Afirmarlo se ha convertido prácticamente en un cliché, pero no por ello deja de ser importante ni extremadamente preocupante por las implicaciones sobre el futuro de Europa: Suecia, paraíso de la social-democracia y faro del progresismo, se encuentra en una crisis que el mismo país ha cultivado sin saberlo.
Converses trató por primera vez el problema de la violencia criminal que asola Suecia hace 5 años. Desde entonces, y pese a haber provocado la caída del gobierno socialdemócrata (partido absolutamente hegemónico en el país escandinavo) en el 2022, la situación sigue fuera de control.
En lo que llevamos de 2024, las estadísticas señalan 195 tiroteos, 72 ataques con explosivos y 30 asesinatos. Lo nuevo es que esta crisis, vinculada al crimen organizado y en particular al tráfico de drogas, se está ahora extendiendo a los hasta ahora también tranquilos países vecinos, afectando sobre todo a Noruega y Dinamarca.
De hecho, en Noruega, la exministra de justicia Sylvi Listhaug ha advertido de que su país debía evitar una deriva hacia lo que se refirió como «condiciones suecas».
La policía noruega piensa de hecho que las bandas de traficantes de droga provenientes de Suecia están ya operando en todos los 12 distritos policiales del país, extendiendo sus tentáculos para expandir sus operaciones.
En el país vecino, Dinamarca, las autoridades han destacado igualmente el incremento de presencia de criminales suecos, muchos de los cuales son muy jóvenes, de hecho, menores que intentan asesinar por encargo.
Alarmado, el ministro de justicia danés Peter Hummelgaard se explayó en una conferencia de prensa reciente: «las bandas están reclutando a niños soldado para atacarse entre ellas […] ¿qué está pasando en la otra orilla del Oresund [el estrecho que separa la península danesa de la escandinava]?».
Humillado, el gobierno de centroderecha sueco ha tenido que admitir que sus vecinos tienen razón de alarmarse.
En 2022, el nuevo ejecutivo prometió un «cambio de paradigma» para hacer frente a la violencia de las bandas criminales. Ha incrementado las penas, está intentando modificar la responsabilidad penal de los menores (particularmente protegidos ante los tribunales) y ha introducido nuevos métodos de redadas policiales. Pero los resultados tardan en llegar.
El problema de fondo es muy difícil, y en cualquier caso de larga resolución.
En los últimos 20 años, el porcentaje de residentes en Suecia nacidos en el extranjero se ha multiplicado por dos, pasando a representar el 20% de la población total en 2022 según datos de la UE.
Además, la cultura de la mayoría de recién llegados, a menudo procedentes de países africanos y de Oriente Medio, se encuentra en las antípodas de la sueca. Combinado con el número ingente de llegadas, esto ha hecho que la integración sea imposible en muchos casos, generando guetos que se han ido desarrollando en verdaderas sociedades paralelas, a veces abiertamente hostiles en el país que las acoge.
Además, muchos de los miembros de las bandas criminales son suecos de segunda o incluso tercera generación, y, por tanto, nacidos y educados en Suecia. Algo que demuestra que el problema de fondo es incluso anterior a las oleadas migratorias que afectan al país desde el 2008.
muchos de los miembros de las bandas criminales son suecos de segunda o incluso tercera generación, y, por tanto, nacidos y educados en Suecia Share on X