Sanidad y enseñanza, dos estrangulamientos vitales de Cataluña

La situación de la sanidad catalana, con grandes listas de espera, retrasos en la atención primaria y saturación en las urgencias, se está convirtiendo en un problema cada vez más grave para la salud de los catalanes. Sin embargo, un elevado porcentaje de personas que acuden a mutuas y seguros privados maquillan la realidad.

Por lo que se refiere a la enseñanza, poco cabe decir, ya que es notorio que nos encontramos en el fondo del pozo. El nuevo gobierno de Illa deberá afrontar estos dos grandes retos. Sin embargo, es importante destacar que la condición necesaria para resolver estos problemas es distinta en cada caso, aunque no suficiente.

El caso de la sanidad

En el ámbito de la sanidad, el nuevo gobierno ha creado una nueva comisión para diagnosticar la situación, aunque ya existen varios diagnósticos anteriores. El más reciente, el Pacto Nacional de Salud del gobierno Aragonés (2023), fue elaborado por 54 expertos, con recomendaciones que hasta ahora se han guardado en un cajón.

Anteriormente, el president Mas había impulsado ya otro pacto nacional por la salud, que contenía 83 recomendaciones y que también quedó sin aplicar. Más atrás, en 2011, se creó el Consejo Asesor para la Sostenibilidad y el Progreso del Sistema Sanitario, promovido por Mas y el conseller Boi Ruiz. Aunque este organismo no ha sido derogado, tampoco funciona.

Ahora, el gobierno de Illa ha creado un nuevo comité, el Comité para la Evaluación, Innovación, Reforma Operativa y Sostenibilidad del Sistema de Salud. Quizás sería conveniente recopilar todas las recomendaciones anteriores para ver qué se puede aprovechar. En cualquier caso, la solución pasa por un significativo aumento del presupuesto. Sin más dinero, no habrá mejoría.

Este incremento presupuestario no excluye la necesidad de mejorar la gestión, eficiencia y productividad del sistema, pero hay que tener claro que la sanidad catalana está subfinanciada. Según el Informe de los Directores y Gestores de Servicios Sociales, entre el 2009 y el 2022, la variación media del presupuesto sanitario de las autonomías fue del 13,40%. Cataluña, en cambio, es la única comunidad en la que el presupuesto se redujo un 12,22%.

Si comparamos estos datos con los de las comunidades que más incrementaron su presupuesto, como Baleares (51%) o Andalucía (25%), la diferencia es abismal. Esto significa que, de media, en España, el gasto sanitario por habitante aumentó en 146 euros, mientras que en Cataluña se redujo en 266 euros por habitante. La distancia con la media española es de 412 euros por persona, cuyo efecto acumulativo es devastador. Por ejemplo, la diferencia con Baleares supera los 600 euros por habitante.

En 2022, la media española de gasto sanitario por habitante era de 1.538,66 euros, mientras que en Cataluña fue de 1.362,5, sólo superada por Madrid a la baja.

Para equipararnos a la media española, el presupuesto anual de la sanidad catalana debería incrementarse en 1.500 millones de euros. Además, habría que sumar otros 3.300 millones para compensar el déficit acumulado durante más de una década. Esto sólo nos situaría en la media española, sin llegar a ocupar posiciones líderes.

En definitiva, el problema de la financiación de Catalunya se resume en la sanidad. Si dispusiéramos de estas cifras, no sólo avanzaríamos hacia una sanidad de calidad, sino que también se relajarían otras asignaciones presupuestarias.

Diagnóstico educativo

Por lo que respecta a la enseñanza, el diagnóstico es diferente. El gasto educativo, expresado en porcentaje sobre el presupuesto, se ha mantenido cercano a la media española (20,44% en Cataluña frente al 19,37% de media). Sin embargo, esto no quiere decir que no haya problemas. En términos de euros por habitante, la media española es de 144 euros, mientras que en Cataluña no se alcanzan los 130.

En 2022, el gasto educativo en Cataluña fue del 17,6%, tres puntos por debajo de la media española. En cuanto al gasto por alumno, Catalunya supera a Castilla y León, que es una de las comunidades con mejores resultados educativos, aunque gasta menos por habitante (969 euros). Si se hiciera la comparación por alumno en lugar de por habitante, Cataluña saldría peor parada, ya que tiene una población más joven.

Por tanto, a diferencia de la sanidad, el problema de la enseñanza no es económico. Es un problema cualitativo. Hay que mejorar el sistema educativo en su conjunto: desde la implicación de las familias hasta el rendimiento de las escuelas públicas y el papel de los profesores.

La situación de la educación en Cataluña es, en cierto modo, más compleja que la de la sanidad. No se trata sólo de destinarle más dinero, sino de resolver problemas estructurales. Nuestro sistema educativo debe aprender a educar correctamente ya hacerlo bien, porque si no, el dinero no servirá de nada.

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