La crítica fundamental de los partidos euroescépticos ha sido, y sigue siendo, que la UE es un proyecto elitista, y que las decisiones de Bruselas son tomadas a través de procesos opacos que van corroyendo poco a poco la soberanía nacional, donde reside la legitimidad democrática.
Sin embargo, existe un ámbito en el que los resultados de las encuestas son tan marcados que no dejan demasiado espacio a dudas: los europeos están masivamente a favor de una defensa común .
En la encuesta del euro-barómetro de la primavera de 2025, el 81% de los europeos se declaraba a favor de una política de defensa y seguridad común, mientras que tan solo un 15% se oponía.
Se trata del porcentaje más elevado desde 2004, si bien el resultado siempre se ha situado por encima del 70%, haciendo de la defensa una de las escasísimas áreas en las que los europeos han pedido una mayor integración de forma consistente. Las progresiones han sido notables desde 2011 en países como Suecia e Irlanda (+27 puntos porcentuales), Finlandia (+24) y Dinamarca (+17).
Curiosamente, el detonante del último incremento entre los encuestados no se produjo inmediatamente después de la invasión rusa de Ucrania, sino con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
En otro sondeo, llevado a cabo en los nueve principales países europeos, los resultados fueron aún más sorprendentes: el 70% de los encuestados estimaron que la Unión Europea solo puede contar con sus propias fuerzas para garantizar su defensa, y el 60% declaró que la mejor solución para asegurar la defensa de su país consiste en un ejército común europeo.
Incluso en países tradicionalmente reacios a Bruselas, como Polonia, la idea de las fuerzas armadas europeas se imponía como primera opción (37%) frente a las alternativas de una defensa únicamente nacional (24%) o a través de la OTAN (29%).
Sin embargo, los europeos expresan serias dudas respecto a la capacidad de las instituciones europeas actuales para actuar con decisión y, según una tercera encuesta, en todos los países excepto en Dinamarca, la mayoría de encuestados afirmaba que Europa no podrá competir económicamente contra China y Estados Unidos en los próximos años.