Iván Redondo, exdirector del Gabinete de la Presidencia del Gobierno con Pedro Sánchez, volvió a la primera línea pública tras su abrupta salida de la Moncloa, cuyas razones nunca fueron aclaradas. Desde entonces, relanzó su consultora Opina360 y ha consolidado una presencia destacada en La Vanguardia, donde dispone de una página fija cada lunes y participa en el consejo editorial del grupo. Su influencia mediática no pasa inadvertida, sobre todo cuando sus encuestas generan resultados tan disonantes frente al consenso demoscópico.
La última encuesta de Opina 360 ha causado sorpresa: mientras la mayoría de sondeos sitúan al Partido Popular en torno al 35% (32-36) de los votos y al PSOE en un 27% (26-28), el estudio de Redondo invierte los papeles. Según sus datos, los socialistas alcanzarían un 30,4%, mientras que el PP se quedaría en un 27,4%. Esta variación de hasta 10 u 11 puntos porcentuales de diferencia entre ambos, tres de mejora del PSOE y siete u ocho de pérdida del PP respecto a la media de encuestas, otorga al PSOE la condición de primera fuerza política.
No obstante, ese hipotético triunfo no implicaría gobernabilidad. La encuesta pronostica un desplome de Sumar y la irrelevancia de Podemos, mientras que Vox experimentaría un ascenso notable hasta el 20,6%. En ese escenario, la mayoría absoluta sería viable únicamente mediante una alianza entre PP y Vox, aunque con Sánchez liderando como partido más votado.
Este relato encaja con una de las tesis que el propio Redondo ha defendido públicamente: Vox absorbería voto popular hasta impedir que Feijóo alcanzara el primer puesto, lo que permitiría a Sánchez reclamar como ganador sin mayoría un pacto con el PP en nombre de la “responsabilidad de Estado” para frenar a la extrema derecha.
El planteamiento, sin embargo, despierta serias dudas.
En primer lugar, por la credibilidad de la empresa demoscópica. Opina 360 carece aún de un historial suficiente que permita evaluar su grado de acierto, no tiene valoración en el chequeo de aciertos de sus encuestas; digamos que es poco solicitada, lo que plantea interrogantes sobre la fiabilidad de sus estimaciones.
En segundo lugar, por la incongruencia de sus cifras con la tendencia general. El Gobierno de Sánchez atraviesa una situación de desgaste evidente en la opinión pública, lo que hace difícil justificar una remontada tan marcada. Además, el supuesto trasvase de votos que permitiría al PSOE aventajar al PP en 19 escaños con apenas tres puntos de diferencia parece poco consistente con la debilidad socialista en cada circunscripción electoral vistos los resultados en las pasadas autonómicas, y los sondeos actuales en este ámbito. El PSOE no mejora, por ejemplo, en Andalucía, ni en Cataluña, ni en Galicia, que son circunscripciones clave.
Otro elemento llamativo es el encargo de la encuesta por parte de Espejo Público (Antena 3) a una firma con tan escasa trayectoria y verificación de aciertos. Lo habitual en estos casos es recurrir a institutos de referencia con experiencia contrastada y alto nivel de aciertos.
los periódicos no reproducen a página entera otras encuestas que no sean la suya
El hecho de que La Vanguardia dedique además una página completa a analizar la encuesta en términos favorables refuerza la percepción de un trato privilegiado hacia Redondo, un vínculo que conecta tanto con el diario como con la Moncloa, porque es algo inhabitual: los periódicos no reproducen a página entera otras encuestas que no sean la suya. Cuando se produce una excepción tan espectacular como esta forzosamente llama la atención, e insiste en una evidencia obvia, La Vanguardia y el grupo Godó es, ahora incluso más que El País, el periódico con una línea editorial e informativa plenamente entregada a la Moncloa.
En definitiva, la encuesta de Opina 360 no solo altera los equilibrios de la batalla electoral sobre el papel, sino que también ilustra el papel estratégico de Iván Redondo como analista y actor político en la sombra. Su cercanía a determinados medios y su capacidad de instalar marcos narrativos vuelven a situarlo en el centro de un debate donde la política, la comunicación y los intereses mediáticos se entrelazan de forma inseparable.
Todo al servicio del relato de parte, a ver si a base de insistir se impone sobre la realidad. Después los profesionales reclamarán para sí la bondad y veracidad de sus aportaciones, el problema es que la constatación empírica de esta pretensión no encaja bien con los hechos. No solo son los partidos y los políticos los que andan mal.
La Vanguardia y el grupo Godó es, ahora incluso más que El País, el periódico con una línea editorial e informativa plenamente entregada a la Moncloa Compartir en X