El informe Draghi, Alemania y el declive de Europa

A pesar de su  buen planteamiento, diagnóstico realista y  recomendaciones contundentes, el Informe Draghi sobre competitividad de la UE ha hecho corto.

Draghi ha avisado sobre la urgencia de que la UE aumente sustancialmente la productividad y acelere la innovación, especialmente en los nuevos motores de crecimiento (solo 4 de las 50 empresas tecnológicas más importantes del mundo son europeas). Ha insistido en que el tiempo se agota para no perder la lucha de la competitividad global y que es necesario invertir unos 800.000 millones de euros anuales para recuperar competitividad.

Su Informe puede parecer duro, pero la dureza en el análisis de la situación actual es aún mayor en el caso de los altos círculos empresariales y políticos de Europa, particularmente los alemanes. La dirección de Volkswagen, por ejemplo, califica su posición competitiva en el mundo de hoy de ‘tormenta perfecta’ y, en consecuencia, se plantea proceder de forma inmediata a reducciones de plantillas y a cierres de  centros de producción.

La cadencia del empeoramiento de la situación competitiva en Europa viene determinada por Alemania, el país del que se acostumbraba a decir que la sombra de su solvencia garantizaba la viabilidad económica de la UE. Son muchos los que consideran que el estado de “tormenta perfecta” de Volkswagen se aplica al conjunto del país.

Los problemas alemanes se acumulan y reflejan el movimiento sísmico que genera en Europa el retroceso de la globalización. Mientras ella campaba y el libre comercio ampliaba mercados, la potente tecnología alemana, la calidad de sus productos y los bajos costes energéticos hacían de su maquinaria industrial una locomotora imparable. El dominio de ayer es su talón de Aquiles de hoy.

El caso más emblemático es el desastre en diseño, mal funcionamiento y coste desproporcionado del nuevo aeropuerto de Berlín

Una de las joyas de la química alemana acaba de ser comprada por Abu Dhabi, cuya factoría de chips de Intel ha frenado la construcción de su fábrica en territorio alemán, el banco italiano UniCredit amenaza con adquirir el banco Commerzbank. Los fiascos  en materia de grandes infraestructuras se acumulan. El caso más emblemático es el desastre en diseño, mal funcionamiento y coste desproporcionado del nuevo aeropuerto de Berlín, por no hablar  del reciente derrumbe de un puente sobre el Elba en la ciudad de Dresde, de los retrasos sistémicos de los trenes alemanes o de los errores de construcción cometidos en la nueva estación de tren de Stuttgart.

Estos fracasos tan sonados en materia de infraestructuras, junto a muchos otros, están haciendo un gran daño reputacional en el país y en sus empresas. La prestigiosa revista The Economist se ha referido irónicamente a ella en un artículo reciente que acaba con estas palabras: So much for the teutonic technological prestige.

Hace pocos años un libro que llevaba por título «Porqué los alemanes lo hacen mejor» se hizo famoso. Hoy su autor, el inglés John Kampfner, ha sacado otro bien distinto sobre Alemania, un país al que considera que «va camino de convertirse en el nuevo enfermo de Europa». Alemania conoce dificultades económicas y políticas, generadas por la irrupción de la extrema derecha, que han provocado la práctica suspensión de Schengen (el sistema que garantiza la libertad de circulación de personas entre países europeos miembros del llamado espacio Schengen). Si Alemania sigue perdiendo fuerza, sus olas pueden propagarse en toda la UE.

Los tres pilares tradicionales del modelo económico alemán han colapsado en los últimos años

Los tres pilares tradicionales del modelo económico alemán han colapsado en los últimos años: energía barata de Rusia, mercados de exportación abiertos a China y mercado interior activo en la UE. Un cuarto pilar, el de la seguridad, hace tiempo que se tambalea: Estados Unidos no está dispuesto a seguir pagando el coste de la defensa alemana y europea en general al mismo nivel que el del fin de la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, parece ingenuo pensar que los alemanes seguirán financiando a la UE al ritmo tradicional, como primer contribuyente al presupuesto comunitario, mientras su propio modelo económico se derrumba.

La UE solo puede sobrevivir si a los alemanes les compensa ser miembro.

La UE le sirvió a Alemania de plataforma para rehabilitarse internacionalmente, crecer y confrontar su sentimiento de culpabilidad tras dos guerras mundiales, muy especialmente a consecuencia del Holocausto. Cuando llegó la Gran Recesión de 2008, siguió compensándole a formar parte de la UE porque el mercado interior europeo seguía siendo fundamental para sus manufacturas.

Pese al profundo europeísmo de los alemanes, los altos círculos económicos y políticos se preguntan si en un futuro próximo todavía compensará a Alemania seguir formando parte de la UE. Especialmente en una época en la que deberá proceder a una megatransición económica y tecnológica, a la que ya llega tarde. Alemania puede acabar preguntándose algún día si la UE le es aún más un activo que un lastre.

Draghi ha avisado en su Informe sobre exceso de burocracia y economía planificada en Europa. También ha avisado de que la UE necesita una mayor integración política y superar una gobernanza bloqueada muchas veces por la necesidad de unanimidad en sus procesos de decisión. Pero lo cierto es que ha dedicado a estas cuestiones políticas mucha menos atención que a las económicas.

Desde el comienzo del proceso de integración europea por la vía comunitaria (Comunidades Europeas), hace más de setenta años, Alemania ha estado dispuesta a construir la unión política de Europa. Aún hoy mismo, en el programa político de la coalición gubernamental que gobierna Alemania, formada por socialdemócratas, liberales y verdes, se propone textualmente la «necesaria creación de una unión política federal en la UE». Desgraciadamente, otros Estados miembros todavía no están preparados para dar el paso decisivo hacia la unión política definitiva, entre ellos Francia.

El exceso de burocracia y de economía planificada son sufridas por muchos sectores económicos europeos, alemanes y no alemanes, en muchos sectores económicos como el farmacéutico, alta tecnología, agricultura, etc. Todos claman sobre la necesidad de un cambio radical de gobernanza en la UE. La próxima ampliación prevista hacia el este, que llega hasta Ucrania, en caso de realizarse, no facilitará precisamente las cosas. Son muchas las voces que preconizan la necesidad de la  realización de una unión política de carácter federal, aunque fuera entre un número reducido de Estados miembros de la UE, que dejarían, eso sí,  la puerta abierta a los demás a unirse al grupo pionero  en el momento en que los atrasados ​​lo juzgaran oportuno.

Si no hay suficiente inversión en Europa es, sobre todo, porque la iniciativa y la innovación empresarial están atadas de pies y manos por regulaciones obsoletas

Las recomendaciones  del Informe Draghi en materia de competitividad y productividad en Europa han recibido merecidas alabanzas, pero también algún comentario crítico por parte de destacados analistas. Piensan que a su Informe se le ha escapado algo importante. La falta de inversión en Europa no depende únicamente de la eficiencia del sistema financiero, de la mejora del mercado interior europeo o de la realización de un mercado europeo de capitales. Si no hay suficiente inversión en Europa es, sobre todo, porque la iniciativa y la innovación empresarial están atadas de pies y manos por regulaciones obsoletas ante el avance tecnológico y por la presión de grupos de interés que no quieren que cambie nada.

Lo que permite a Estados Unidos tener una tasa de inversión superior a la europea no es la disponibilidad de un sistema financiero más eficiente. Si la inversión productiva en América es mayor es porque las oportunidades de negocio, innovación y creación de riqueza son mayores que en Europa, lo que provoca que sean ciudadanos de todo el mundo, incluidos los europeos, quienes deciden invertir sus ahorros en Estados Unidos. En Europa  lo que sobra son ahorros y lo que falta es inversión.

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