especie de bloqueo institucional crónico, donde las decisiones importantes se aplazan, los proyectos se desdibujan y los grandes retos se encaran con gestos cosméticos. Mientras tanto, los problemas se acumulan:
- Inseguridad urbana: los hurtos y delitos violentos siguen aumentando, especialmente en el centro y en los barrios turísticos.
- Degradación del espacio público: suciedad, incivismo y empleos ilegales, altercados, que las policías locales no consiguen o no quieren afrontar.
- Marcha de talento y actividad económica: la ciudad ha perdido atractivo para empresas y profesionales cualificados, que prefieren Madrid u otras capitales europeas.
- Emergencia habitacional: los precios del alquiler siguen escalando mientras la política de vivienda se reduce a titulares y gestos ideológicos.
- Turismo descontrolado y desertización comercial: el modelo post-Covid ha empeorado la convivencia y ha vaciado el tejido de proximidad.
- Una ciudad que cuesta reconocer a los barceloneses es ingrata para los que vienen a trabajar e incómoda por los que viven; es una ciudad que funciona por los expats y turistas
El resultado es una Barcelona sin dirección, donde el debate público se ha empobrecido y la gestión municipal se ha convertido en un ejercicio de supervivencia política. Ninguno de los otros partidos con representación en el plenario ha sido capaz de articular una alternativa coherente ni de ofrecer un proyecto de ciudad capaz de despertar ilusión o confianza
El problema no es solo del gobierno. Los partidos de la oposición —fragmentados, presos de cálculos partidistas o de luchas internas— no han sabido convertir el descontento ciudadano en una propuesta política sólida. Se limitan a criticar, pero no construir.
Cada formación parece más pendiente de preservar su espacio ideológico o de preparar las próximas elecciones autonómicas que de pensar en la ciudad. No hay diálogo ni voluntad de pacto por dar una salida al bloqueo. El Ayuntamiento, como institución, ha dejado de ser un espacio de gobierno para convertirse en un escenario de disputa.
Ante esta esterilidad, la ciudadanía se siente huérfana. Los grandes colectivos sociales, profesionales y económicos de Barcelona observan con preocupación cómo la ciudad pierde oportunidades y cómo su voz no encuentra canales de expresión política.
Cuando la política no responde, es necesario que la sociedad actúe
Barcelona necesita un cambio de rumbo. Pero no va a venir de los partidos que han demostrado ser parte del problema. Lo necesario es una iniciativa cívica que recupere el espíritu de ciudad, que supere las siglas y los dogmas y que ponga en el centro los grandes retos comunes: la seguridad, la cohesión social, la sostenibilidad, la vivienda y la competitividad.
Esta es la razón de ser de una Lista Ciudadana por Barcelona: una propuesta que nazca de la sociedad civil, con personas provenientes de diferentes ámbitos —profesionales, empresarios, educadores, trabajadores públicos, activistas vecinales—, unidas no por una ideología, sino por un compromiso compartido con la ciudad.
Una lista así no sería una tercera vía difusa ni una coalición de siglas, sino un movimiento de regeneración democrática. Su objetivo: poner fin a la cultura del bloqueo y devolver la política municipal a su razón de ser, resolver problemas concretos y mejorar la vida de los ciudadanos.
Una lista ciudadana puede aportar varios beneficios inmediatos:
- Independencia de los partidos: sus integrantes no deben responder a consignas externas ni a intereses partidistas.
- Competencia profesional: puede integrar a personas con experiencia real en gestión, economía urbana, vivienda o seguridad.
- Representación transversal: refleja la pluralidad real de Barcelona, más allá de los bloques ideológicos clásicos.
- Rendición de cuentas directa: al no tener estructura partidista, el compromiso es solo con los electores.
- Recuperación de la autoestima cívica: permitiría a la ciudadanía sentir que puede recuperar el control de su ciudad.
Este modelo no es una utopía. En muchas ciudades europeas, las listas de base ciudadana han sido claves para desbloquear gobiernos ineficaces y restablecer la confianza entre la población y las instituciones.
Una llamada al coraje cívico
Barcelona necesita más que reformas puntuales; necesita una nueva etapa política basada en el coraje, el sentido común y la cooperación. El diagnóstico está claro: la ciudad está atrapada en un laberinto de debilidad institucional y división partidista. Y la salida no vendrá de los mismos actores que han contribuido a ello.
Solo una sociedad civil organizada y decidida puede romper ese círculo vicioso. Una lista ciudadana sería el instrumento para encauzar esta energía, para decir basta a la inercia y para recuperar lo que Barcelona ha sido siempre: una ciudad capaz de ilusionarse y de liderar.
El reto es mayúsculo, pero también lo es la urgencia. El futuro de Barcelona no puede quedar secuestrado por la impotencia de una minoría ni por la resignación de los demás. Es hora de que la ciudad vuelva a ser de los ciudadanos.
Cuando los partidos no responden, la sociedad civil debe dar un paso adelante #ListaDeCiutat #Barcelona #SocietatCivil Compartir en X