Un desastre recorre España, y Catalunya no es una excepción. Se trata de una verdad incómoda, tanto que queda fuera de cualquier agenda política y no recibe un tratamiento adecuado a la importancia del hecho por parte de los medios de comunicación. Hablamos de las consecuencias de una gran emigración de personas jóvenes y cuualificadas y del aborto. Alguien, de entrada, podría pensar que mezclo dos realidades muy distintas. Pero no lo son en lo que se refiere a sus consecuencias perjudiciales: la destrucción de capital humano a gran escala y sus efectos sobre nuestro bienestar presente y futuro.
Emigración cualificada
En los últimos años, España ha experimentado una emigración muy importante que se concentra sobre todo en personas jóvenes y cualificadas. En 2022 emigraron 623.239 personas; el año anterior, 381.724. El año de la pandemia, en el 2020, fueron menos, 247.477, pero el año anterior alcanzaron los 300.000 (299.089). Más de 1,5 millones de personas en sólo cuatro años.
España vuelve a ser un país de emigración, aunque con características muy distintas a las del pasado, ese “Vente a Alemania, Pepe” . Ahora se trata de una emigración de personas con estudios superiores, lo que debería despertar preocupación por la pérdida de capital humano y sus implicaciones para el desarrollo económico y social del país. A esto se suma la pérdida de la inversión pública realizada en cada uno de los jóvenes que abandonan el país.
Casi la mitad de los emigrantes españoles de 25 o más años, en 2022 tenían estudios superiores (30,1%) o estudios secundarios postobligatorios (18,8%). Este perfil educativo sugiere que España está perdiendo trabajadores con altos niveles de formación, lo que podría afectar negativamente a la productividad y competitividad del país. Además, se pierde lo que menos tiene: jóvenes. Un tercio de los emigrantes de 25 o más años, en el 2022 tenía menos de 35 años.
Esta emigración de personas altamente calificadas representa una pérdida considerable de capital humano para España, estimada en unos 150.000 millones de euros. Esta cifra refleja el valor presente de las rentas laborales brutas que estos profesionales habrían generado en el país, acentuando los problemas demográficos y de sostenibilidad del mercado laboral en una sociedad que ya afronta un envejecimiento poblacional y unas bajas tasas de natalidad.
La realidad es esta: sustituimos población autóctona altamente cualificada por población inmigrada en proporciones masivas con baja cualificación, productividad y poco capital humano.
La magnitud del aborto
El aborto es masivo en España bajo el cobijo de la cultura dominante y de políticas tan favorables que, en realidad, son de fomento. En 2023 se notificaron 103.097 abortos, con una tasa de 12,22 mujeres por cada 1.000, o lo que es lo mismo, algo más de un aborto por cada cien mujeres en edad fértil, y eso año tras año. En Catalunya fue peor, con más de 21.000 abortos y una tasa de 14,92, la más alta del Estado. Uno de cada cinco abortos de España se da en Cataluña, aunque su peso demográfico es claramente inferior a ese porcentaje. En Catalunya, ya significan el 40% de sus nacimientos, diez puntos porcentuales más que en España.
Cuando las tasas de aborto son altas -reduciendo los nacimientos aproximadamente entre un 20% y un 40%-, se produce una disminución significativa en la tasa de crecimiento poblacional. Este cambio demográfico altera el tamaño y la estructura de la futura fuerza laboral. Menos nacimientos hoy se traducen en una población en menor edad laboral en el futuro, asumiendo que otros factores permanecen constantes.
El capital humano total de un país puede expresarse como el producto del número de individuos y el capital humano medio por individuo:
Capital Humano Total = Población * Capital Humano Medio por Cápita
Una reducción sustancial de los nacimientos disminuye la futura población, disminuyendo así el capital humano total proporcionalmente, asumiendo que el capital humano medio per cápita permanece sin cambios. Además, los países con mayor capital humano medio per cápita experimentarán una pérdida absoluta más significativa de capital humano total por cada individuo no nacido a causa del aborto.
En España, mediante el aborto, se suprime capital humano futuro de elevada cualificación y se sustituye por población inmigrada presente de baja cualificación. La dinámica que esto comporta es obvia: se pierde productividad para el conjunto de la población laboral y, consecuentemente, se reduce el crecimiento de la renta por persona. Ésta es la senda que España ha emprendido.
La emigración masiva borra de un revuelo las perspectivas que puede generar el modelo de crecimiento de Solow-Swan, según el cual una menor tasa de crecimiento poblacional puede conducir a un mayor capital por trabajador, mejorando así la productividad. En España ocurre exactamente lo contrario debido a la inmigración y la importancia de los sectores de baja productividad, como el turismo, uno de los pilares económicos del país.
La combinación es explosiva:
- La tasa de fertilidad es muy baja de 1,1.
- El saldo vegetativo lleva años negativo.
- Se produce una inmigración masiva mayoritariamente dotada de un capital humano muy inferior al de los autóctonos.
- El país tiene un problema crónico con su productividad, que poco crece.
- El empleo que se crea a causa de la inmigración se dirige a trabajos intensivos en trabajo de baja cualificación.
- No crece sustancialmente la inversión en I+D.
- Existe una emigración notable de población joven laboralmente cualificada.
Los resultados se pueden resumir en estos términos:
- Disminución de la población calificada en edad laboral: Esto puede conducir a una escasez de mano de obra en ciertos sectores.
- Aumento de la carga de dependencia: Mayor proporción de población envejecida.
- Envejecimiento de la población: Incrementa la edad media de la población, lo que puede afectar negativamente a la innovación y la adaptabilidad económica.
- Crecimiento del mercado interno: A partir de la acumulación de rentas bajas fruto de la emigración.
- Segmentación del mercado laboral: Los inmigrantes pueden ocupar puestos de trabajo de baja cualificación, creando una dualidad en el mercado laboral.
- Presión sobre servicios públicos: Mayor demanda en educación, salud y vivienda, especialmente si los inmigrantes requieren apoyo adicional para integrarse.
- Necesidad de políticas de integración: Es crucial mejorar el capital humano de los inmigrantes mediante formación y educación.
- Estancamiento económico a medio y largo plazo: Sin mejoras en la productividad, el PIB per cápita puede estancarse o disminuir.
- Limitaciones en salarios: La baja productividad puede conducir a salarios estancados, afectando al nivel de vida.
- Necesidad de innovación: Es vital invertir en tecnología y formación para impulsar la productividad, cosa que no se hace.
- Creación de empleo en sectores de baja cualificación: Determina un bajo valor añadido y poca movilidad ascendente, dificultando el progreso profesional y salarial de los trabajadores.
- Competitividad limitada: Dependencia de sectores que pueden ser fácilmente sustituidos o automatizados.
La dependencia en trabajos de baja cualificación y baja productividad sugieren un modelo económico que no está aprovechando plenamente el potencial del capital humano. El estancamiento en la inversión en I+D agrava esta situación, puesto que limita la capacidad de innovación y adaptación a las nuevas tendencias tecnológicas.
El resultado es también una reducción del capital humano de alta cualificación, un reto para el sistema de bienestar: mayor carga sobre los sistemas de pensiones y salud debido al envejecimiento poblacional.
El capital humano en España y Cataluña
La medida del capital humano en términos económicos en España se realiza utilizando varios métodos y enfoques. Los estudios realizados en España (fuente 1, fuente 2) indican que, en 2021, el valor del capital humano per cápita en España era de 320.975 euros, mientras que el de Cataluña era superior, un 121% del de España, decir, 385.170 euros.
Las pérdidas de capital humano en 2023 a causa del aborto fueron de más de 33.000 millones de euros en España. En Cataluña, estas pérdidas ascendieron a más de 8.000 millones de euros (8.088.570.000). A esto hay que añadir los 150.000 millones de euros en el 2022 por pérdida de capital humano por emigración, lo que supone para España un total de 183.000 millones de pérdida y para Catalunya unos 35.000 millones.
Se trata de magnitudes muy grandes, con el agravante de que son recurrentes, ya que se producen año tras año. Considerando que, en 2022, el Producto Interior Bruto (PIB) de España a precios corrientes ascendió a 1.373.629 millones de euros, lo que significa una pérdida del 13,3% del PIB, lo que es una brutalidad. En Cataluña, el porcentaje fue incluso algo superior: un 13,7% del PIB.
Si esto no es una rueda de molino enorme atada a nuestros pies que nos hunde sin percibirlo, y una carga brutal adicional que colocamos sobre la espalda de nuestros hijos, es que los dioses nos han cegado para perdernos.