Barcelona no tiene un proyecto de ciudad adecuado a las necesidades del presente y futuro inmediato. Este hecho es consecuencia de la gestión del gobierno Collboni, que actúa siguiendo la experiencia socialista tradicional. En consecuencia, ve el futuro a través del espejo retrovisor; es decir, no lo ve. Este gobierno funciona a base de golpe de encuesta, lo que le permite detectar necesidades inmediatas de forma más o menos acertada. La gestión de la limpieza es un buen ejemplo de ello. Asimismo, utiliza, como sus predecesores, el city marketing a diestro y siniestro, y sigue confiando en grandes acontecimientos para impulsar la ciudad, sin un proyecto de ciudad de Barcelona claro y definido.
Impacto del cambio climático sobre el proyecto de ciudad de Barcelona
La primera de estas cuestiones es el cambio climático y su traducción en la modificación del régimen de temperaturas y otras condiciones ambientales. El impacto que está teniendo sobre la ciudad y sus habitantes es un cáncer. No produce una catástrofe inmediata, pero deteriora gravemente las condiciones de vida y trabajo, con todo lo que ello implica.
Problemas de la inmigración y sus consecuencias en el proyecto
Una segunda cuestión es el exceso de inmigración. La palabra exceso no debe dar miedo, porque es la que describe la realidad de las cifras: con cerca de un tercio de los residentes nacidos en el extranjero, más las primeras generaciones de sus hijos que ya han nacido aquí, las consecuencias lingüísticas, culturales, sociales y económicas no son nada positivas y serán cada vez más evidentes.
Turismo excesivo y su presión sobre el proyecto de ciudad de Barcelona
El tercer problema que no se contempla, a pesar de los evidentes signos de rebeldía, es el exceso turístico. Puede parecer que las medidas sobre los pisos turísticos o la ligera modificación de la tasa turística son soluciones al problema. Nada más equivocado. La dimensión del problema es demasiado grande, y por tanto, la respuesta es insuficiente. Este exceso empeora día a día las condiciones de vida de los ciudadanos y presiona para que la base económica de la ciudad sea cada vez menos productiva, puesto que se basa en esta actividad y sus derivadas.
Infraestructuras colapsadas
La cuarta cuestión es la de los colapsos de las infraestructuras. Éste es un problema que sufre toda Catalunya, pero que afecta especialmente a la capital. Se mire donde se mire, se vaya donde se vaya, las consecuencias del colapso son evidentes. Esto se ve en la AP-7, en Via Augusta con el carril bici (en este caso provocado por el Ayuntamiento), en los accesos viarios desde el Vallès por la Meridiana y, en general, en todos los accesos a Barcelona. Colapso también en Cercanías y situación ya de peligro en el aeropuerto.
El listado de puntos críticos de nuestra infraestructura es muy largo, siendo la consecuencia una afectación cada vez más negativa de la seguridad y de la productividad, ya que los costes que genera castigan a las economías familiares y de las empresas. Por ejemplo, no podemos ser el camino de paso de la mayor parte del tráfico de camiones que, desde Europa, se desplazan a la península. Éste es sólo un ejemplo concreto.
Declive de los servicios básicos
El declive de los servicios básicos es otro signo, el quinto, del problema. Barcelona, gracias a su Carta Municipal, tiene consorcios en materia sanitaria y educativa con la Generalitat. Es decir, gestiona esos servicios. Un gobierno municipal potente debería emplearse en mostrar que los aspectos de la sanidad en Barcelona (aquellos que tienen más ámbito local y no están presionados por el conjunto de Cataluña) y la calidad de sus escuelas públicas son muy superiores al resto. Pero nada de eso se da.
Los consorcios son simplemente entes burocráticos alejados de toda prioridad política. Y esto es grave, porque cada vez hay más personas mayores que necesitan ser bien atendidas. Además, con un nivel tan grande de inmigrantes, una de las respuestas urgentes y necesarias es disponer de una educación de calidad a su alcance, algo que no existe.
La baja productividad del Área Metropolitana afecta al proyecto de ciudad de Barcelona
Una sexta cuestión que nunca aparece entre las prioridades políticas es el problema de la baja productividad del Área Metropolitana de Barcelona, la de la capital y su entorno. Una deficiente productividad hoy significa una menor renta per cápita para mañana. Y ésta es nuestra situación. De todas las áreas metropolitanas de Europa, Barcelona ocupa la penúltima posición en ese ámbito; sólo Atenas tiene resultados inferiores. Es necesario hacer emerger este problema y abordarlo, aunque su tratamiento no sea especialmente rentable desde el punto de vista de la imagen.
Por último, el Ayuntamiento de Barcelona sufre una deficiencia grave para un sistema democrático: está dirigido por un gobierno que no es representativo. Vivimos en unas condiciones que tienen formas democráticas, pero su contenido está lejos de alcanzar esa condición. Una mayoría de gobierno formada por 10 concejales sobre 41 es un desastre desde el punto de vista de la representatividad, y que este hecho no provoque escándalo ni ciudadano ni mediático es una manifestación de por qué nuestra ciudad es incapaz de abordar con visión problemas de futuro: ha perdido la visión y la exigencia y sólo le queda la escenografía y la ficción.
Barcelona vive todavía de las rentas de dos alcaldías del pasado: la de Porcioles, con su gran visión del gobierno de la ciudad con la Carta Municipal, y la de Pasqual Maragall, con su capacidad transformadora. Pero ahora necesitamos mucho más que simples reminiscencias repintadas de ese pasado.
La falta de un proyecto de ciudad adecuado pone en riesgo a Barcelona Share on X