Quieren hacer Cataluña sin «catalanitos»

En su discurso de investidura, el presidente Salvador Illa no hizo referencia a la natalidad, o a la demografía, de Cataluña. En la catastrófica situación que año tras año van naciendo menos niños en Cataluña. Tampoco el asunto ha estado presente en las intervenciones públicas del presidente en los dos primeros meses que lleva de mandato.

Por su parte, el independentismo, sea de Junts per Catalunya o de ERC, tampoco suele hacer referencia a ello. No hace falta mencionar a la CUP que, aparte de no interesarse por la natalidad, promueve aún más aborto, con una proposición de ley por el “derecho” a abortar hasta el último momento antes del nacimiento del bebé.

En el ámbito de España, no hace falta más que ver cómo para el presidente Sánchez y su Gobierno, el invierno demográfico del país no existe o no les interesa, y piensan solo en la llegada multitudinaria de inmigrantes.

Todo lo referente a la inmigración masiva como la que se vive tiene mucha complejidad, pero anotamos algún aspecto. La masiva inmigración de los últimos años está incidiendo en todos los aspectos de la vida ciudadana, tanto positivos, que son muchos, como negativos.

En el caso de Cataluña resulta especialmente sorprendente la falta de atención a la natalidad, porque la propia identidad nacional -o si se quiere el mantenimiento de la especificidad sin plantearse radicalismos nacionalistas o independentistas- reside en la persistencia de la catalanidad. Y esto difícilmente se puede conseguir sin catalanes. Que se sientan así.

Dejando bien claro el respeto a las personas, su dignidad, el reconocimiento del derecho a emigrar para buscar una vida mejor, y también que los países receptores pueden poner límites exigiendo que las llegadas sean legales, es innegable que cuando la llegada de inmigrantes alcanza unas cotas tan enormes como las que viven Cataluña, España y algunos otros países de Europa, los problemas se agudizan.

Al ser tantos los recién llegados y de culturas tan diferentes, la integración resulta imposible en la mayoría de los casos. A menudo se van creando guetos y algunos de los inmigrantes viven en unas sociedades paralelas, sea en barrios aparte o en ámbitos sin apenas relación con el conjunto de la sociedad. Su situación marginal conlleva, a menudo, una hostilidad contra la sociedad a la que han llegado. Incluso, como se ha visto de forma clara en Francia y en otros países europeos, los hijos de segunda, o incluso de tercera generación, ya nacidos y educados en el país de acogida, son los más hostiles y a veces violentos contra la sociedad de acogida.

En el caso de Cataluña, parece muy evidente que tanta inmigración tiene una incidencia complementaria especial porque hace más difícil mantener la identidad catalana. Empezando por el idioma, tan importante, y también las costumbres y tradiciones. La globalidad juega en contra y convertirse en una sociedad multicultural es muy complejo. No se habla de grandes éxitos en ningún sitio donde se ha llegado a esto.

Encuestas recientes muestran una caída en el uso del catalán. No bajada en el conocimiento del idioma, que es muy alto a consecuencia del monopolio casi exclusivo en la escuela, la existencia de diversos medios de comunicación importantes en catalán, el uso casi también exclusivo de esta lengua desde las administraciones públicas, la fuerte presencia en la literatura y las artes, etc. Pero el elevado grado de conocimiento no tiene correspondencia con el uso social, que ha ido cayendo. Se puede simbolizar en lo que los niños hablan catalán en el aula, pero lo dejan en el patio.

Una parte importante de la disminución proporcional de la caída deriva de la fuerte inmigración, no de que la gente catalana de varias generaciones haya dejado de hablarlo. Unos inmigrantes, los latinoamericanos, ya tienen como lengua propia el castellano, pero, además, para muchos de los otros les compensa más el castellano, del que posiblemente ya tienen algunas nociones.

A tener también en cuenta, aparte del hecho inmigratorio masivo, un cambio social producido respecto a la inmigración de unas décadas atrás, cuando los llegados a Cataluña eran españoles, básicamente de Andalucía, Extremadura, Galicia… Además de la proximidad cultural y de principios, el conocimiento del catalán era interpretado como un elemento importante de promoción. Se entendía no solo útil por la integración, sino un instrumento valioso que formaba parte del ascensor social. Hoy esto cuenta poco, como mínimo en el Área Metropolitana de Barcelona, ​​donde reside la mayoría de la población catalana.

Por todo ello, puede ser muy difícil que el idioma catalán mantenga un peso sustancial en la vida ordinaria, aunque sea conocido por la mayoría.

Leí recientemente el comentario que hacía una persona que había visitado Irlanda. Comentaba que, por Dublín, no oyó a nadie hablar gaélico. Todo el mundo hablaba inglés. Sin llegar a este extremo, al catalán le puede ocurrir algo parecido.

Por otro lado, y no es un elemento menor, también afecta a las costumbres y tradiciones que marcan el alma de un territorio. Con la globalización pueden irse paulatinamente borrando.

Está demostrado que esta tendencia, no la cambian las leyes, ni sirven a las sanciones. Cada ciudadano tiene derecho legítimo a utilizar la lengua que quiera.

De facto, para revertirlo, aunque el proceso sea muy lento, lo sustancial es que en las familias se hable catalán. Y la forma más sólida de mantener la lengua, y por lo general la catalanidad, es que las familias tengan hijos.

Quienes gobiernan quieren “hacer” Cataluña, pero no hay futuro sin “catalanitos”. También en el ámbito lingüístico y cultural.

Se necesitan menos manifestaciones y banderas, y tener más hijos.

Por todo ello, puede ser muy difícil que el idioma catalán mantenga un peso sustancial en la vida ordinaria, aunque sea conocido por la mayoría Share on X

 

 

 

Print Friendly, PDF & Email

Entrades relacionades

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.