Cataluña se ha convertido en el último gran baluarte del sanchismo. Y no solo porque, en su momento, con mayorías pírricas, consiguieran el Ayuntamiento (¡gracias, PP!) o la Generalitat (¡gracias, ERC!), sino porque así lo dicen las encuestas, como la del último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat (CEO).
Gobernar e inundar cada día los periódicos con páginas de publicidad le sirve a Salvador Illa para mantenerse. Puede que empeore un poco, pero no pierde posiciones, a pesar de los escándalos de corrupción. Parece que, para los votantes del PSC-PSOE en Cataluña, meter mano en la caja o contratar “señoritas” en empresas públicas no es motivo de castigo electoral. Ya es mucho.
Junts, la teórica alternativa que en realidad no lo es, no solo no remonta cabeza, sino que ve menguar sus posibilidades, al igual que ERC, el partido del extraño prestigio, que mejora levemente. Los comunes siguen perdidos en su inanidad. Y lo realmente relevante del conjunto es el tirón de Aliança Catalana, que multiplica por cinco sus escaños, supera a los inefables comuneros y al partido con los votantes de mayor renta per cápita, la CUP, y se equipara —o casi— a VOX, que también crece, aunque bastante menos.
El PP permanece anclado, con tendencia a la baja, y al alcance del sorpasso por parte de VOX, lo que sería demoledor para sus expectativas en toda España. Quizás, en el próximo siglo, el PP disponga de un partido serio y de verdad en Cataluña.
Pero como siempre, el barómetro del CEO da para mucho más. Es una excelente fuente de información, con las reservas del caso.
Por ejemplo, la desviación de la muestra respecto a la población real en capítulos tan significativos como lengua y nivel educativo es excesiva: +3 puntos porcentuales en favor del castellano, y +4 en favor de personas con estudios secundarios. Para un margen de error de +/- 2,19%, esto resulta significativo.
Queda claro que el gran problema de Cataluña es la vivienda: el 21% lo señala así. Pero eso tampoco pasa factura al PSOE, que lleva siete años gobernando. Se ha convertido en el gran problema desde noviembre del año pasado.
Le sigue la insatisfacción política, con un 14%, que ya es todo un clásico: desde hace años ocupa siempre un lugar destacado. Los partidos y las instituciones políticas están haciendo mal su tarea, y eso se nota en muchas otras cuestiones.
El tercer problema más citado es la inmigración, con un 9%, pero atención, porque su evolución es preocupante.
En el otro lado, es evidente que tres cuestiones han perdido mucha importancia: el paro y la precariedad, el funcionamiento de la economía, y las relaciones Cataluña-España. Este último dato es especialmente revelador del declive del independentismo, junto —ya lo veremos otro día— con la nula chance de Puigdemont de ser presidente de los catalanes. No es que no lo voten: es que lo rechazan.
Existe cierta variación en la apreciación de los problemas según el partido votado y la edad del encuestado. En el primer caso, resulta sorprendente que los partidos más de izquierdas y más “antisistema” —CUP y Comunes— sean los únicos que no ven la insatisfacción política como primer o segundo problema. ¿Son los satisfechos?
La vivienda es el principal problema para todos los grupos de edad, excepto para los mayores de 64 años, para quienes lo más destacado es la insatisfacción política. Y, en la mayoría de las franjas de edad entre los 25 y los 64 años, esta insatisfacción política ocupa el segundo lugar. Para los mayores de 64, es la vivienda. Y aquí viene otra llamada de atención: entre los más jóvenes, de 18 a 24 años, la segunda cuestión problemática es la ¡inmigración!
La cuestión de España y Cataluña solo mantiene cierto rescoldo entre los mayores de 65 años (11%). Si la dinámica continúa así, el horizonte para el independentismo pinta de azul oscuro, más bien negro.
Al hilo de la política como problema —cuando debería formar parte de la solución— hay un dato menospreciado por los comentarios mediáticos y que es demoledor: alrededor del 28% de los encuestados (primera fuerza) considera que ningún partido está capacitado para resolver los problemas. Si a eso se suma un 16% que no sabe qué partido podría tener esa capacidad, la suma nos sitúa en un 44% del electorado que no ve en los partidos la capacidad para resolver nuestros problemas. Esto explica muchas cosas y, si no cambia, afectará a muchas más en el futuro.
En definitiva, la radiografía sería esta:
La vivienda como gran obsesión, pero sin pasar factura; como tampoco lo hace la corrupción al socialismo reinante en Cataluña. No mejora, claro, pero tampoco cae. La desafección crítica, la política como problema, tiene ya una dimensión considerable. Y si crece un poco más, puede generar un verdadero conflicto al mezclarse con otras cuestiones, como la inmigración, que crece de forma lenta pero continuada, y que ya es percibida como un problema grave por los más jóvenes.
El gran problema en Cataluña ya no es la independencia: es la vivienda… y el PSC sigue imbatible. #CEO #Cataluña #PSCCorrupción Compartir en X