La noticia puede resultar anecdótica, pero demuestra un cambio radical de rumbo que empieza a dibujarse en Bruselas desde hace unos meses.
El titular en cuestión es que, según fuentes internas consultadas por Politico.eu, el propio partido de la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, el Partido Popular Europeo, pidió que toda mención al Pacto Verde Europeo fuera borrada de un informe parlamentario sobre la resiliencia de los recursos hídricos.
Recordemos que el Pacto Verde Europeo debía ser el principal legado de Von der Leyen cuando tomó las riendas de la Comisión al iniciar su primer mandato, a finales de 2019. En aquel distante pasado, se pensaba que la prioridad número uno de Europa debía ser liderar la transición energética a escala mundial y conseguir una “sostenibilidad competitiva”.
Pero desde entonces, buena parte de las medidas se han demostrado social y políticamente contraproducentes, dañando desmesuradamente a las clases con menor poder adquisitivo y alentando las opciones electorales contrarias a los partidos en el poder.
Ya en 2023, numerosas voces, incluyendo muchas provenientes del mismo círculo interior de las élites europeas como el presidente francés Emmanuel Macron, exigieron “flexibilizar” o “poner en pausa” el Pacto Verde ante la evidencia de que el marco regulador extremadamente rígido estaba dificultando aún más la ya decayente competitividad de las empresas europeas
Pero a medida que han seguido acumulando los sustos electorales, y sabedores de que son los siguientes que corren el riesgo de sufrir un descalabro en las urnas, los miembros del Partido Popular Europeo van ahora mucho más lejos.
Los eurodiputados que borraron del informe sobre el agua las referencias a la que pretendía ser la piedra angular de Von der Leyen, indicaron que el Pacto Verde había tenido efectos nefastos para los agricultores europeos, un sector muy minoritario pero a la vez de una inmensa importancia.
El tono del informe en cuestión cambió radicalmente desde su versión original a la definitiva, sustituyendo los objetivos clave de «mitigar el cambio climático», «detener la pérdida de biodiversidad» y «limitar el uso de los recursos» para garantizar la «competitividad», «regularidad» y «soberanía». El único término común entre las dos versiones es el más vago e interpretable de todos, “resiliencia”.
El cambio general de la “sostenibilidad” por la “seguridad” es muy revelador de las nuevas prioridades de los electores europeos, o al menos de cómo las perciben sus políticos, y la Comisión Europea, pese a fuertes resistencias internas provenientes de su aparato funcionarial, parece obligada a corregir el rumbo
Ya a finales de enero aparecieron indicios claros de un cambio de tendencia, cuando un borrador de la Comisión filtrado señalaba como prioridad desregular masivamente el Pacto Verde Europeo.
Desde entonces, además, ha calado la idea de que es necesario incrementar masivamente los presupuestos de defensa, y esta inversión (aunque pretende financiarse esencialmente mediante endeudamiento) está claramente en contradicción con los planes de gastos masivos vinculados a la descarbonización de la economía.
Ya a finales de enero aparecieron indicios claros de un cambio de tendencia, cuando un borrador de la Comisión filtrado señalaba como prioridad desregular masivamente el Pacto Verde Europeo. Compartir en X