De paraíso progresista a situación traumática
Países Bajos y Suecia han caído del paraíso del imaginario progresista a un infierno que parece muy alejado de lo que consideramos que es Europa. Claro que, quizás, en realidad nunca fueron un paraíso. Los dos emporios de la socialdemocracia y el liberalismo progresista, con sólidos estados del bienestar y una gran capacidad de recibir inmigración —sobre todo por parte de Suecia (aunque la población extranjera es mayor en Cataluña)—, con legislaciones favorables al aborto muy tempranas y generosas, de los primeros en legalizar el matrimonio y la adopción homosexual, la eutanasia y su ampliación, y, en el caso de los Países Bajos, la legalización del consumo de drogas, todos ellos notas características de lo que se considera deseable en una sociedad progresista, han conducido a una situación absolutamente traumática.
La Mocro Maffia en los Países Bajos
En el caso de los Países Bajos, la delincuencia a gran escala, la Mocro Maffia, se ha apoderado del país. De hecho, la alcaldesa de Ámsterdam, el ministro de Justicia o el 59% de los ciudadanos consideran que es un narcoestado o que tiene un alto riesgo de serlo. La Mocro Maffia es un conjunto de bandas criminales, sobre todo pero no exclusivamente, descendientes de inmigrantes marroquíes, de ahí el nombre de Mocro. Sus redes están arraigadas en Países Bajos, pero se están extendiendo por Europa, y sobre todo tienen importancia en España, que es uno de los otros puntos de entrada masiva de droga.
La guerra entre bandas rivales ha desestabilizado el funcionamiento del país. Su poder es tal que ha amenazado a altos funcionarios del gobierno, incluido el exministro de Justicia, el primer ministro y la princesa Amalia, que en el 2023 tuvo que venir a España por razones de seguridad. Han asesinado a periodistas, empresarios y abogados como advertencia, y en algunos casos lo han hecho de forma espectacular, como cuando dejaron una cabeza decapitada en la mesa de un coffee shop de Ámsterdam.
Sus organizaciones controlan el tráfico de cocaína desde Sudamérica hasta Europa a través de los puertos de Rotterdam y Amberes, que controla a su líder, Ridouan Taghi, considerado el narco más peligroso de Europa. Fue detenido en el 2019 y recientemente juzgado en un lugar desconocido de Malta con grandes medidas de seguridad. Sin embargo, su organización no ha quedado afectada. Junto con los Países Bajos, Bélgica también está contaminada por este problema, y como se ha dicho, la penetración en España es evidente.
Impacto en la sociedad holandesa
Una de las novedades es la de los niños soldados menores, de 12 o 13 años que, a cambio de algo de dinero fácil, no sólo trafican con drogas sino que son capaces de poner bombas y cometer atentados. El puerto de Rotterdam es clave en toda esta historia, pero evidentemente no se habría desarrollado sólo en el puerto si no hubiera habido otras condiciones en la propia sociedad holandesa.
El problema, como narran los expertos, es que cuando empieza a ganar fuerza, su crecimiento es exponencial porque la combinación de dinero fácil y amenaza a la persona y a la familia son demoledoras y afectan no sólo a responsables de la administración o del puerto, sino también a la propia policía. Un signo, y vale la pena retenerlo por su significado entre nosotros, es que los funcionarios policiales ya no abandonan el trabajo de uniforme por temor a lo que les pueda ocurrir. Este hecho hace años que es común en nuestro país.
Los asesinatos están a la orden del día porque las armas son muy accesibles, por 500 euros no hay problema. La situación es tan grave que los propios funcionarios de seguridad afirman que no ven la salida del túnel.
La situación en Suecia
El caso de Suecia es también particularmente desalentador. El problema de los delitos violentos y el crecimiento de las bandas callejeras ha llevado a que el gobierno sueco haya sacado a la calle en determinadas ocasiones al ejército para apoyar a la policía en barrios de alto nivel de criminalidad. Esa circunstancia propia de América Latina y, ya no digamos de África, es insólita en Europa y sólo se han visto soldados en las calles cuando ha habido una elevada amenaza terrorista. Este hecho obliga a dedicar recursos crecientes a la policía y a aplicar políticas más estrictas, pero el daño es profundo.
Problemas de integración y criminalidad
La inmigración arraigada en barrios marginados, que genera exclusión social, facilita el surgimiento de bandas, y el desarraigo y la falta de integración en algunos grupos de inmigrantes generan nuevas necesidades creando lealtades entre grupos por afinidades étnicas. Si bien la violencia de las bandas criminales se da en las grandes ciudades, también se ha extendido a los pequeños pueblos y zonas rurales.
Como en el caso de los Países Bajos, el aumento de tráfico de drogas, especialmente de cocaína, es un componente importante del problema y al mismo tiempo incrementa la violencia entre bandas rivales. También, como en Holanda, existe el reclutamiento de menores para que actúen como sicarios. En el 2022 se registraron en Suecia 391 tiroteos y 63 muertes. Hasta septiembre de 2023, las muertes ya alcanzaban las 41.
Factores de riesgo en Cataluña
Hay que tomar nota de las causas profundas que han degenerado la situación de estos dos países teóricamente modélicos, con niveles de bienestar y asistencia mucho más altos que los nuestros. Cataluña presenta factores de riesgo muy elevados para caer en un escenario similar, factores que valdrá la pena considerar con atención.