Las bicicletas son para el verano, la célebre obra de Fernando Fernán Gómez, estrenada en 1977, relataba la vida cotidiana de una familia en Madrid durante el estallido de la Guerra Civil en 1936. La conclusión era tan dura como evidente: aquel no era tiempo ni lugar para bicicletas, para la bicicleta que ansiaba el hijo de la familia.
Casi un siglo después, Pedro Sánchez parece haber escrito su propia versión: “las bicicletas no son para Madrid”, al menos si se trata de la final de la Vuelta Ciclista a España.
Del teatro al esperpento político
Todo empezó en un mitin en Andalucía. Allí, el presidente del Gobierno elogió la campaña de manifestantes propalestinos contra la Vuelta ciclista, que pronto llegaría a Madrid por la presencia de un equipo israelí. Un gesto de incitación política que encontró eco en ministros como Óscar López (PSOE) y Yolanda Díaz (Sumar), convertidos en palmeros entusiastas de una apropiación indecente: el sangriento conflicto de Gaza transformado en munición electoral.
Contradicciones de Estado
El problema no es solo la protesta, sino la esquizofrenia del Gobierno:
- Sánchez anima a quienes impiden por la fuerza la celebración de la Vuelta y, al mismo tiempo, envía a la policía para disolverlos. Un pie en cada orilla: riesgo evidente de quedar “descojonado”.
- Si tanto desean que el pueblo se manifieste, podrían convocar marchas al final de cada etapa, en lugar de castigar a un deporte y a unos deportistas.
- Si se trata de cancelar lo israelí, deberían empezar por el Atlético de Madrid entre otros muchos, con un socio capitalista ligado a la industria armamentística de aquel país. ¿Habrá listas negras?
- Sánchez repite el error que tanto criticó en Quim Torra cuando arengaba a los CDR con su “apreteu, apreteu”. Ahora es él quien anima desde Andalucía.
- El presidente incita a actos tipificados como ilegales en el Código Penal. Es el “vale todo”, un ring improvisado de artes marciales políticas.
- Mientras tanto, la policía acumula heridos: enviados a la guerra con órdenes contradictorias, reprimidos por hacer su trabajo, sin respaldo del Gobierno.
- Y un detalle crucial: ¿quién puede creer que Madrid —es decir, España— tiene opciones de albergar unos Juegos Olímpicos con semejante precedente?
1936: la sombra de la primavera agitada
Lo más inquietante es la similitud con otro tiempo convulso: la primavera de 1936. El libro Fuego cruzado, de Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío, documenta cómo el Frente Popular alentaba la agitación social y a la vez desarmaba la autoridad del Estado.
Los datos hablan: violencia política, algaradas callejeras, cuerpos policiales paralizados por orden gubernamental. Entonces fue impotencia. Hoy es oportunismo.
Porque aunque la España de 2025 no vive una tragedia sangrienta como la de 1936, la estrategia de Sánchez es clara: polarizar al máximo, comprender e incluso alentar el desorden, y luego controlar la represión a golpe de cálculo electoral. Una primavera artificial para movilizar a un electorado agotado.
La bicicleta que Sánchez ha roto no es la de la Vuelta: es la del equilibrio democrático. Y ese es un vehículo que, cuando se cae, cuesta mucho levantar.
¿Oportunismo o irresponsabilidad? Sánchez anima la protesta contra la Vuelta y desarma a la policía #Sánchez #VueltaCiclista Compartir en X