La Diada Nacional de Catalunya, celebrada cada 11 de septiembre, es una fecha emblemática que tiene profundas raíces históricas y políticas. Este día conmemora la caída de Barcelona en 1714, un episodio crucial de la Guerra de Sucesión Española (1701-1714), conflicto que enfrentó a dos grandes dinastías europeas: los Borbones, apoyados por Francia, y los Habsburgo, respaldados por diversas potencias europeas. Para Cataluña, este conflicto fue mucho más que una simple lucha dinástica; representó la defensa de sus instituciones, leyes y derechos históricos frente a la imposición de un modelo centralista y absolutista.
La Guerra de Sucesión y la caída de Barcelona
Durante la Guerra de Sucesión, Cataluña y otros territorios de la Corona de Aragón apoyaron a Carlos de Habsburgo en lugar de Felipe de Borbón, quien eventualmente se convertiría en el rey Felipe V de España. Los catalanes se alinearon con Carlos de Habsburgo debido a la promesa de mantener sus fueros y libertades, en contraste con la visión más centralizadora de Felipe V.
La caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714 marcó el fin de la resistencia catalana y el colapso de las instituciones catalanas. Tras esta derrota, Felipe V impuso los Decretos de Nueva Planta, que abolieron las constituciones y derechos específicos de los territorios de la Corona de Aragón, incluidos los de Cataluña. Las instituciones propias como la Generalitat y el Consell de Cent fueron suprimidas, y las leyes castellanas se impusieron en lugar de los fueros catalanes. La Diada, por tanto, no solo recuerda una derrota militar, sino el inicio de un proceso de centralización política y la pérdida de las libertades e instituciones catalanas.
Origen de la Diada
La conmemoración del 11 de septiembre como Diada Nacional de Catalunya surge en el siglo XIX, en un contexto de renacimiento cultural y político conocido como la Renaixença, que buscaba recuperar la lengua, la cultura y las tradiciones catalanas. En 1886, por primera vez se organizó una ceremonia de homenaje a Rafael Casanova, consejero en jefe y figura destacada en la defensa de Barcelona durante el asedio. A partir de entonces, la Diada fue cobrando fuerza como un día de reivindicación y recuerdo de la lucha por las libertades de Cataluña.
Durante el siglo XX, la Diada adquirió un creciente contenido político. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y, más tarde, el régimen franquista (1939-1975) prohibieron cualquier tipo de manifestación pública relacionada con la Diada, ya que el catalanismo era percibido como una amenaza a la unidad de España. Sin embargo, incluso en la clandestinidad, la celebración continuó siendo un símbolo de resistencia cultural y política para muchos catalanes.
La Diada en la democracia
Con la llegada de la democracia y el restablecimiento de la Generalitat en 1977, la Diada fue institucionalizada como la fiesta nacional de Cataluña. En 1980, el recién restablecido Parlamento de Cataluña oficializó la fecha como jornada festiva. A partir de entonces, la celebración ha estado marcada por actos oficiales y civiles, incluidos desfiles, actos culturales y ofrendas florales en memoria de figuras como Rafael Casanova y Josep Moragues, otro defensor de Barcelona.
Además, la Diada ha evolucionado como una plataforma para reivindicaciones políticas. En las últimas décadas, especialmente desde principios del siglo XXI, ha adquirido una dimensión marcada por el independentismo catalán. Las manifestaciones masivas, como las organizadas por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, han convertido el 11 de septiembre en un escenario para exigir la independencia de Cataluña.
Uno de los momentos más destacados de esta etapa reciente fue la Diada de 2012, cuando más de un millón de personas salieron a las calles bajo el lema «Catalunya, nou estat d’Europa», una manifestación que marcó el inicio de una nueva fase del movimiento independentista. Desde entonces, cada Diada ha sido un termómetro del sentimiento político en Cataluña, con masivas movilizaciones a favor del derecho a decidir y la independencia.
Significado actual
Hoy en día, la Diada sigue siendo una fecha clave para expresar la identidad catalana en sus múltiples facetas. Para algunos, es un día de celebración cultural, una oportunidad para reafirmar la lengua, las tradiciones y el sentido de pertenencia a una comunidad con una historia particular. Para otros, la Diada tiene un significado profundamente político, especialmente en el contexto del debate sobre la independencia de Cataluña.
El 11 de septiembre no es solo un día de recuerdo, sino un espacio de reflexión sobre el futuro de Cataluña. Las manifestaciones y los discursos políticos en la Diada reflejan las tensiones entre quienes defienden una mayor integración dentro de España y aquellos que abogan por la plena soberanía. A nivel institucional, el día se caracteriza por actos solemnes, como la ofrenda floral al monumento de Rafael Casanova en Barcelona, que simboliza la continuidad de la lucha por los derechos y libertades catalanas.
Conclusión
La Diada Nacional de Catalunya es mucho más que una simple conmemoración histórica; es un día cargado de simbolismo que conecta el pasado, presente y futuro de la sociedad catalana. Desde la pérdida de las instituciones propias en 1714 hasta las reivindicaciones actuales por una mayor autonomía o la independencia, la Diada sigue siendo un espacio de expresión y debate sobre la identidad y el destino de Cataluña dentro o fuera de España.