El nombramiento de JD Vance como candidato a la vicepresidencia fue una jugada potente de los republicanos, hasta tal punto que condicionó la elección del candidato demócrata a la vicepresidencia. Vance es un senador novel de segundo año, católico converso desde 2019, y fue crítico con el Trump del primer mandato. Antes de su nominación, era ya una figura valorada, incluso más allá de las filas republicanas.
Nacido en 1984 en Ohio, creció en una familia de clase trabajadora de los Apalaches, entre Ohio y Kentucky. Hijo de una familia desestructurada, cuya madre sufría adicción a las drogas (de la que lleva más de una década rehabilitada), fue criado por su abuela, una mujer singular. Este ambiente es el que describe en su obra Hillbilly Elegy: Memoir of Family and Culture in Crisis, donde retrata su infancia entre los “hillbillies”, un grupo social marcado por la pobreza.
Al terminar el instituto, decidió alistarse a los marines, como muchos jóvenes con escasas perspectivas. Fue desplegado en Irak y, gracias a su trayectoria, obtuvo una beca para estudiar en la Universidad estatal. Más adelante, y gracias a sus brillantes notas, logró una beca casi total para estudiar en la Yale Law School, donde se doctoró en derecho y fue editor de la Yale Law Journal. Así, tuvo una trayectoria académica destacada que más tarde también se trasladó al ámbito empresarial.
Se casó con una compañera de Yale, de ascendencia hindú, Usha Chilukuri Vance, y juntos tienen tres hijos. Su currículum, por tanto, es impecable. Sin embargo, su nombramiento como vicepresidente provocó que diarios como New York Times y Washington Post , referentes progresistas americanos, cargaran contra él. Esta línea de crítica ha sido seguida por varios medios de comunicación españoles.
Lo de menos para los críticos parece ser su historia de servicio y esfuerzo personal, incluyendo su libro Hillbilly Elegy, un best-seller que ha sido adaptado al cine y que puede verse en Netflix. Con la campaña, el libro ha vuelto a ser un éxito de ventas. Su vinculación con la clase trabajadora y su humilde origen dan fuerza a su discurso, que conecta con los votantes que comparten experiencias similares.
Sin embargo, las críticas se centran en sus posiciones: está opuesto al aborto, al matrimonio homosexual y a las intervenciones médicas en menores transgénero. No se considera su dimensión social, que le ha llevado a participar en diversas iniciativas en este ámbito. Como senador, por ejemplo, votó a favor de la propuesta de Elizabeth Warren, demócrata por Massachusetts, para recuperar los salarios de los ejecutivos de los bancos fallidos. Esto impediría que éstos siguieran recibiendo sueldos astronómicos mientras los bancos se hunden.
Tim Walz, el candidato demócrata a la vicepresidencia, es gobernador de Minnesota, tiene 62 años, y se le ha presentado como el equivalente a Vance por sus raíces humildes. Sin embargo, su trayectoria universitaria fue mediocre, limitándose a estudiar en la universidad estatal y trabajando posteriormente como profesor de instituto. No tiene obra escrita.
En el ámbito militar, también se busca presentarlo como equivalente a Vance, pero las diferencias son notables. Walz sirvió durante años en la Guardia Nacional, donde llegó a ser sargento y desempeñó trabajos burocráticos. Cuando su unidad fue enviada a Irak, él se retiró, lo que ha generado críticas. Al parecer, su pertenencia a la Guardia Nacional obedecía más a motivos económicos que patrióticos.
Como gobernador, su gestión ha sido polémica. Ha sido criticado por la mala gestión financiera y por legislar medidas costosas para las pequeñas empresas. Un ejemplo es la obligación de pagar 12 semanas de remuneración a los nuevos padres o por el cuidado de familiares enfermos, que pueden llegar hasta 20 semanas si se dan ambas circunstancias. Aunque estas medidas benefician a los trabajadores, son insostenibles para empresas pequeñas de 2 a 5 trabajadores.
También ha impuesto nuevos impuestos pese a que Minnesota tenía un superávit de 18.000 millones de dólares cuando asumió el cargo. Aumentó los impuestos en las nóminas, en la venta de vehículos motorizados e, incluso, en canoas y kayaks, muy comunes en un estado con miles de lagos.
Además, ha actuado de forma contundente contra las escuelas religiosas, limitando su libertad ideológica y dificultando la elección de escuela por parte de los padres. Otro gran problema durante su mandato fue el fraude de 250 millones de dólares destinados teóricamente a la alimentación de niños pobres, pero que se desviaron a otros fines, como la compra de bienes de lujo. Walz fue informado verbalmente, pero no actuó hasta que el FBI intervino, resultando 70 condenados.
Otra cuestión polémica es su legislación sobre el aborto, que permite su práctica hasta el noveno mes de embarazo. Sin embargo, lo que probablemente le ha causado más daño político fueron los disturbios de 2020, cuando un ciudadano negro, George Floyd, fue asesinado por la policía en Minneapolis. Los disturbios, que incluían saqueos e incendios de tiendas, fueron calificados por Walz como «protestas pacíficas», y retrasó la intervención de la Guardia Nacional durante días.
Por todo ello, presentar a Walz como un refuerzo para Harris es un enigma dentro de la estrategia demócrata.