España e Italia: países que se vacían de sus jóvenes cualificados

Entre 2014 y 2023, más de un millón de italianos abandonaron su país, con cifras anuales que se han ido incrementando con el tiempo. Al mismo tiempo, tan solo la mitad, unos 500.000, regresaron a Italia después de haber vivido en el extranjero.

En España las cifras son similares: el censo oficial de españoles residentes en el extranjero se incrementó en medio millón de personas entre enero del 2019 y el mismo mes del 2025, con el mismo patrón de crecimiento acelerado que encontramos en el caso italiano.

Solo el pasado año, los residentes españoles en el extranjero aumentaron en un 4,7%, llevando el registro a su récord histórico de más de tres millones de personas. Pero incluso estas cifras están infravaloradas, porque solo consideran a los españoles que deciden registrarse en el consulado.

A este hecho, ya de por sí muy significativo, se le añade una agravante que de nuevo se cumple en los dos países de la Europa meridional: dentro del déficit hay una mayoría de personas jóvenes con estudios superiores.

En el caso italiano, más de una tercera parte de los emigrantes tenía entre 25 y 35 años, y de estos prácticamente la mitad eran graduados universitarios. De los últimos han vuelto solo un 44%, un porcentaje inferior al de todos los italianos devueltos que se sitúa, recordemos, aproximadamente, en un 50%. Es decir, Italia sufre un déficit crónico de jóvenes calificados.

En España la situación es similar, y se estima también que una tercera parte de los españoles que abandonaron su país en 2023 tenían menos de 35 años. Además, la mitad de los que se marcharon y tenían más de 25 años disponían de estudios universitarios o secundarios postobligatorios.

Italia y España se van vaciando de sus fuerzas vivas, literalmente: personas entre 25 y 35 años bien preparadas, las que entran en la etapa profesional más decisiva y están destinadas a constituir las élites del mañana. «Los mejores», por decirlo gráficamente, marchan de forma desproporcionada, lo que tiene profundas consecuencias en la productividad del país.

Pero es que además en ambos países se produce una sobrerrepresentación de los emigrantes jóvenes, que son precisamente los más escasos en las pirámides invertidas que definen la demografía española e italiana.

Mientras Italia ya ha empezado a perder población a causa de un descenso de la inmigración en los últimos años, en España la práctica totalidad del crecimiento demográfico desde finales de la década pasada se debe a las llegadas de extranjeros, y estos están masivamente infracualificados respecto a los españoles.

Por cierto, paradójicamente la tasa de fertilidad italiana es (ligeramente) superior a la española.

Un factor clave que explica el éxodo de jóvenes calificados en ambos países es el estancamiento de los salarios reales. En Italia, estos se sitúan actualmente por debajo del nivel que tenían en el 2000. El caso español es muy similar, y según datos de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) los sueldos llevan tres décadas prácticamente estancados.

Tanto Italia como España sufren los problemas de unas economías que van perdiendo, en términos comparativos con el resto del mundo, productividad. Los patrones vuelven a coincidir de nuevo: debilitamiento del sector industrial y crecimiento del turismo.

Dentro del exceso neto de ciudadanos que se marchan al extranjero, en ambos países hay una mayoría de jóvenes con estudios superiores Compartir en X

 

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