Junto al grupo de Burgos, sobresalen otros intelectuales falangistas, con mayor o menor vinculación, entre los cuales se encuentran Agustín de Foxà y Leopoldo Panero. También Pedro Mourlane y Jacinto Miquelarena, así como Ignacio Agustí, Juan Antonio Zunzunegui y Álvaro Cunqueiro. Y con especial singularidad, Eugenio d’Ors.
Agustín de Foxà i Torroba
Agustín de Foxà i Torroba, fue un diplomático y escritor nacido en Madrid en el seno de una familia aristocrática en 1906. Durante la República fue destinado a la embajada de Bucarest y con el franquismo a la de Roma (de donde fue expulsado porque al parecer retó a duelo al conde Ciano). A continuación, lo trasladan a Helsinki, Buenos Aires, La Habana y Manila, regresando por una grave enfermedad hepática que, desahuciado por los médicos, al bajar en camilla del avión, les comenta “Ya ves… llega el último de Filipinas”. Fallecería en Madrid en el mes de junio de 1959.
Su actividad literaria comienza a principios de los años treinta (“La niña del caracol”, 1933) y le sigue una extensa obra, en lírica, narrativa y teatro, con un punto álgido en 1938 cuando publica “Madrid, de Corte a checa”, que alcanza el reconocimiento del gran público. Precisamente en la embajada de Bucarest, cambia de camisa y durante la contienda participa en las actividades falangistas de Pamplona y Burgos. Dirige la revista Legiones y Falanges, publicación bilingüe en español e italiano y contribuye a la redacción del himno falangista “Cara al sol”.
Gradualmente se apartará del régimen en un seguido de anécdotas sobre boutades y agudezas verbales. Entre otras, airea que el Frente de Juventudes “son unos niños vestidos de gilipollas mandados por un gilipolla vestido de niño” y, más contundentemente, satiriza sentenciando que “la Falange es una hija adulterina de Carlos Marx y de Isabel la Católica”.
Leopoldo Panero Torbado
Leopoldo Panero Torbado (Astorga-Leon ,1909-Castrillo de las Piedras, León, 1962). Este poeta, hermano del también poeta, Juan, fallecido en accidente, estudió Derecho en Valladolid y Madrid, ampliando estudios en Cambridge, Tours y Poitiers.
Al comienzo de la guerra fue arrestado, pero pudo evadir la cárcel gracias a la intervención de la esposa de Franco, que era prima de su madre, y también con la ayuda de Miguel de Unamuno.
Colaboró con las revistas Escorial, Garcilaso y en Fantasía, suplemento de la Estafeta Literaria. Ejerció de censor hasta que se enfrentó con la jerarquía católica. Fue agregado cultural en la embajada española de Londres y director del Instituto Español de dicha ciudad, entraría en contacto con insignes exiliados, lo cual le ocasionó un cierto distanciamiento. En esta época de los cuarenta publicó con notable éxito “La estancia vacía”, “Versos del Guadarrama” y “Escrito a cada instante”. Falleció a los 52 años de edad.
Pedro Mourlane y Jacinto Miquelarena
Pedro Mourlane Michelena (Irún, 1888-Madrid, 1955) y Jacinto Miquelarena Regueiro (Bilbao, 1891-París, 1962) fueron principalmente periodistas. El primero de crónicas políticas y el segundo dedicado al deporte, dirigiendo “Excelsior”, que fue el primer diario español dedicado exclusivamente a esta materia. Ambos formarían parte del cenáculo literario madrileño de Falange Española.
Mourlane participaría activamente en las revistas Vértice y Escorial y, en la posguerra, pertenecería al Patronato Menéndez y Pelayo del CSIC; a la Junta General de Cronistas de España, y a la de la Asociación de la Prensa de Madrid.
Miquelarena, por su parte, dirigió Radio Nacional de España desde Salamanca, trasladándose posteriormente a París como corresponsal de ABC, de la agencia EFE y de Clarín. Fue gran amigo de Enrique Jardiel Poncela y de Miguel Mihura, colaborando con ellos en las secciones de humor de La Ametralladora y de La Codorniz. Su obra, “El gran circo de la alegría”, publicada en San Sebastián en 1938, lo consolidó en los círculos literarios de la época.
Ignacio Agustí
En Barcelona desarrolló su actividad Ignacio Agustí Peypoch, nacido en septiembre de 1913. En su juventud fue periodista de La Veu de Catalunya y militante de la Lliga Regionalista. Pero al estallar la Guerra Civil entró en la zona nacional instalándose en Burgos que, conjuntamente con el grupo de catalanes allí huidos, promovieron la revista Destino, como instrumento de propaganda del bando sublevado, desplazándola luego a Barcelona.
Consolidado el régimen, dirigió el diario Tele/eXprés y presidió el Ateneo barcelonés. Fallecería en la Ciudad Condal en febrero de 1974. Entre su obra literaria destaca la tri-logía, que en este periodo verían la luz, “Mariona Rebull” (1943) y “El viudo Rius” (1944). El tercer volumen, “Desiderio”, no se publicaría hasta 1957.
Juan Antonio de Zunzunegui
Por su parte, Juan Antonio de Zunzunegui y Loredo (Portugalete, Vizcaya, 1901-Madrid, 1982) fue novelista, de gran fecundidad, adscrito al realismo tradicional cercano al naturalismo. En esos años cuarenta, después del éxito de su obra “Vida y paisaje de Bilbao” (1926), destacan, entre otras, “El Chiplichandle”(1940) y “¡Ay…estos hijos!” (1943). Se había doctorado en Derecho y durante la guerra colaboró con la Delegación de Prensa y Propaganda, colaborando asiduamente en la revista Vértice.
Álvaro Cunqueiro
En cuanto al gallego Álvaro Cunqueiro Mora (Mondoñedo, 1911-Vigo, 1981), vinculado estrechamente al Partido Galleguista, se afilió a Falange en 1936 para salirse de la misma, con enfado, en 1944. Tuvo una vida intelectual agitada transitando por la novela, la poesía y el drama. Ejerció como periodista y, además, fue un experto gastrónomo. Escribía en gallego y castellano, destacando en esta época “Elegías y canciones” (1940) y “Balada de las damas del tiempo pasado” (1945).
Eugenio d’Ors
Eugenio d’Ors Rovira, nació en Barcelona en 1882 y moriría en Vilanova y la Geltrú en 1954, siendo enterrado, no obstante, en Vilafranca del Penedés, ambas ciudades de la provincia de Barcelona. De Eugenio d’Ors se ha dicho que era “el mayor ego de la historia de España… el primer fascista y muy fascista… el pope de los falangistas…”. Con todo, ni su adhesión al régimen, ni su condición ideológica fueron motivo para no recibir admiración y respeto por parte de una amplia gama de intelectuales de signo contrario.
Se formó en los ambientes literarios del modernismo, rompiendo con este movimiento al rechazar el individualismo y el naturalismo que proclamaba su estética, así como el sentimentalismo y espontaneidad en la creación artística. En su lugar, propuso como renovación un nuevo proyecto, esencialmente educativo, que denominó Noucentisme (Novecentismo) con implicación directa en lo artístico y en lo político.
Estudió Derecho y Filosofía en la Universidad de Barcelona. Escribía en catalán y en castellano. En el periódico La veu de Catalunya, con el seudónimo “Xenius” inició las famosísimas crónicas que denominó “El Glosari” (crónica diaria de crítica artística y literaria y de los aspectos más diversos de la vida cotidiana).
Se trasladaría luego a París, interesándose por el mundo de la ciencia y de la filosofía. Al regresar a Barcelona, ejerce como secretario del Institut d’Estudis Catalans. Se presenta a oposiciones a cátedra de Psicología Superior, pero solo tuvo el voto favorable de Ortega y Gasset. A la decepción de la derrota le llegaría el nombramiento de director de Educación Superior en el Consejo de Pedagogía de la Mancomunidad de Catalunya. En aquellos días se le consideró “un nacionalista exaltado”.
Publica su primer libro: “La filosofía del hombre que trabaja y que juega” (1914). Su actuación político-administrativa es objeto de envidias, suspicacias y vanidades, en un contexto de censura global que propicia “La defenestración de Eugenio d’Ors”, como tituló Guillermo Díaz Plaja su libro sobre el personaje. Se traslada a Madrid a lo largo de 1920. Publica trabajos sobre arte y teatro, compaginándolo con el periodismo. Es elegido miembro de la Real Academia Española. La guerra le sorprende en París y a mediados de 1937 se traslada a Pamplona, colaborando fervorosamente con el grupo de falangistas allí instalado. A renglón seguido tutelará las actividades llevadas a cabo en Burgos. Ejerce como Director General de Bellas Artes.
A lo largo de la década de los cuarenta, Eugenio d’Ors realiza una amplia y generosa tarea de propaganda dentro de España y en el exterior. En 1953 le fue otorgada la cátedra de Ciencia de la Cultura de la Universidad de Madrid. Ingresaría en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y se vuelca en la Academia Breve de Crítica de Arte, primera institución española de difusión del arte moderno y contemporáneo tras la Guerra Civil.
Cada vez pasa más temporadas en Vilanova i la Geltrú ciudad en donde fallece, tras escribir el día anterior un artículo en el diario Arriba España, que se añade a una obra monumental, extensa y brillante, y que titula “Sentido de la elegancia”.
El trasfondo cultural del primer ciclo bursátil del franquismo (10). Las Letras. Intelectuales (V)
De Eugenio d’Ors se ha dicho que era “el mayor ego de la historia de España, el primer fascista y muy fascista, el pope de los falangistas” Share on X