La dramática situación de nuestros compatriotas que viven en la calle

La falta de un hogar, un drama humano

La situación más dramática que puede vivir una persona es la de no disponer de un hogar, una carencia que puede ser devastadora. No tener cuatro paredes donde refugiarse debe ser demoledor. para entenderlo. Por tanto, las personas que viven en estas condiciones extremas, estos compatriotas, deberían ser objeto de una atención inmediata y efectiva por parte de los poderes públicos implicados, que no son pocos ni disponen de pocos recursos: Generalitat, Ayuntamientos —sobre todo el de Barcelona— y Diputaciones, no es así, como puede verse por la falta de acciones ante las iniciativas legislativas para abordar este problema. El Parlament de Catalunya no considera el sinhogarismo una prioridad.

Una problemática fácil de resolver

A diferencia del problema general de la vivienda, que exige un gran esfuerzo y que a menudo se convierte en promesas de futuras viviendas que nunca llegan —como las 50.000 viviendas prometidas por Illa—, la situación de los sin techo es de una dimensión mucho más modesta y, por tanto, es fácil —sí, fácil— de resolver.

Datos recientes sobre el sinhogarismo

Según los últimos recuentos, en Barcelona hay 1.384 personas viviendo en la calle, la cifra más alta registrada hasta ahora, lo que supone un aumento del 12% respecto al año anterior. Si añadimos aquellos que se acogen a recursos sociales para pasar la noche en centros municipales y de entidades, el total alcanza 4.504 personas. Además, sabemos que 2.009 personas duermen en la calle en doce municipios (Barcelona, ​​Tarragona, Girona, Lleida, Hospitalet de Llobregat, Badalona, ​​Mataró, Terrassa, Santa Coloma de Gramanet, Sant Adrià de Besòs, Sabadell y Reus). Estos doce municipios acogen al 44% de la población catalana. En el resto de poblaciones, se calcula que hay entre 650 y 700 personas más viviendo en la calle, con distribuciones variables entre municipios como Lleida, Tarragona, Girona, Hospitalet o Badalona.

Recuentos oficiales y datos territoriales

El Parlament de Catalunya instó en el 2015 al Gobierno de la Generalitat a hacer recuentos cada dos años para obtener datos más precisos sobre el sinhogarismo en todo el territorio. Según el Marco de Acción para el abordaje del sinhogarismo en Cataluña 2022-2025, 2.531 personas viven directamente en la calle. Además, hay 25.108 personas que viven en viviendas inseguras, con problemas para pagar el alquiler, con una orden de desahucio, o que sufren situaciones de violencia doméstica, y 22.622 personas que viven en viviendas inadecuadas o barracas, sin suministros básicos o en situaciones de masificación.

Soluciones con consenso

En cuanto al problema más urgente, existe una solución concreta que cuenta con un amplio consenso: desplegar la metodología del modelo Housing First y avanzar hacia el derecho a la vivienda de las personas que viven en la calle o en centros de acogida. Ésta y otras soluciones están contempladas en una propuesta de ley para el sinhogarismo en Cataluña presentada por entidades sociales y académicas. No se aprobó en la anterior legislatura y, al convocarse elecciones, la propuesta decayó. Ahora es necesario reactivarla, pero por eso es necesaria la voluntad política del Gobierno Illa, que de momento no lo ha considerado una prioridad.

Ineficiencia en la gestión pública

La cuestión, sin embargo, va más allá de la legislación, ya que también existe un desperdicio de recursos públicos debido a los costes de transacción de las administraciones. Por cada 1.000 euros de ingreso en el presupuesto, una entidad como Cáritas obtiene entre 9 y 10 veces más resultados en términos de prestación final de servicios o ayudas económicas que la Generalitat o el Ayuntamiento. Por poner un ejemplo, la atención de un menor no acompañado le cuesta a la Generalitat 178 euros al día, más de 5.300 euros al mes, una cantidad enorme que, además, no incluye los costes indirectos de los costes de transacción para hacer efectivo y controlar el contrato o convenio con la entidad prestamista. Con mucho menos dinero, y a través de familias de acogida o entidades como Cáritas, se podría obtener un mejor resultado.

La necesidad de una gestión subsidiaria

La administración debería limitarse en este campo a proporcionar recursos a las entidades con mayor experiencia probada, centrándose en las condiciones y su control, que debería ser por objetivos: cuántas personas consiguen un lugar para vivir, en cuáles condiciones, cuántas siguen un itinerario de inserción, cuántas lo culminan, etc. Un buen marco normativo y una buena inspección, dejando la ejecución a aquellas entidades que realizan el trabajo con vocación, podrían aplicar un modelo de subsidiariedad que permitiría reducir costes, llegar a más gente y ofrecer mejor calidad y resultados. Es necesario poner fin a la lógica fatídica de la burocracia, que valora el trabajo no por los objetivos realmente alcanzados, sino por el presupuesto y el personal implicado.

Segons el Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat el 60% dels ciutadans consideren que hi ha massa immigració. Illa considera que tot va bé. Què en penses tu, hi ha massa immigració?

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