La invasión rusa de Ucrania en 2022 debía despertar las conciencias del Viejo Continente sobre la importancia y urgencia de definir una verdadera política europea de defensa. Pero no ocurrió nada.
La segunda elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos a finales de 2024 debía ser otro «momento de la verdad» para que los 27 estados miembro trabajaran para unificar y mejorar sus fuerzas militares.
Pero una vez más se va por mal camino. Los países europeos siguen sin una visión coherente de lo que debe ser una política europea de defensa.
Planes industriales pero no militares
La Comisión Europea anunció en marzo un plan de rearme por un valor de 800.000 millones de euros, pero este se centra únicamente en las capacidades industriales, sin tocar la cuestión verdaderamente clave, que es la organización de las fuerzas armadas de los 27 estados miembro.
Siendo la defensa la prerrogativa más esencial que define a un estado, muchos países europeos ven tradicionalmente con reticencia cualquier actuación de las instituciones europeas en el ámbito militar.
Si bien existe un Estado Mayor de la Unión Europea, en realidad se trata de un minúsculo departamento emplazado bajo el Alto Representante (Kaja Kallas actualmente) que gestiona las misiones de entrenamiento militar conjuntas de la UE. La otra entidad existente hoy en día, el Comité Militar de la Unión Europea, representa a los jefes de Estado Mayor de los 27, con un papel esencialmente consultivo.
En realidad, la disparidad de formas organizativas, de equipamiento y condiciones de mantenimiento y entrenamiento de las diferentes fuerzas armadas europeas (sin hablar del problema de la lengua), imposibilitan que Europa pueda sacar el máximo rendimiento de su gasto militar.
Desacuerdos políticos
Pero es que incluso avanzar sobre el capítulo industrial es un verdadero vía crucis, como ya anticipan desde hace años los retrasos de programas de armamento multinacionales como el FCAS.
Recientemente, Alemania se ha sacado de la chistera una propuesta para que los 150.000 millones de euros del plan que la UE debe facilitar en forma de préstamos para financiar las inversiones en defensa se puedan extender a Reino Unido y Canadá. Dos países que, pese a la presidencia de Trump están fuertemente condicionados por su proximidad con Washington.
Como era de esperar, Francia, que siempre se ha imaginado como el líder de la UE en las cuestiones de defensa, se indignó ante la propuesta, advirtiendo que “causaría retrasos” en el programa SAFE (“Security Action For Europe” – encontrar acrónimos ocurrentes es una de las tareas que desempeñan los genios burocráticos de Bruselas).
Alemania intenta borrar los efectos del Brexit e inventar una nueva alianza transatlántica amputada de su miembro clave, sin duda para intentar reducir el peso de Francia, que cuenta especialmente con industria militar. Una decena de países, entre ellos Suecia y Países Bajos, se mostró a favor de la medida germánica.
Programa SAFE (“Security Action For Europe” – encontrar acrónimos ocurrentes es una de las tareas que desempeñan los genios burocráticos de Bruselas) Compartir en X