Se acentúa la derrota demográfica de Francia

Hasta hace pocos años, Francia era el bastión de la natalidad de Europa.

Con 1,79 hijos por mujer de media, país encabezaba en 2022 el ranking europeo de la tasa de fertilidad y se situaba relativamente cerca del umbral de reposición demográfica (2,1 hijos por mujer en edad fértil).

Sin embargo, el país lleva ya más de diez años en una caída constante de la fertilidad anual tras alcanzar un pico en el 2010 de 2,03 hijos, rozando dicho umbral.

La mala tendencia se ha vuelto a confirmar en 2024: según los datos oficiales del instituto nacional de estadística de Francia, el INSEE, la fertilidad ha retrocedido a 1,62 niños por mujer desde los 1,66 del año 2023.

Si bien el dato del 2023 ya se catalogó de catastrófica por ser el más bajo desde la Segunda Guerra Mundial, con la única excepción de los años 1993 y 1994, la nueva cifra es aún peor, puesto que sitúa al país vecino en el peor año desde el fin de la Primera Guerra Mundial.

En 2024 nacieron en Francia 663.000 bebés, cifra que equivale a un 2,2% menos que el año precedente y a un verdadero descalabro del 21,5% respecto a 2010, cuando Francia era la verdadera campeona de la natalidad en Europa. En cambio, el dato del año pasado se trata del menor número de nacimientos desde 1946, justo terminada la Segunda Guerra Mundial.

Peor aún, en los últimos dos años Francia ha experimentado una caída más acentuada que los otros países europeos, acercándola de forma acelerada a la media de unos 1,46 hijos.

El dato supone igualmente una bofetada en la cara del presidente Emmanuel Macron, quien había proclamado en enero del año pasado un “rearme demográfico” para hacer frente al bajón de nacimientos.

Por su parte, la asociación UNAF (Unión Nacional de Asociaciones Familiares) de Francia, apunta que según una encuesta realizada en 2023, las personas en una relación de pareja y dentro de la edad de procrear (considerada desde los 18 hasta los 44 años) declaraban querer, idealmente, una media de 2,27 hijos .

Así pues, no es sólo que haya un menor deseo por parte de los padres y futuros padres de tener hijos, sino que existen obstáculos, como unos costes de la vida cada vez más elevados y las dificultades de las parejas jóvenes para conciliar vida profesional y laboral, que lo dificultan enormemente.

Francia disponía de una generosa política de ayudas a las familias instaurada en los años 90, y que se considera que fue clave para explicar la duradera remontada de la fertilidad hasta las inmediaciones del año 2010. Sin embargo, François Hollande desmanteló algunas de las medidas clave durante su mandato a mediados de la década pasada, convirtiendo las ayudas en condicionales según el nivel de renta de los hogares. Un error cometido en aras de un falso progresismo que Francia ya está pagando.

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