Grupo 1. Los partidos políticos como problema. ¿Hay que rehacer el sistema de partidos catalanes?
Moderadora: Sra. Montserrat Nebrera
- Reforma de la ley electoral: abogar por un sistema electoral que facilite más la representación y participación, tales como la implementación de un sistema mixto similar al alemán.
- Formación de Representantes: Los partidos deberían educar y formar a sus representantes en los principios del estado de derecho y en la ética política.
- Control y Supervisión: Los partidos deben establecer mecanismos de control interno para evitar abusos de poder y garantizar que sus miembros actúen de acuerdo con los principios democráticos.
- Transparencia y Rendición de Cuentas: Los partidos tienen la responsabilidad de ser transparentes en sus acciones y decisiones, así como de rendir cuentas a la ciudadanía sobre la gestión y el uso de recursos públicos.
- Inclusión de talento: Es importante que los partidos fomenten la inclusión de personas con méritos y capacidades, evitando la expulsión del talento y promoviendo un ambiente en el que se valore la experiencia y el conocimiento.
Grupo 2. Demografía de Cataluña e inmigración, familia y natalidad
Moderador: Sr. Daniel Arasa
- El objetivo es incrementar la natalidad en Cataluña hasta los 2,1 hijos por mujer, la tasa de reposición.
- La solución está en la familia y el matrimonio. Los padres deben ayudar a los hijos en edad de formar a una familia, no con la herencia, cuando los hijos ya son mayores. Es necesaria más solidaridad intergeneracional. También considera que el papel de la mujer en el mercado de trabajo y el deterioro de la institución del matrimonio tienen que ver con el problema, encontrar un mejor equilibrio entre maternidad y carrera profesional a largo plazo, pero sin seguridad del matrimonio se prioriza la seguridad de la carrera profesional.
- Colapso demográfico se resuelve con la inmigración. Hay que pensar en cómo integrarlos y que hagan el trabajo. Tenemos que regularizar a los inmigrantes, para que puedan trabajar pagando impuestos. (No considera el diferencial de capital humano entre inmigrante y autóctono, que hace que no sean intercambiables. No considera que el balance generacional del inmigrante es negativo, sobre todo si no vuelve a su país una vez jubilado https://gredos.usal .es/bitstream/handle/10366/21619/dctea_05_04.pdf?sequence=1).
- Importar mano de obra, el modelo de país negocio, tiene fecha de caducidad porque los países emisores de personas también tienen un colapso demográfico.
- Es necesario reforzar el valor del matrimonio. El matrimonio era la gran protección del cónyuge que no trabajaba, ahora ya no lo es. La clave para mejorar la natalidad es la mujer. El trabajo da la seguridad económica a la mujer, no el matrimonio. Es un nuevo paradigma cultural-antropológico. En España existe un exceso de titulados universitarios que el mercado de trabajo no puede absorber y deben emigrar, mientras vienen inmigrantes poco cualificados que buscan y encuentran trabajo.
- La solución pide recuperar la capacidad de hacer promesas incondicionales, propone estudiar las políticas de Hungría. Aquí las políticas de ayuda a las familias numerosas son insuficientes.
- Tenemos un problema de volumen. En treinta años ha subido 1/3 la población de Catalunya, con gente de fuera. Produce una sensación perturbadora. No se está integrando a toda esa gente.
- La 1ª generación es muy difícil integrarla, la segunda, los jóvenes, en las escuelas, pueden empezar a integrarse. La cosa cambia mucho entre generaciones. Es inevitable que haya guetos. El factor clave es el tiempo. Es como la inmigración del resto de España que hubo en los 60. Ahora la diferencia en relación con ese tiempo es que actualmente hay mucho desorden. Habría que poner orden a toda la inmigración, un mayor control.
- La multiculturalidad crea guetos, la interculturalidad no. Es necesario integrar a los inmigrantes, exigir que se integren y asuman nuestros valores.
- No se hace nada por la natalidad en Cataluña. En Hungría, por ejemplo, descuentan IRPF por cada hijo que se tiene, y cuanto más hijos más descuento. Se destina el 5% del PIB en políticas de familia. Es un Family Friendly Country. Las familias numerosas son indispensables para mejorar la tasa de natalidad y alcanzará la tasa de reposición.
- Lo que se está proponiendo implica que las mujeres deben tener 3 o más hijos. Esto requiere no sólo una exposición y un riesgo económico, sino también físico. Requiere gran sacrificio de las mujeres. Es frívolo, son las mujeres las que deben realizar todo el esfuerzo. Para poder integrar mejor, debería mejorarse la escuela pública y las guarderías.
- Los inmigrantes se quedan con las plazas de las guarderías, porque tener una renta baja les da muchos puntos.
- Se da una educación hedonista de la sexualidad en las escuelas públicas. Las nuevas generaciones tienen una idea de la sexualidad desligada de la transmisión de la vida. No entiende que a los partidos nacionalistas no les preocupe ese tema.
- Para conservar la lengua, es necesario que los catalanohablantes tengan más hijos.
- Los políticos no hacen nada porque no pueden verse los resultados a corto plazo, se ven a largo plazo, más allá de la legislatura. Tampoco hacen nada por desconocimiento del problema.
- La fe hace que la gente tenga hijos. Puede constatarse claramente en el entorno personal, los católicos practicantes que conocemos tienen más hijos. Tener fe, visión trascendente de la vida, disposición de sacrificio y dar, etc. lleva a tener hijos. El estado es laicista, no laico, y se dedica a atacar la fe y la religión.
- La clave de todo es la mujer. Debemos dar como sociedad la seguridad y la ilusión a las mujeres por tener hijos.
- Hoy en día se educa a las chicas presentando la natalidad como una limitación.
- Los datos dicen que los hombres desean tener menos hijos que las mujeres. Se trata de una visión compartida por ambos sexos, y más prevalente en los hombres.
Grupo 3: Policrisis y crisis moral
Moderador: Sr. Javier Mirallas
Diagnóstico de la situación: fragmentación y crisis interrelacionadas
Crisis múltiples y su interrelación
El moderador describió cómo nuestra sociedad se enfrenta a un “colapso estructural” en áreas clave como la familia, la salud, la educación y la desigualdad. Citó ejemplos concretos como Ucrania e Israel, donde estas tensiones alcanzan su punto álgido. También recordó cómo, en una conversación con un responsable de la Fundación de los Mossos d’Esquadra, se reveló que una ciudad cercana a Barcelona con 300.000 habitantes pasó toda una noche sin patrullas policiales a causa del absentismo laboral.
Se destacó la paradoja de una aparente abundancia reflejada en supermercados llenos de alimentos, que esconde vulnerabilidades profundas. Señaló cómo el fracaso escolar refleja la debilidad estructural en la educación, proponiendo que la solución debe partir de enfoques locales y específicos antes de aspirar a cambios globales.
Desconfianza institucional y pérdida de referentes comunes
Se denunció la carencia de una responsabilidad clara en los actores clave de la sociedad. Según él, los medios de comunicación contribuyen activamente a la crisis de desinformación priorizando el “dinero fácil”.
Se criticó la “legislación laxa y garantista” que sacrifica la eficacia por un exceso de protección de derechos. Como ejemplo, mencionó que, en lugar de equilibrar derechos y deberes en proporción 1:1, actualmente existen 20 derechos por cada deber, lo que fomenta una cultura de dejadez.
Raíces de la crisis moral: valores perdidos y nihilismo
Individualismo extremo y relativismo moral
Citando principios del movimiento scout, se reflexionó sobre «cómo el valor del honor al merecer confianza” ha sido desplazado por el interés individual y el nihilismo. «Si no existe Dios, podemos hacer lo que queramos», afirmó, ilustrando la desconexión entre valores trascendentes y la ética social.
Se lamentó como la renuncia a símbolos cristianos ha debilitado la unidad social, especialmente entre los jóvenes. Argumentó que mientras décadas atrás la monarquía podía servir como punto de encuentro, hoy se percibe como una institución fracturada. Propuso recuperar los símbolos culturales del cristianismo para que puedan actuar en favor de la cohesión social y ser guías para decisiones basadas en el amor y la comunidad.
Propuestas concretas: de lo individual a lo colectivo
Educar en la verdad y la responsabilidad
Se expresó preocupación por el desmembramiento educativo de las últimas dos décadas. Propuso una educación más rigurosa que promueva el pensamiento crítico y el razonamiento. Como medida práctica, sugirió suspender a los alumnos que no alcancen los estándares mínimos, subrayando que «la falta de consecuencias perpetúa la mediocridad». Destacó la importancia de que las familias se involucren más activamente en el programa educativo de sus hijos y asuman un rol más comprometido.
Rescate de valores tradicionales y éticos
Se preguntó directamente al grupo: «¿Cómo podemos reconstruir esta moralidad?». Destacó la importancia de fomentar el compromiso individual con la verdad y la educación ética.
Se sugirió que incluso aquellos sin fe religiosa pueden encontrar guía en las leyes y mandamientos, citando el ejemplo de Moisés para ilustrar cómo un marco ético sólido puede beneficiar a la sociedad en su conjunto.
Fortalecimiento de las comunidades locales
Se destacó la importancia de un “túnel solidario europeo”, en el que los esfuerzos locales contribuyan a soluciones globales. Para ello, instó a expresar públicamente las ideas y trabajar en la preparación de comunidades resilientes.
Reconstrucción del equilibrio legislativo
Proponer una reforma de las leyes para equilibrar derechos y deberes, fortaleciendo la corresponsabilidad.
Conclusión: reconstruyendo una sociedad fragmentada
Las intervenciones destacaron que abordar la policrisis requiere atacar a las raíces de la crisis moral. Las propuestas concretas incluyen:
- Recuperar la educación en valores éticos.
- Fomentar la responsabilidad individual y colectiva.
- Fortalecer la cohesión a través de símbolos comunes y leyes equilibradas.
El Grupo 3 concluyó que la solución no es inmediata pero sí posible a través de un enfoque integral que combine esfuerzos locales y globales, educación rigurosa y un compromiso renovado con los valores universales. Este informe refleja la llamada urgente a enfrentar las crisis de nuestra era con coraje y determinación.
Grupo 4. ¿Está en crisis Occidente y sus valores? ¿Cómo nos afecta?
Moderador: Sr. Joan Josep Folchi
El debate comienza con una introducción
- Occidente como mundo capitalista liberal y democracia de partidos
- Occidente como civilización cristiana occidental
- Occidente como mundo anglosajón, en el que España aparece como periferia.
Al mismo tiempo, pone sobre la mesa el concepto de la policrisis de Occidente, un conglomerado de crisis interconectadas derivadas, hasta cierto punto, de la revolución cultural de la década de 1960 en las potencias anglosajonas.
También apunta que estamos a las puertas de un cambio radical en el mundo que puede acentuar esta policrisis, amenazando los valores de Occidente como son la libertad, la igualdad y la solidaridad.
La globalización implica la pérdida de los valores tradicionales y, a diferencia de Estados Unidos, Europa se está adaptando mal a la globalización, perdiendo fuerza económica en el mostrador internacional.
En el ámbito material estamos mejor que hace cincuenta años, pero Europa sufre una situación de decadencia económica y de valores propios, porque sus valores no son los del mundo actual. El eurocentrismo murió tras la Primera Guerra Mundial, y desde entonces el modelo es EE.UU. centristas, occidental pero diferente (más cerrado en sí mismo).
Faltan valores, pero no sólo en Occidente, sino también en todo el mundo. Tenemos una sociedad dormida, con miedo a expresar una opinión contraria al mainstream. Se aplauden los no valores, y se aplauden leyes que pretenden ser progresistas, pero que nos separan y dividen como sociedad. Debemos luchar para que se nos escuche.
Hoy Occidente sí tiene valores, pero no son valores compartidos, no nos gustan.
El pacto social liberal posterior a la Segunda Guerra Mundial y la Constitución de 1978 crearon marcos de grandes consensos, pero éstos se han roto y se han impuesto determinadas agendas y políticas públicas de las minorías que dominan los espacios mediáticos.
El objetivo debería ser encontrar valores de consenso para que las distintas sensibilidades se sientan cómodas, sin renunciar al pluralismo. El valor más amenazado hoy en día en occidente es el reconocimiento de la legitimidad de las opiniones y valores de los demás, lo que lleva a la criminalización de ciertos valores alejados del mainstream y a la polarización de las sociedades. También apunta al reto y la amenaza del multiculturalismo.
Estamos llegando al límite de muchas cosas que creíamos intocables, como el estado del bienestar europeo. La amenaza al pluralismo se produce desde un estado que proyecta modelos de conducta sobre la sociedad, pero también desde grupos sociales con intereses particulares que dominan el escenario mediático en las redes sociales, promoviendo también ciertos modelos de conducta.
Hoy en día no puede defenderse en público la cultura cristiana, que ha sido garante del progreso social de occidente. Esto se debe a que se equipara, para estigmatizarla, con la doctrina cristiana, que tiene el rechazo de estas ideologías que dominan el escenario mediático. Cabe remarcar que, para defender el legado de la cultura cristiana en el desarrollo de Occidente y sus valores, no es necesario seguir la doctrina cristiana.
Uno de los presentes emplaza a los asistentes a pensar qué debemos hacer para afrontar el problema que nos ocupa, y cómo hacerlo. De entrada, apunta a que la percepción de vivir en crisis es inherente al ser humano. Está de acuerdo y se hace suya la intervención previa de Soler. Sin embargo, puntualiza que no vivimos en un mundo decadente, porque estamos mejor que hace cincuenta años, pero sí en crisis.
Europa es vieja, en el sentido de que está anclada a viejos esquemas y dogmas, y pierde impulso. Con las tesis actuales de la Europa vieja es imposible sobrevivir porque el mundo ha cambiado. El mundo cada vez se acelera a un ritmo más rápido, y tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial y la física cuántica aceleran aún más la sociedad.
Pero cuando hablamos de crisis debemos dejar claro que las guerras son una potencial consecuencia de las crisis, y Europa tiene dos cerca. Europa debe plantearse si debe seguir apoyando a Ucrania y decidir si apoya o condena a Israel. La solución no pasa sólo por la OTAN, y debe decidirse si se quiere marcar un perfil propio europeo ante estos conflictos, o ir de la mano con EEUU.
Una crisis puede desembocar en una guerra, pero también puede solucionarse con una guerra. En el mundo resuenan tambores de guerra y de rearme. Europa no debe implicarse directamente en las guerras del mundo, ya que no se juega su supervivencia, pero sí en sus crisis internas que hasta ahora se han dejado en la inercia. Se deben afrontar cuestiones como las siguientes: ¿hemos llegado al límite del estado del bienestar? ¿La inmigración y la multiculturalidad son compatibles con el pluralismo?
La de Ucrania es una guerra en Europa, pero no europea (no es generalizada y no la luchamos los europeos). Si se convierte en una guerra total será la destrucción de Europa, por tanto, nunca debería ser una guerra europea.
Los valores cristianos deben servir como fundamento para conservar Europa y su pluralismo. Europa debe conservar sus valores y adoptar los que le interesen del resto.
Europa más que vieja está envejecida. Los estándares de bienestar con los que vivía Europa hace unos años ya no están, han cambiado las reglas del juego y tenemos menos peso en el tablero global, y eso se nota en la economía. Ucrania y Moldavia deben ser países europeos porque permiten rejuvenecer Europa (error de información estadística, la población de estos dos países está muy envejecida antes de la guerra; la de Ucrania más después de la guerra).
La guerra de Ucrania es un ejemplo de la maleza europea: los europeos debemos defendernos de nosotros mismos. La solución no implica encerrarnos y defender lo que tenemos (nuestra visión del mundo), sino admitir que la Guerra de Ucrania nos interpela directamente y que no nos hemos adaptado a un mundo que ha cambiado.
El pluralismo implica la coexistencia de muchos grupos con valores muy distintos. ¿Pero, cuáles son los valores de occidente en relación con este pluralismo? Deben definirse, y una vez definidos decidir qué hacemos con estos valores en un entorno multicultural. Primero definimos los valores (que beben de las tradiciones cristiana y de las antiguas Grecia y Roma) y después deberemos definir cómo actuar para defenderlos.
El moderador de la sesión, desgrana las principales conclusiones del debate, que cuentan con el consenso generalizado de todos los asistentes:
- Los valores comunes de Occidente son la libertad individual, la igualdad (todos nacemos iguales) y la solidaridad.
- Occidente no está en decadencia pero sí en crisis.
- Las crisis deben resolverse a través de la tradición. En este sentido, Europa es una sociedad envejecida pero tiene una tradición rica y sana, mucho más que la sociedad estadounidense. Por tanto, el futuro de Occidente pasa por la defensa y uso de la tradición y los valores de Europa para salir de las múltiples crisis que atraviesa nuestra sociedad.
- Sólo a través de la tradición y valores europeos se podrán afrontar con garantías retos derivados del mundo globalizado en el que vivimos como la multiculturalidad o los límites del estado del bienestar.
Grupo 5: ¿Cuál es el orden de prioridad de las políticas públicas que necesitamos?
Moderador: Sr. Carlos Losada
- Quórum respecto al orden de prioridades, poniendo como principal problemática resolver el acceso a la vivienda.
- Quórum en que la solución pasa por la promoción y construcción de vivienda en clave de colaboración público-privada.
- Quórum en el que el problema de fondo radica en la gestión ineficiente y tendencia al derroche de los entes públicos.
- Quórum con las políticas de carácter social como segunda prioridad.
- Desavenencias respecto al reparto de responsabilidades en cuanto a la irresponsabilidad de la gestión de los fondos públicos.